- La noción de las garantías individuales debe resignificarse, porque las construcciones a su alrededor son tan polivalentes que se ha perdido el elemento fundamental que estructura su sentido.
Por: Redacción/
El núcleo común de lo humano en la conceptualización de los derechos no existe ya y, en consecuencia, se sigue argumentando sobre ellos al mismo tiempo que son transgredidos, advirtió el doctor Joaquín Gallego Marín, al participar en un encuentro de expertos convocado por las universidades Autónoma Metropolitana (UAM) y Católica de Manizales, Colombia.
La noción de las garantías individuales debe resignificarse, porque las construcciones a su alrededor son tan polivalentes que se ha perdido el elemento fundamental que estructura su sentido y han tenido una serie de consideraciones, a partir de un “núcleo común de condición que ha desaparecido: lo humano”, porque se continúa configurando, tanto la teoría como su intencionalidad, pero sus representaciones permanecen en abstracto.
Existe una cantidad explosiva de indagaciones sobre el tema –desde su surgimiento, con la declaración de 1948, hasta la actualidad– y “se dispara la academia para poder desarrollar ideas propias”, dijo el investigador de la colombiana Universidad Libre Seccional Pereira, en su ponencia Derechos humanos: la paradoja. Inclusión/exclusión configurada por el Estado en Colombia.
El problema crea una paradoja, ya que se habla de estas jurisprudencias y de su alcance, pero se persiste en su violación, es decir, por un lado está la pretensión y por otro su transgresión constante.
“La concepción misma influye y determina el alcance de la protección”, que desde 1948 tiene una circunstancia contradictoria, pues “hay una intencionalidad, pero la racionalidad de sus formas empíricas ha generado –en cierta medida– circunstancias diferentes a dicha determinación primaria”, aseveró Gallego Marín.
Todo esto ha traído como consecuencia que se sigan violando, por lo que “es necesario comprender ese trasfondo y superarlo”, haciendo que los derechos se entiendan más allá de una expectativa y no sean sólo una condición normativa, sino que estén orientados hacia la posibilidad, es decir, a que su plan tenga éxito.
Durante la conferencia La práctica de los derechos humanos para una cultura democrática, la doctora Lucía Fernández Arbeláez, académica de la Universidad Católica de Manizales, sostuvo que las garantías individuales son atributos de dignidad de personas, colectividades y pueblos garantizados por los Estados y son también demandas de libertades, facultades o prestaciones directamente vinculadas con la integridad reconocidas como legítimas por la comunidad internacional.
Sus dimensiones son, por lo tanto, la ética desde el punto de vista de las cualidades morales que regulan la convivencia pacífica; la política desde los criterios de legitimidad y justicia, y el marco jurídico desde lo consagrado en la norma.
Fernández Arbeláez consideró que repetir hasta la saciedad un discurso de los derechos humanos y la democracia liberal, mientras se amenaza con la prisión y la vergüenza social no resuelven los problemas, ya que “al fin y al cabo cada sujeto debe estar convencido de las leyes que tiene para sí mismo, aunque no las haya aprendido en su contexto social”.
En los últimos cien años “hemos acumulado más información y conocimiento, pero existe la sensación de que algo nos falta, porque hemos llegado a seres exitosos pero incompletos” y esto es quizá la causa de las desazones y las ansiedades que alteran la existencia cotidiana en el mundo. Por ello tal vez ha llegado el momento de hacer una pausa y crear las posibilidades de armonía entre distintas verdades.
En su ponencia Propósitos de formación ética y ciudadana en Colombia, la doctora Martha Lucía Salazar Ándica, docente de la Universidad de la Sabana, señaló que uno de los principios de la ética profesional es especular en lo social; “cuando pensamos en el servicio a los demás, en la probidad y en las aptitudes para afrontar” los problemas, se encuentra el reconocimiento de sí mismo y de los demás.
Uno de los designios de la educación de profesionales debe partir de reflexionar qué clase de seres humanos se pretende formar y en esa medida “qué clase de sociedad y de nación edificar desde nuestras aulas u hogares. Todo lo que podemos construir o destruir en los planos socioafectivo, familiar o en el salón de clases encierra una responsabilidad inmensa, porque se trata de forjar el futuro de lo que será el país”.
La UAM y la Universidad Católica de Manizales realizaron el Primer Coloquio de investigación. La corrupción y la violación de los derechos humanos en contextos de desigualdad social de México y Colombia.
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