Por: Redacción/
“Nada podía haberme preparado para los escalofriantes testimonios que escuché la semana pasada de boca de los refugiados rohinyás que habían huido de las matanzas y la violencia en la provincia de Rakhine, en Myanmar”, escribe António Guterres en un artículo de opinión en el diario The Washington Post publicado el martes.
El líder de la ONU visitó la semana pasada los campamentos de refugiados en el distrito de Cox’s Bazar, en Bangladesh, donde se encuentran albergadas un millón de personas.
“Estas víctimas de lo que justamente se ha llamado limpieza étnica están sufriendo una angustia que sólo puede suscitar desolación e ira”, explica el Secretario General, quien agradeció a Bangladesh su generosidad, ya que pese a “sus limitados recursos” ha abierto sus fronteras y corazones a los rohinyás justo cuando países más grandes y ricos en todo el mundo están cerrando sus fronteras.
Estas víctimas de lo que justamente se ha llamado limpieza étnica están sufriendo una angustia que sólo puede suscitar desolación e ira.
Guterres recuerda, en ese sentido, que esta semana se está ultimando el Pacto Mundial sobre Migración en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York para que “países como Bangladesh no se queden solos en la respuesta a una ola de personas que huyen”.
El titular de la ONU que viajó junto con Jim Young Kim, presidente del Banco Mundial, señala que los 480 millones de dólares que esta institución ha ofrecido para ayudar a los rohinyás no son suficiente y que la comunidad internacional tiene que comprometerse más.
También pide al Gobierno de Myanmar que facilite la ciudadanía a esta minoría étnica y que cree las condiciones necesarias para el retorno de los refugiados de una forma segura y digna.
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