- La decisión de unir el gasoducto que viene desde Texas al ramal que va a la península de Yucatán y prolongarlo hasta Cancún brindará acceso a gas natural para las empresas.
Por: Redacción/
El gobierno de México lleva a cabo una serie de inversiones desde el sector público –con las obras de la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, principalmente– que contribuirá a la conformación de una nueva geografía económica que modificará la presencia territorial dominante de la iniciativa privada en el país, aseveró el doctor Jordy Micheli Thirión, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
En el Seminario permanente: Estructura y coyuntura de la economía mexicana, el académico del Departamento de Economía de la Unidad Azcapotzalco propuso como un elemento de análisis, la construcción de una geografía que caracterice el proceso posneoliberal, con lo que “quizá estemos viendo el embrión de algo distinto desde el punto de vista histórico”.
La decisión de unir el gasoducto que viene desde Texas al ramal que va a la península de Yucatán y prolongarlo hasta Cancún brindará acceso a gas natural para las empresas, facilitando la generación de electricidad, lo que fortalecerá la economía en la región, que estará reforzada con la creación del Tren Maya.
A partir de los años 80 del siglo pasado, uno de los signos fundamentales de la política neoliberal fue el retiro del Estado y la prevalencia del capital privado, con lo que se dejaron de lado las iniciativas públicas de desarrollo local y de infraestructura.
El único factor relevante de las actividades licitas fue la participación extranjera, aunque otro monto importante fue aportado por la delincuencia, lo que conformó una geografía económica específica, con zonas definidas para la presencia de operaciones ilegales como fuerza de producción de riqueza.
La globalización y la acción creciente de las transnacionales se convirtieron en la principal fuerza en la configuración financiera nacional, por lo que en este marco el caso de la península de Yucatán es un ejemplo del retorno de la rectoría del Estado, planteó Micheli Thirión.
Los flujos de recursos foráneos de 2009 a 2019 –que tuvieron su pico en 2013, con 48 mil 200 millones de dólares– se mantuvieron en 33 mil millones anuales, en promedio, destinados sobre todo a la manufactura de la industria automotriz, mientras que en el ramo de servicios se ubicaron en el sector financiero.
La globalización económica ha sido un factor de transición geográfica: entre 1989 y 1994, 76.8 por ciento de la inversión extranjera se concentró en la Ciudad de México, el Estado de México, Baja California y Nuevo León, cuatro entidades con 26 por ciento de la población, pero para el periodo 2013-2018, 73 por ciento del total se localizaba en 12, que representaban 58 por ciento de los habitantes.
En México se observan tres geografías por efecto de la globalización: un primer grupo tiene entre cinco y 16 por ciento de los acervos de los recursos foráneos e incluye al Estado de México, Ciudad de México, Jalisco, Guanajuato, Chihuahua, Aguascalientes, Nuevo León y Coahuila; siguen aquellos con entre dos y 4.9 por ciento; el tercer segmento está integrado por Oaxaca, Guerrero, Chiapas, Baja California Sur, Sinaloa, Durango, Yucatán, Campeche, Tabasco, Quintana Roo, Morelos, Nayarit y Colima, con menos del uno por ciento.
La geografía económica está marcada por la globalización “y, en ese sentido, el T-MEC –acuerdo que reúne a Estados Unidos, Canadá y México– se ha convertido en un importante impulsor del capital extranjero, aunque el área sur-sureste ha estado marginada de ese proceso.
Entre 2003 y 2018 el Producto Interno Bruto (PIB) de Campeche decreció 4.5 por ciento como promedio anual, mientras que Yucatán creció en 3.2 por ciento y Quintana Roo en 4.7 por ciento, aun cuando la economía del primero es mayor que las de ambas entidades de la península.
En la década de 1980, 65 por ciento de los pobladores de la península vivía en Yucatán y para 2010 bajó a 48 por ciento, en tanto que Quintana Roo pasó de 11 a 34 por ciento, lo que ejemplifica una modificación significativa de la distribución poblacional urbana en la región.
De 2013 a 2018, la inversión extranjera en Quintana Roo representó 1.6 por ciento del total nacional, en tanto que Yucatán y Campeche recibieron 0.5 y 0.6 por ciento de esos flujos, respectivamente; de las tres, sólo la primera tuvo relevancia en términos de la globalización.
El doctor Micheli Thirión participó en el Seminario con la ponencia Transiciones de la geografía económica de México. El caso de la península de Yucatán.
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