Por. Redacción/
La protección a periodistas, el ejercicio pleno del derecho a la información y la suspensión del uso de los medios públicos como instrumentos al servicio de los gobernantes deben comprender, entre otros puntos, la agenda en materia de comunicación del próximo régimen en México, declaró el doctor Javier Esteinou Madrid, Profesor Distinguido de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
La prioridad debiera ser la salvaguarda de la vida de periodistas “porque en la medida que se sacrifica a los comunicadores, se refuerza el modelo de pensamiento único”, señaló en entrevista el investigador fundador de la Unidad Xochimilco, destacado por su participación tenaz en la lucha por la democratización de las políticas nacionales en este campo.
Para compensar el “enorme y desproporcionado desequilibrio entre los medios públicos y privados” propuso el incremento del presupuesto a los primeros, el apoyo a su autonomía e independencia de gestión, y que no sigan siendo utilizados como instrumentos en favor de presidentes, gobernadores, secretarios y legisladores, sino al servicio de la sociedad al operar abiertos a la libre expresión.
El académico del Departamento de Educación y Comunicación planteó como necesaria la recuperación de “los derechos que nos han quitado”: acceso a la información, de réplica, y de las audiencias, pero sobre todo, la posibilidad de expresar libremente el pensamiento y la opinión, con el fin de reconstruir la gama de garantías elementales que debe tener una sociedad moderna para diferenciarse de la medieval.
“Tendríamos que preguntarnos si el partido político que gane las próximas elecciones estaría dispuesto a lograr esto, porque hemos visto que usan la comunicación para crear una buena imagen de su desempeño”, aunque éste no sea bueno, pero sin ofrecer espacios de independencia a la ciudadanía.
Esteinou Madrid considera que los más de 50 años que ha trabajado en la defensa del derecho a la información y la participación de la sociedad civil en la confección de los planes de desarrollo fueron en un principio desafortunados, si se considera que recién en 2013 –con la reforma constitucional en el campo de las telecomunicaciones y la radiodifusión– algunas iniciativas fueron retomadas, aunque las leyes secundarias de 2014, paradójicamente, significaron un retroceso debido al llamado pacto por México.
“Esto no quedó ahí: los poderes fácticos mediáticos, los partidos políticos y el gobierno abjuraron los avances logrados en cuanto a las garantías comunicativas que corresponden a las personas” y este debilitamiento derivó en “una crisis del modelo de comunicación que sigue siendo acaparado por los grandes monopolios que dan la pauta a la agenda informativa del país”.
Los medios públicos pueden hacer muy poco ante tal situación debido a que las voces críticas, independientes y autónomas son amenazadas, perseguidas, despedidas y, si eso no fuera suficiente, desaparecidas y asesinadas, es decir, “vivimos una etapa delicada respecto de la libertad de expresión y de pensamiento y, por tanto, de agresión a la democracia”.
En cuanto a la Ley de Comunicación Social aprobada hace poco en la Cámara de Diputados, el gobierno prometió reglamentar el gasto oficial en publicidad, pero en el quinto año del sexenio un grupo de la sociedad civil demandó ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación el cumplimiento de esa responsabilidad al Poder Ejecutivo.
El asunto está en discusión, pero los planteamientos de las autoridades están orientados a mantener el control que permita un gasto excesivo en propaganda, con el fin de mejorar su imagen en esta fase electoral.
El profesor fundador de la UAM y Premio Nacional de Periodismo 2010 y 2014 manifestó su compromiso con esta casa de estudios, que definió como abierta, plural, respetuosa y de gran vocación para brindar apoyo a los académicos, ya que “me ha permitido desarrollar, a lo largo de cuatro décadas, un proyecto para estudiar los medios, la cultura y presentar alternativas a lo conflictivo que son estos temas para el país”.
En su reflexión sobre la transformación de la institución en sus primeros 45 años evocó aquellas instalaciones universitarias rodeadas por chinampas y a algunos de sus alumnos llegando en canoa por los canales aledaños y tomando clase con los pies llenos de lodo.
Ahora “vemos una maduración de las instalaciones físicas de la UAM, pero no sólo eso sino toda una organización interna en cuanto a su ley orgánica, procedimientos de trabajo, reconocimiento al esfuerzo pedagógico y una presencia muy importante hacia el exterior”, aunque “habría que reforzar su perspectiva y no olvidar su naturaleza como institución de servicio público”.
Respecto de la Licenciatura en Comunicación Social que imparte la UAM estima relevante retomar el pensamiento original de concebir la disciplina como uno de los puntos centrales del proyecto de desarrollo del país y, por ende, pensarla en función de la solución de los grandes problemas de la sociedad, incluidos la inseguridad, la violencia, la contaminación y el combate a la corrupción, ya que no hacerlo así significaría perder la perspectiva comunitaria, limitándose a los requerimientos de las empresas y los negocios, advirtió.
Para que exista un desarrollo justo deben existir estructuras equitativas de comunicación y los profesionales de esta disciplina, “más que técnicos que hagan buenos enfoques de cámara o efectos en cabinas de radio, deben ser estrategas que planteen cómo pueden contribuir a resolver los problemas de la sociedad”.
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