Por: Redacción/
Aprobado en la sesión 464 del Consejo Académico de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), el 13 de marzo de 2020, el Protocolo para Atender la Violencia de Género en esa sede establece los procedimientos y las rutas que deben seguir las personas e instancias involucradas, constituyéndose en un primer paso para erradicar ese fenómeno del espacio institucional, destacaron investigadoras.
La doctora Laura Raquel Valladares de la Cruz, investigadora del Departamento de Antropología y uno de los participantes en un conversatorio sobre el tema, informó que entre 2014 y 2017 fueron registrados en México mil 500 feminicidios, 41 mil 580 casos de abusos, mil 540 de acoso, dos mil 670 de hostigamiento y cinco mil 101 de violencia de género.
Universidades mexicanas crearon en 2018 el Observatorio Nacional para la Igualdad de Género, que elaboró un sistema de medición de avances para eliminar este mal en una escala del cero al cinco, en la que cero significa un avance nulo y cinco, uno consolidado.
Dicho estudio –realizado en 40 centros de estudio– arrojó un promedio de 1.5, lo que derivó en la instalación de áreas de defensoría, prevención, sanción y que al menos en 15 escuelas –entre ellas las unidades Xochimilco, Cuajimalpa y ahora Iztapalapa de la UAM– cuenten con protocolos para resolver la problemática.
La doctora Alicia Saldívar Garduño, adscrita al Departamento de Sociología, señaló que el asunto tiene alcance mundial y ha explotado en muchos ámbitos, lo que “nos ha volteado la mirada hacia las mujeres, porque nos afecta de manera muy particular; no es que ahora hayamos comenzado a padecerla, pero sí es más visible que en otros momentos de la historia”.
En México, en los últimos años ha habido manifestaciones de población femenina denunciando violencia en todo tipo de espacios y en las universidades de manera más puntual –con paros, tomas de rectorías y colocación de tendederos evidenciando acoso– con el propósito de visibilizarla y crear conciencia.
En la Unidad Iztapalapa empezó a escucharse la demanda de grupos de estudiantes congregadas en colectivos que no sólo se dedicaron a la protesta, sino también a estudiar la situación y tratar de comprenderla para identificar las interpelaciones que pueden hacerse a la Universidad, que está obligada a brindar un espacio seguro.
El Protocolo responde a los reclamos de alumnas organizadas, pero también al interés de la Rectoría, pues “hace mucho tiempo que se comprometió con ellas y convocó ante el Consejo Académico a profesores, trabajadores y representantes estudiantiles para crear una comisión que se encargara de formular un documento, que en principio se ocupara de las condiciones en la sede” y, luego de reuniones, este instrumento fijó las rutas para atender la situación.
También se revisaron materiales de la Universidad Nacional Autónoma de México y el Instituto Politécnico Nacional, así como un registro de incidentes en la UAM, aunque “hacía falta un insumo muy importante: un diagnóstico”.
Una encuesta sobre la percepción de la violencia aplicada a 600 miembros de la Unidad Iztapalapa, principalmente estudiantes, arrojó que dentro del campus 54 por ciento se siente inseguro; 70.7 no ha sido víctima; 24.8 por ciento sí lo ha sido y 4.5 por ciento en más de una ocasión, destacando en todos los rubros la población femenina.
A la pregunta de si habían sido objeto de acoso sexual, quienes dijeron que sí fueron atacadas por alumnos, sobre todo, después por profesores y por personal administrativo, no obstante, los docentes son identificados como los principales agresores en el caso de hostigamiento sexual.
El abuso sexual es protagonizado con mayor frecuencia por estudiantes atacando a sus pares o contra otros y después por académicos y administrativos, situación que dio pie a un nuevo mandato para la comisión, establecida en la sesión 455 del Consejo Académico de 2019: la elaboración de un Protocolo con énfasis en la violencia de género en la Unidad y el cual fue el aprobado el 13 de marzo de 2020, justo antes de la pandemia de COVID-19.
La doctora Socorro Damián Escobar, titular de Unigénero UAM-I, subrayó que la atención a las personas en tal situación y a todos los miembros la comunidad involucra la comprensión de mecanismos que deben priorizar la prevención y la aplicación de medidas de protección en casos graves. Además de procurar el acompañamiento ante instancias externas para conducir de manera oportuna y en apego al debido proceso, el acceso a la justicia para las víctimas.
Esto demanda acciones institucionales para promover una cultura de respeto y tolerancia, mediante procedimientos que deben seguir los individuos y las instancias respectivas.
“Teníamos una problemática que prevaleció durante muchos años y a la que no se había dado mucha atención; situaciones que ocurrían en los pasillos y los cubículos, afectando principalmente a las alumnas, pero también a profesoras, trabajadoras y algunos varones de la comunidad”.
En el encuentro participó también Sofía Torres Pavón, del colectivo Mujeres organizadas de la UAM-I y estudiante de Antropología Social, quien reconoció que el Protocolo recoge ciertos compromisos a mediano y largo plazos, y “puede ser un buen documento, pero no existe en este momento en la Universidad la infraestructura ni el personal suficientes para atender la magnitud del tema.
“No podemos quedarnos calladas y no exigimos cosas por gusto, sino porque es una necesidad en nuestra cotidianeidad. Sabemos que no vamos a poder caminar tranquilas dentro ni fuera de una universidad que no nos respalde en cuanto a la inseguridad y la violencia”.
El conversatorio fue convocado por la Unidad de Acción para la Prevención y Erradicación de la Violencia de Género, la Inclusión con Equidad y el Respeto a las Diversidades (Unigénero UAM-I).
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