Por: Redacción/
El apoyo a la movilización social que se está dando en Chile no debe escatimarse, ya que se trata de una expresión saludable luego de mucho tiempo que ese pueblo permaneció dominado por un conjunto estructural, herencia de la dictadura que gobernó ese país durante 17 años, sostuvo en entrevista Ricardo Yocelevzky Retamal, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Durante la emisión del programa Horas de vuelo, transmitido por UAM Radio 94.1 FM, recordó que la protesta fue detonada por el alza de tarifas del sistema público de transporte, que entró en vigor el pasado 6 de octubre cuando se elevó el costo a 830 pesos chilenos (1,17 dólares), lo que equivaldría a más de 20 pesos mexicanos, pero las condiciones para el descontento fueron escalando con el paso de los años, en particular por la privatización de servicios fundamentales, la poca o nula representación de los distintos sectores sociales y una política poco sensible.
Tal como expresa uno de los emblemas del movimiento No es por 30 pesos, es por 30 años, el Profesor Distinguido de la UAM explicó que estas manifestaciones denominadas como actos de evasión masiva son resultado, no sólo de la privatización del transporte urbano, también de la educación básica y superior, los servicios de salud, la seguridad social y los fondos de pensiones.
El académico del Departamento de Política y Cultura de la Unidad Xochimilco apuntó que lo que comenzó como una serie de episodios aislados en la que estudiantes se negaron a pagar las tarifas resultó en un movimiento masivo que se replicó en toda la capital.
Frente a las protestas, el gobierno declaró un estado de emergencia el 19 de octubre y mandó al ejército a las calles para intentar acallarlas, con resultados fatales, ya que la medida dejó una docena de muertos y terribles actos de represión que han generado reclamos del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), entre otros organismos.
Ni la estructura política ni el gobierno han sido sensibles ni receptivos a estos movimientos y sus causas, ya que los atribuyen a fuerzas externas y teorías conspirativas que empujan a los estudiantes, sin que hasta ahora haya alguien que represente a los que están en la calle protestando.
No obstante, refirió que estos jóvenes son valientes y tienen experiencia en las luchas políticas, por ejemplo en la defensa por una mejor educación y de acceso gratuito, derechos que les han sido negados sistemáticamente por todos los gobiernos.
“Esa generación tiene una frustración sumamente grande y sabe que va a necesitar una gran acumulación de fuerza para lograr pequeñas concesiones de cualquier parte del gobierno”.
Aunque ahora aparecen propuestas de ley con programas de mejora, el investigador sostuvo que éstas no tocan la estructura ni dan respuesta a las demandas de los ciudadanos, por lo que es necesario que se propicie el diálogo con representantes de la sociedad civil y otros actores: trabajadores, federaciones, colegios de profesionales y el tejido de organizaciones sociales de ese país.
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