Sentir hormigueo, desesperación y cosquilleo en las piernas al acostarse, y que esta sensación impida dormir, son síntomas de un trastorno del sueño denominado síndrome de piernas inquietas (SPI) que, de no ser tratado oportunamente, puede impactar en la calidad de vida de quien lo padece, alertó Ulises Jiménez Correa, responsable de la Clínica de Trastornos del Sueño (CTS) de la Facultad de Medicina de la UNAM.
Es SPI se caracteriza por sensaciones en las piernas, que el paciente refiere como desesperación o nerviosismo, y se acompañan por el impulso de moverlas para tener un poco de alivio y descansar. Los afectados dicen sentir cierta quemazón o insectos subiendo por el interior.
Tiene la particularidad de que los síntomas se disparan al acostarse e intentar relajarse, lo que origina problemas para conciliar y mantener el sueño.
Es normal movernos aproximadamente cada hora mientras dormimos, pues no es posible permanecer en la misma posición durante ocho horas continuas; lo que no es adecuado es que se presente la sintomatología referida, que generalmente se vincula con el insomnio y, en consecuencia, hay cansancio, somnolencia y se deteriora la calidad de vida, reiteró.
Aunque en México no existe una cifra de prevalencia del SPI, en diferentes países se han reportado datos que van desde 1.9 hasta 15 por ciento. En la CTS entre ocho y 10 por ciento de los pacientes que se hacen un estudio de sueño tienen este diagnóstico, refirió.
“Cuando llegan con nosotros dicen tener molestias en las piernas, tan irritantes que no pueden dormir. A esa dificultad se le denomina insomnio de inicio, y también se puede presentar en las madrugadas, porque la persona mueve las piernas, al hacerlo se despierta y tiene dificultades para volver a conciliar el sueño”, subrayó.
El universitario explicó que el síndrome se acompaña de nerviosismo y ansiedad, asociados al hecho de ir a acostarse debido a los malestares que, piensa el paciente, seguramente se presentarán; eso impide un sueño reparador y, por lo tanto, al día siguiente estarán cansados, somnolientos e irritables.
Se han descrito varias causas del SPI, que es más común en adultos mayores: lesión en la médula espinal, anemia, disfunción renal o alguna enfermedad neurológica como el mal de Parkinson; también se puede presentar en pacientes diabéticos que tienen neuropatía periférica.
Jiménez Correa expuso que hay dos métodos para detectarlo: el clínico, que implica insomnio de inicio, nerviosismo, intranquilidad y molestias en las piernas al acostarse y durante la madrugada.
El otro es mediante estudios polisomnográficos: con éstos se puede documentar el incremento del tiempo que transcurre para empezar a dormir. Se colocan electrodos en las piernas, sobre todo en los puntos donde es factible comprobar el movimiento recurrente, y se identifica la relación causal de estos movimientos con el insomnio.
Existen diversos tratamientos, como medicamentos útiles para mejorar la producción de dopamina, además de ejercicios y estiramientos antes de acostarse, sobre todo de los músculos de las piernas, concluyó.
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