- José Vasconcelos representó un punto de inflexión en la Universidad, asevera el secretario General, Leonardo Lomelí Vanegas.
Por: Redacción/
El escudo y el lema de la Universidad Nacional son símbolos que nos brindan la verdadera identidad. “Nos llenan de orgullo, modelan la conducta colectiva y convocan a la unidad”, afirmó el rector Enrique Graue Wiechers, ante integrantes de la Junta de Gobierno, Junta de Patronos y representantes de la comunidad universitaria.
Al encabezar la ceremonia por los primeros 100 años de estos símbolos universitarios, indicó que resguardan la memoria de nuestra historia, la cual se entreteje con el espíritu del presente y perfila los quehaceres universales de esta casa de estudios.
“Ambos son un emblema que refrenda una memoria viva y vigente, que amalgama nuestras raíces, reúne nuestros logros y anhelos, vislumbra el futuro que le da significado al alma universitaria con la que todas y todos nos definimos e identificamos.
“Con su esencia académica, su autonomía, sus valores y sus emblemas, la UNAM nos ha dado cobijo bajo una voz que nos une y nos incentiva a pensar en todo lo que falta por hacer para que las futuras generaciones puedan escuchar, con orgullo, compromiso y dignidad, el espíritu de México y de su Universidad”, expresó el rector, acompañado por la presidenta en turno de la Junta de Gobierno, Ana Rosa Barahona Echeverría, así como del presidente de la Junta de Patronos, Othón Canales Treviño, entre otros integrantes de estos órganos de gobierno.
En tanto, el secretario General de la UNAM, Leonardo Lomelí Vanegas, recordó que hace 100 años el Consejo de Educación aprobó que el escudo de esta casa de estudios fuera un mapa de la América Latina con la leyenda “POR MI RAZA HABLARÁ EL ESPÍRITU” que significa “la convicción de que la raza nuestra elaborará una cultura de tendencias nuevas, de esencia espiritual y libérrima. Sostendrán el escudo un águila y un cóndor apoyado todo en una alegoría de los volcanes y el nopal azteca”.
Estos símbolos se implementaron bajo el rectorado de José Vasconcelos, el cual representó un punto de inflexión en la institución, pues hizo un replanteamiento de ésta y se abocó a impulsar una ambiciosa revolución educativa y cultural, la cual culminó con la creación de la Secretaría de Educación Pública (SEP).
El rector Vasconcelos, añadió Lomelí, entendió que el país no tendría futuro si no se llevaba a cabo un esfuerzo educativo, que fue acompañado por una ardua labor de reconstrucción del país durante los años 20 y que mandó un mensaje: “el futuro del país no podía descansar en las personalidades sino en las instituciones, y una de ellas es la UNAM”.
El historiador e integrante de la Junta de Gobierno de la Universidad, Javier Garciadiego Dantán, coincidió en que Vasconcelos llevó a cabo una transformación de esta casa de estudios.
“El cambio de su escudo y lema en 1921 refleja la transformación en su naturaleza y objetivos: el águila mexicana y el cóndor andino hermanados, velan por el subcontinente latinoamericano y el añoso latín fue desplazado por la rotunda frase antipositivista, forjada en el crisol de nuestras razas, en plural, de nuestro rico y complejo mestizaje: Por mi raza hablará el espíritu”, dijo.
Pero la transformación implicó también una nueva promesa: dejar de ser una institución para las élites y ampliar la matrícula a las clases medias y sectores populares. “Si la Universidad de Justo Sierra se identificaba con Europa y Estados Unidos, la Universidad de Vasconcelos estaba claramente orientada a América Latina”, resaltó en la ceremonia en la que participó también el presidente del Consejo directivo de Fundación UNAM, Dionisio Meade y García de León
Previamente, Hugo Casanova Cardiel, director del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE), expuso que Vasconcelos mostró una profunda convicción social y un fuerte compromiso con la Universidad y el país que se encontraba seriamente afectado por los años de enfrentamiento armado, con más de 80 por ciento de su población analfabeta y con una enorme división social.
Recordó que en su toma de protesta como rector, Vasconcelos afirmó que la pobreza y la ignorancia eran los peores enemigos y a la Universidad le tocaba atender la segunda, al tiempo que pidió a esta casa de estudios trabajar por el pueblo. “La Revolución ya no quiere, como en sus días de extravío, cerrar las escuelas y perseguir a los sabios. La Revolución anda ahora en busca de los sabios”, dijo.
De igual forma, refirió que el centenario del lema y el escudo universitarios es una nueva oportunidad para valorar el papel de la Universidad cuya expresión más contundente de su obra la constituyen miles de mujeres y hombres que, tras pasar por sus aulas, han extendido la presencia de la institución en todo el país, así como sus aportaciones en todos los campos del conocimiento, y a la construcción de la democracia nacional.
La investigadora del IISUE, Renate Marsiske Schulte, indicó que el desarrollo político, económico y social de México no hubiera sido posible sin una institución como la UNAM, cuya historia contempla avances, conflictos, pero nunca ha dejado de cumplir con sus tres funciones sustantivas: docencia, investigación y difusión de la cultura.
El proyecto de la Universidad Nacional se ha definido en su trayecto institucional, en sus leyes orgánicas y sus reformas. “Ha sido un camino largo y difícil para llegar a ser una universidad moderna, que hoy compite con las mejores del mundo, y es referente de gran admiración de otras instituciones de educación superior de América Latina y el mundo”, afirmó la académica en la ceremonia en la que estuvieron también los secretarios generales de la AAPAUNAM y el STUNAM, Bertha Guadalupe Rodríguez Sámano y Agustín Rodríguez Fuentes, respectivamente.
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