Por: Mugs Redacción
El sector energético representa 6.5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de México, cuya industria petrolera es imprescindible para su desarrollo, resaltó en entrevista el doctor Roberto Gutiérrez Rodríguez, académico del Departamento de Economía de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Los ingresos petroleros del país bajaron de 30 por ciento en 2014 a sólo 17 por ciento este año y la tendencia es que volverán a descender en 2016, incrementando con ello el déficit fiscal y la deuda externa del sector público.
Esto, apuntó, no obstante la reforma fiscal aprobada por el Congreso a fines de 2013 que impulsó la participación de los ingresos tributarios no petroleros en el presupuesto del gobierno federal en 2.5 puntos porcentuales del PIB.
Las exportaciones petroleras en el rubro de mercancías bajaron en apenas dos años de 13 a seis por ciento y no se puede esperar que los otros cinco capítulos principales de captación de divisas −turismo, remesas familiares, exportaciones manufactureras, inversión extranjera directa e inversión extranjera en cartera− sean capaces, individualmente o en conjunto, de compensar dicha pérdida.
De ahí las presiones de la balanza de pagos, reflejadas en el tipo de cambio y agudizadas por la fortaleza de la economía de Estados Unidos y la resistencia “de la Reserva Federal a aterrizar su política monetaria”, apuntó.
Entre junio de 2014 y enero de 2015 el precio internacional del petróleo cayó más de 70 por ciento, en tanto que la mezcla mexicana de exportación llegó a 33 dólares por barril a fines de noviembre último.
En promedio anual, el precio de 2015 será de 44.33 dólares por barril, inferior al observado en el peor año reciente, 2009, en que se ubicó en 58 dólares por barril. Esta volatilidad, con gran tendencia a la baja, se debe sobre todo a factores de sobreoferta.
“Desde 2010 Estados Unidos ha estado aumentando su producción de combustibles alternativos, sobre todo gas y petróleo shale, pero también biocombustibles, lo que aunado al incremento de la producción de Rusia y los desarreglos de la Organización de Países Exportadores de Petróleo generaron una sobreproducción a partir de finales de 2013 de casi dos millones de barriles diarios, la que podría aumentar al levantar las sanciones a Irán por su programa nuclear”, añadió.
Gutiérrez Rodríguez expuso que de Rusia, Estados Unidos y Arabia Saudita proviene 40 por ciento de la producción mundial y su interés por alcanzar un acuerdo sobre la oferta es a todas luces inexistente, aunque la demanda global se ha desacelerado, sobre todo por el efecto China.
El docente explicó que “la mayor estabilidad de las tasas de interés establecidas por el sistema financiero internacional que lideran los países desarrollados, hace que éstas se ubiquen en niveles reales negativos desde hace varios años, lo cual, sumado a la fortaleza de la economía estadounidense, da lugar a un dólar sobrevaluado y que tiene un efecto pernicioso para las economías emergentes, pues las hacen perder capitales.
Desde la década de 1980 los precios de los commodities, entre ellos el petróleo, se determinan en los mercados de futuros de Nueva York y Londres, lo que quiere decir que están sujetos a la especulación.
“La expectativa es que para 2016 haya un incremento de precios al consumidor, ya que en 2015 aumentaron los precios al productor por la depreciación del tipo de cambio. Mientras tanto, Pemex dejará de tener la fuerza que tuvo en el pasado para determinar, junto con la secretaría de Energía y la Comisión Federal de Electricidad, la política energética del país”, que estará determinada por los intereses de las empresas petroleras privadas nacionales e internacionales que se suman progresivamente al sector y, como demuestran las experiencias de Argentina, Ecuador, Venezuela, Bolivia y otros países, que se rigen por sus propios criterios y no por los de la nación donde operan.
Gutiérrez Rodríguez dijo que mientras a nivel internacional los precios de la gasolina y el diésel bajan, en México no ha ocurrido así este año ni sucederá en 2016, salvo porque, como decidió el Congreso, se moverán en una banda de tres por ciento hacia abajo y hacia arriba del nivel observado en 2015.
Así es como se va decantando, añadió, la política de precios que nace de la reforma energética y que refleja más escasez y pesimismo, que abundancia y optimismo, como originalmente se planteó.
Aunque para el próximo año las empresas privadas podrán importar gasolinas y diésel desplazando a Pemex, el precio seguirá siendo regulado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Lo ideal sería contar con una empresa nacional fuerte y capaz de amortiguar los efectos del entorno global, como sucede en Irán, Kuwait, Noruega, Arabia Saudita, Brasil, Colombia, Venezuela y otros países donde el eje sigue siendo la empresa petrolera nacional.
“Al estar Pemex tan debilitada por la reforma energética, ahora dependemos de la iniciativa privada. Esperamos que empresas trasnacionales como Shell, British Petroleum y Exxon inviertan en el país, pero después de tres rondas de licitaciones no estamos seguros de que lo harán. Lo más seguro es que las esperadas virtudes de la reforma tarden muchos años en materializarse, lo que quiere decir que la actual administración no alcanzará a verlos”.
El doctor Gutiérrez Rodríguez expuso que la reforma energética generó muchas expectativas para el mediano y largo plazos. “En cuanto a exportación de petróleo llegamos a 55 mil millones de dólares en 2011 y el objetivo expresado en 2013 era que a pesar de la caída de Cantarell en algún momento se regresara a tales niveles, con autosuficiencia interna.
“En cambio, en 2015 sólo facturaremos 22 mil millones de dólares, lo cual es mucho menos de la mitad; mientras tanto, nuestras importaciones de gasolinas, diésel y gas natural y licuado serán mayores, con lo que por primera vez desde de que nos erigimos en potencia exportadora en los años 70 del siglo pasado, la balanza petrolera registrará cifras negativas”.
Desafortunadamente, advirtió, para 2016 no se vislumbran cambios sustanciales, con un precio que difícilmente llegará a 45 dólares por barril.
“Nuestro país depende de la economía internacional porque es una economía abierta. En el mundo se espera una tasa de crecimiento de tres por ciento este año, lo que sugiere que el entorno global no es tan desfavorable”, añadió.
Empero, aseguró, el sistema financiero mundial está muy desbalanceado y es inestable, lo que nos causará muchos problemas, cuya principal manifestación es el aterrizaje de la política monetaria de Estados Unidos.
Por lo pronto, “mi expectativa de cierre para 2015 es que el PIB crezca 2.3 o 2.4 por ciento (el mismo nivel promedio de los últimos 25 años) y que en 2016 se logre un avance aun inferior. Paralelamente, el tipo de cambio seguirá débil, seguramente no abajo de los 16 pesos por dólar y no se vislumbra una recuperación de las principales empresas privadas, menos de las productivas del Estado”.
La deuda de algunas de ellas, aseveró, podría convertirse en su debacle, como ya hizo evidente para Pemex, en el sector público, y para ICA, en el privado. La primera refleja los problemas de la industria de los energéticos; la segunda, los del sector de la construcción, dos pilares de la economía.
Desafortunadamente esto arrastrará a la economía nacional, cuyo saldo de la deuda total se situará al cierre de 2015 en su nivel más alto desde la crisis de 1994-1995: 47 por ciento del PIB, un acicate para las reservas internacionales, la balanza de pagos y el tipo de cambio, concluyó.
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