Por: Redacción
Tras medio siglo de hostilidades entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el gobierno de ese país, se acordó un cese de hostilidades bilateral y definitivo, “lo que se convierte en uno de los momentos más importantes y esperanzadores para América Latina, porque se ha llegado a lo que tanto tiempo se había buscado”, señaló Rodrigo Páez Montalbán, del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC) de la UNAM.
No obstante, aunque haya cesado la tragedia humana que dejó alrededor de 250 mil muertos, 45 mil desaparecidos y siete millones de desplazados, según Rodrigo Páez, los problemas continuarán porque este proceso “tiene enemigos”.
Y explicó: “el gran enemigo de la paz para Colombia son los remanentes de bandas paramilitares, entre éstas, los denominados Urabeños, ubicados al noroeste del país; en el ámbito político está el expresidente Álvaro Uribe, quien se ha opuesto de manera reiterada a las acciones institucionales, y porque tiene una afrenta con Juan Manuel Santos, presidente actual”.
Las negociaciones fueron calificadas por el investigador de la UNAM como “serias, específicas y omnicomprensivas”, pues luego de tres años y medio del proceso de pacificación, iniciado en La Habana, Cuba, y que culminó ayer con la firma del acuerdo de paz, se abordaron y acordaron tópicos como el agrarismo, la lucha contra el narcotráfico, la atención a víctimas del conflicto y el sistema de justicia transicional aplicable a diferentes tipos de delitos.
“Fue una negociación muy larga, no sólo se trató de dejar las armas, por lo que éste, como otros elementos, marcan el fin del conflicto armado más viejo en América Latina, aunque falta que se realice el plebiscito para decidir de manera definitiva si los colombianos están satisfechos con estos acuerdos. Si no es así, se daría marcha atrás con lo logrado”, resaltó Páez.
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Lo que es un acto consumado y unánime, añadió, es que el proceso tiene un apoyo abrumador en América Latina. “Lo que sucedió es una brisa fresca para el continente; por supuesto, requerirá de una sanación amplia y larga para cerrar heridas”.
Rodrigo Páez agregó que es significativo para México haber acompañado dicho proceso de pacificación, en el que también colaboró la Organización de las Naciones Unidas.
El escritor Gabriel García Márquez fue un impulsor incondicional del diálogo entre ambas partes, desde 1985, y fue tras su deceso, en 2014, que las FARC, a través de un comunicado, “prometieron” la paz al Premio Nobel de Literatura:
“Con certeza, Gabo, lograremos con nuestro pueblo que Macondo no sea ya un pavoroso remolino de polvo y escombros. Y que ese delicado viento de luz que es la paz, arrulle nuestro presente, mientras tomas el camino de Remedios la bella. Con certeza, Gabo, repetiremos en tu nombre, con compromiso inquebrantable, que todavía no es demasiado tarde para construir una utopía que nos permita compartir la tierra”.
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