- La estrategia de reintegración de la UAM comprende la identificación y adecuación de la infraestructura universitaria y gestión de servicios.
Por: Redacción/
Como instituciones de educación pública “es nuestra responsabilidad orientar a la sociedad en la toma de decisiones; la gestión de riesgos, y el entendimiento sobre las implicaciones de la pandemia en nuestra vida”, refirió el doctor Gustavo Pacheco López.
El director de la División de Ciencias Biológicas y de la Salud (CBS) de la Unidad Lerma explicó que si bien la vacunación reduce las condiciones de vulnerabilidad, un retorno seguro a las actividades presenciales es inexistente, pues “lo que hacemos todos los días es una gestión del riesgo”.
Durante la mesa Los desafíos para el regreso a clases, que formó parte del Conversatorio Universidad, política, pandemia, el académico refirió que el regreso implicará tener conocimiento del tipo de inseguridad “que enfrentamos y las medidas necesarias para sortearla.
“El peligro está ahí y va a seguir existiendo, lo que queremos evitar es el agravamiento por COVID-19, en ese contexto debemos entender que nunca va a desaparecer y lo único que podemos hacer es reducir la vulnerabilidad y controlar la exposición para disminuir el riesgo en nuestra comunidad”.
El académico apuntó que “nos encontramos en una fase de transición, la cual es preciso asumir, pues todas las sociedades en el mundo están regresando a actividades presenciales programadas: Hay necesidad de volver porque está en juego una generación; no sólo la vida, estamos hablando también de las economías y del futuro de las naciones”.
La estrategia de reintegración de la UAM comprende la identificación y adecuación de la infraestructura universitaria y gestión de servicios, así como la programación de actividades de docencia, investigación y preservación de la cultura.
Entre los criterios que se consideran para las modalidades presencial y semipresencial, están la obligatoriedad de las Unidades de Enseñanza-Aprendizaje, la necesidad de espacios de la universidad para la realización de actividades, así como el volumen de grupos y espacio del aula para guardar las medidas de protección sanitarias.
La doctora Alicia Saldívar Garduño señaló que el retorno parte de una responsabilidad compartida por toda la colectividad universitaria, el cual tendrá que ser gradual, escalonado y con grupos reducidos, teniendo claro los protocolos sanitarios y los elementos para desarrollar resiliencia.
La reflexión en torno al desafío que representa la vuelta a las clases presenciales es relevante y oportuno, pues aun cuando “tenemos medidas de mitigación y control, el virus sigue representando un peligro”.
La investigadora del Departamento de Sociología de la Unidad Iztapalapa subrayó que este año y medio de actividades a distancia con el Proyecto Emergente de Enseñanza Remota (PEER) también ha traído consigo ventajas como la flexibilidad, una mayor calidad de vida al reducir tiempos de traslado, aprendizajes nuevos y la posibilidad de dar continuidad a los cursos.
Una de las cuestiones en las que es necesario pensar para un retorno seguro y lo menos riesgoso posible, tiene que ver con “los efectos que estudiantes y profesores hemos tenido durante este periodo, tales como estrés, ansiedad y depresión”.
Además de los cuidados físicos, también debe protegerse la salud mental de las comunidades, pues hay una sensación de incertidumbre, desconfianza, ansiedad y estrés.
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