Por: Redacción
El capital no es un libro científico sino ético, porque representa la crítica a la moral burguesa y es cien por ciento vigente porque Carlos Marx es el único crítico del capitalismo cuya sátira está dirigida a la esencia de dicho sistema, afirmó el doctor Enrique Dussel Ambrosini, Profesor Emérito de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Al dictar una de las conferencias magistrales del Coloquio internacional K.150. A 150 años de la publicación de El capital, en la Unidad Cuajimalpa de esta casa de estudios, el fundador de la filosofía de la liberación sostuvo que el teórico alemán realizó un análisis económico, ético, filosófico y ontológico al capitalismo.
Cuatro años después de la aparición de ese texto, en 1871, otros teóricos de la economía clásica argumentaron: “no, el valor no es la objetivación de la vida, sino el placer del comprador en el mercado”; esto quiere decir que “en vez de pensar que el trabajador es el que produce (valor) es el deseo el que lo provoca”, con lo que “todo se invierte contra Marx y de ahí surge la economía posterior hasta llegar al neoliberalismo actual”.
En ese sentido, el economista alemán es más actual que nunca porque hizo el diagnóstico de la esencia del capital y “mientras haya capitalismo más vigencia tendrá”, apuntó.
En los Grundrisse –considerados borradores de El capital– es mostrado de manera cabal el pensamiento del filósofo; “los marxistas al leer esos textos descubren que deben estudiarlo y los antimarxistas que es un gran pensador”.
El académico del Departamento de Filosofía de la Unidad Iztapalapa afirmó que pensadores como Federico Engels, Georg Lukács y “el impostor” Louis Althusser no pudieron leer al “Marx cronológico”; hoy lo tenemos por primera vez porque se acaba de publicar el tomo 14 de todos los manuscritos de El capital, aunque “yo lo estudié en los archivos de Berlín” desde 1984.
En 1857 el filósofo y economista empezó a escribir la primera redacción de El capital, pero “la que hoy festejamos es la cuarta” y señala que de lo que se trata es de hacer una crítica del sistema de categorías de la economía política burguesa, una de ellas es la referente al trabajo vivo, a aquel “disociado de toda objetividad” y de todos los medios de producción.
La vida es el horizonte metafísico de este pensador: el trabajo es vivo y el capital muerto”, en una dialéctica entre la existencia y la muerte en donde el pobre muere y el rico vive chupando la sangre del primero como un vampiro”.
Dussel Ambrosini señaló que se trata del “despojamiento total: el trabajo como pobreza absoluta”, por lo tanto Marx no habla de la lucha de clases en primer lugar, sino de que “alguien es pobre porque llega de Oaxaca y no tiene nada, debido a que dejó el campito y todos sus instrumentos de faena, y desnudo dice al señor capitalista: compre mi cuerpo, porque no tengo nada qué vender”.
“El ser pobre es anterior a la clase” y, por lo tanto, “la pobreza es considerada no como carencia sino como exclusión plena de la riqueza objetiva”.
El trabajo vivo, una vez que es subsumido en el capital, produce valor y al acrecentarse “es el ser del capital”, y de ahí Marx inicia la construcción de todas las categorías”.
Los analistas “no habían pensado que Marx haría una crítica de todo el sistema de las categorías de la economía política para ofrecer otro horizonte categorial”, por lo que el autor alemán “está por estudiarse y es válido porque el capitalismo está vigente, por ello hay que leerlo en serio”, finalizó.
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