- Ha surgido gran cantidad de alternativas verdes al consumismo: productos, proyectos, servicios y propuestas para el manejo óptimo de los recursos naturales que significan cambios y transformaciones en diferentes niveles.
Por: Redacción/
Las sociedades viven de acuerdo con un modelo de economía lineal en el que el consumismo gobierna el proceso productivo en todas sus fases, sin observar un uso racional de los recursos naturales ni la reutilización de las materias primas para abatir el impacto medioambiental, coincidieron especialistas participantes en el Seminario virtual: Miradas críticas sobre sustentabilidad, economía y ecología, convocado por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y otras instituciones.
Ante ello, la economía circular propone reducir y reciclar todos los materiales y energía posibles para reaprovecharlos, con la finalidad de disminuir su agotamiento y, por el contrario, alargar el ciclo de vida de los mismos, sostuvo la doctora Graciela Carrillo González, investigadora del Departamento de Producción Económica de la Unidad Xochimilco de la UAM.
Ha surgido gran cantidad de alternativas verdes al cosumismo: productos, proyectos, servicios y propuestas para el manejo óptimo de los recursos naturales que significan cambios y transformaciones en diferentes niveles, con el fin de reciclar las cosas y estructurar nuevos procesos o formas mediante el ecodiseño, mientras que en el terreno académico hay investigaciones sobre reducción y reúso, aunque existe poco vínculo con el desarrollo sostenible.
Esa rama de la economía, en particular en España, está vinculada a la prosperidad y la calidad del hábitat, aunque no tanto a la equidad ni a las generaciones futuras; el concepto está ligado al modelo capitalista de crecimiento y mejora del entorno con su raíz en la economía ambiental, porque recupera elementos del mercado para ubicar la oportunidad de negocios con el propósito de ser más eficiente, pero también se asocia con la economía ecológica, en cuanto a flujos físicos, biomasa, energía.
La economía verde se sitúa en la ecología industrial –que apareció en los años 80 del siglo pasado– con un enfoque que propone sinergias para el reaprovechamiento de las materias primas y los residuos de las actividades productivas, afirmó la doctora Carrillo González.
China, Canadá y algunos países de Europa han empleado esa forma de organización corporativa, cuyo desarrollo teórico propone la desmaterialización y el balance entre materiales y energía hasta su reintegración a los ciclos biogeoquímicos. En México se conocieron algunas experiencias de reciclaje a partir de la década de 1990 en el corredor industrial Altamira-Tampico, Tamaulipas; en empresas pequeñas de algunos municipios, y en centros de investigación.
En el terreno conceptual la economía circular es una noción nueva asociada con otras de la agenda internacional después de la crisis de 2008 y, dado que responde a la preocupación por reactivar la producción, no es una idea radical sino que, por el contrario, se ubica en la búsqueda de alternativas al contexto capitalista.
Algunos conocimientos que emplea provienen de la economía verde, la bioeconomía, el crecimiento verde y la ecoinnovación, pero en un escenario capitalista competitivo, en el que las empresas toman las decisiones más importantes e inciden en la crisis actual
En la ponencia Los límites de la economía circular expuso que ésta es criticada porque tiene lugar en el marco de un modelo capitalista que mantiene el statu quo y no cuestiona el crecimiento, creando la ilusión de que el esquema puede ser limitado, lo cual no es cierto, porque cuando un proceso es más eficiente con menos insumos, en términos absolutos aumentan la producción y el consumo de energía. La académica explicó que puede aplicarse en comunidades que emplean los recursos racionalmente.
El investigador Iván Alexander Ayme Huertas, presidente de la Asociación InterQuorum de Perú, señaló que “vivimos en un esquema basado en la economía lineal donde extraemos, elaboramos, usamos y desechamos mercancías, formas de producción y consumo”.
La Organización de las Naciones Unidas reporta que en el mundo se generan 50 millones de toneladas de residuos eléctricos al año y estima que a ese ritmo para 2050 se llegará a 120 millones de toneladas, lo que representa un grave problema para el planeta, concluyó el investigador.
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