Por: Redacción/
El movimiento feminista es una revolución cultural y un ejercicio de derechos humanos, coincidieron mujeres políticas reunidas en la Facultad de Derecho (FD) de la UNAM.
Durante la mesa redonda “La igualdad de género y la violencia contra las mujeres: problema estructural, solución integral”, Raúl Contreras Bustamante, director de la FD, señaló que la verdadera igualdad entre mujeres y hombres reside en la educación, pues ahí solamente cuenta el talento de cada persona. “La toga y el birrete no tienen género y eso es un avance de la lucha histórica de las mujeres”.
Ruth Zavaleta Salgado, moderadora y legisladora fundadora del PRD, afirmó que “vivimos una etapa histórica del feminismo, un quiebre en la lucha por la no violencia”.
Dulce María Sauri, diputada del PRI y primera mujer en gobernar el estado de Yucatán, destacó que el pasado 8 de marzo estuvo marcado por las denuncias de casos de violencia. “De poco sirve la ley si no se cumple, pero si no existe la ley es imposible cumplirla”.
Respecto a la revolución cultural, expuso que “está en nuestras manos lograr un avance”, con ministerios públicos especializados en violencia contra ellas y el fomento de una cultura de la prevención.
Para Natividad Cárdenas Morales, del Instituto Nacional Electoral (INE), es necesario aumentar la capacitación de las mujeres para consolidar su liderazgo. “Son sujeto político, y la cultura se nutre de ideas”. Asimismo, resaltó que ya casi se logró la paridad en el Congreso, pero no hay más cambios y continúan necesidades que no se han cumplido.
María Elena Orantes López, exsecretaria general del Partido Movimiento Ciudadano, dijo que no ha sido fácil hacer efectivos los derechos de las mujeres, pero hay avances como la Ley contra la Trata de Personas, además de propuestas de instituciones como el Protocolo para la Atención de Casos de Violencia de Género en la UNAM.
Enna Paloma Ayala Sierra, del Instituto Nacional de las Mujeres, destacó la lucha por el acceso a la justicia para este género, y comentó que detrás de un feminicidio “está la apropiación del cuerpo y del alma”. Además, reconoció que sin el apoyo de los hombres “será imposible esta lucha”.
Finalmente, subrayó la necesidad de seguir impulsando políticas públicas desde los espacios comunitarios, de construir la narrativa sobre la violencia y comenzar a crear otros imaginarios sociales.
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