Por: Redacción
Los resultados del “no” en el plebiscito realizado en Colombia este domingo sobre el acuerdo de paz entre las FARC y el gobierno no debe verse en un sentido catastrófico, sino como una oportunidad para replantear los acuerdos en aquellos puntos polémicos, comentó Eduardo Bueno, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM.
Aunque es importante resaltar que no se pueden manejar en la futura negociación los puntos que las FARC jamás van a aceptar: ser juzgados en un juicio ordinario y no convertirse en un partido político. El “no” muestra la profunda polarización de la sociedad colombiana, y que para la derecha y algunos sectores críticos el convenio significaba demasiadas concesiones al grupo guerrillero, explicó el académico.
Con una abstención de más del 60 por ciento, los colombianos decidieron no avalar el acuerdo de paz. Grupos de derecha, encabezados por el expresidente Álvaro Uribe, “explotaron el legítimo sentimentalismo y dolor persistente de las víctimas entre las clases medias y pobres urbanas, a pesar de que el “sí” ganó en los departamentos realmente afectados por la guerra”, aseveró.
Estos grupos, en realidad aliados con el gobierno de Juan Manuel Santos, “no querían la reforma agraria, el acceso a escaños, ni la elegibilidad a cargos públicos para los cinco mil guerrilleros y el Secretariado de 64 integrantes, ni la cesión de un canal de televisión ni de las 31 estaciones de radio que tenía el Convenio; tampoco querían el esquema de justicia transicional que generaba un tribunal paralelo al constitucional, añadió Víctor Alarcón Olguín, miembro del comité de publicaciones de la misma entidad universitaria.
De cualquier manera, la guerrilla ha dicho que va a seguir negociando, que no regresa a la lucha armada. El gobierno del presidente Santos va a tener un rol más de mediación, y les va a dar más espacio. Tendrá que promover un conjunto de modificaciones a los acuerdos, sostuvo Eduardo Bueno.
Es importante recordar que lo que está planteando el uribismo es imposible de aceptar para cualquier grupo alzado en armas porque no es sólo la rendición, la humillación, sino que acepten una justicia penal como si fueran delincuentes y no actores políticos.
Con el discurso de “terrorismo” se pretende ocultar la enorme responsabilidad de la oligarquía agraria colombiana en el surgimiento de la violencia rural (de donde las FARC sólo son una expresión). A diferencia de México, Perú, Costa Rica, Chile, Bolivia, en Colombia no hubo reforma agraria.
Serenidad y no caer en provocaciones. Hay que esperar la propuesta del Presidente Santos, el cual cometería un error si se coloca en medio de las FARC y el uribismo. El Estado colombiano tiene diversos mecanismos para instrumentalizar parte de los acuerdos por la vía del consenso parlamentario, y eso sería lo más recomendable, finalizó el académico.
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