Por: Mugs Redacción
Este reporte empieza en 1962, año asociado a una exposición: La Universidad de ayer y de hoy, concebida para fomentar la conciencia universitaria entre los estudiantes de entonces y, al mismo tiempo, mostrar a los visitantes las virtudes de la institución. Cuatro años después el proyecto se consolidó como un archivo para recuperar documentos dispersos a fin de preservarlos y organizarlos.
Desde entonces, el Archivo Histórico de la UNAM (AHUNAM) es el repositorio de la memoria universitaria; sin embargo, dado que esta casa de estudios representa el mayor proyecto cultural del país en el siglo XX, también resguarda la memoria de la sociedad, al menos en los aspectos educativos y culturales, indicó Clara Inés Ramírez, coordinadora del mismo.
Consta de dos clases: los fondos y colecciones universitarias, integrados por documentos que la propia institución genera y considera históricos, como aquellos de la administración central, de obras, del Consejo y Patronato universitarios, de Difusión Cultural o de Servicios Médicos.
La otra son los fondos incorporados que ha obtenido o recibido en donación; suelen ser archivos privados de personajes, cuyas familias han considerado que ésta es la institución que puede conservarlos de la mejor manera. Así, protege los de algunos generales revolucionarios como Francisco L. Urquizo (en su labor de escritor, no militar), que incluye dos borradores de libros y su colección hemerográfica, y el Fondo Heriberto Jara, entre otros, que contrastan con el Fondo Cristeros.
“Pueden consultarse también documentos de Ignacio García Téllez, primer rector después del movimiento estudiantil por la autonomía de 1929, también fundador del IMSS y abogado defensor de Heberto Castillo cuando estuvo preso en Lecumberri. Asimismo, de Jaime Torres Bodet, que se adquirieron entre El Colegio de México y la UNAM; la biblioteca está en el Colegio y otra parte aquí”, informó Armando Pavón, encargado de los procesos archivísticos de la dependencia.
“La mayor parte de los documentos, incluso expedientes de alumnos y profesores, son fondos textuales y miden más de cuatro kilómetros si se colocan uno tras otro”, añadió Clara Inés Ramírez.
Los fondos gráficos contienen, en gran medida, parte de la historia cultural del país. Es el caso del acervo de Ricardo Salazar, fotógrafo de la entonces Dirección General de Difusión Cultural, quien registró con su cámara la presencia en la UNAM de los escritores mexicanos y los novelistas del boom latinoamericano de los años 60 y 70.
Otro fondo gráfico es el de Armando Salas Portugal, que contiene imágenes del Centro Cultural Universitario antes de su construcción, así como de los alrededores de Ciudad Universitaria. Uno más es el de Manuel Gutiérrez Paredes, Mariachito, fotógrafo oficial de la Secretaría de Gobernación, cuyas tomas muestran un aspecto medular del movimiento estudiantil de 1968.
Pero, sin duda, el fondo gráfico más representativo es el de la Dirección General de Comunicación Social, “que bien podría llamarse Gaceta UNAM”, con más de un millón 500 mil fotos, de las que ahora pueden revisarse 40 mil en formato digital, aclararon los historiadores.
A partir de la década de los 80, el AHUNAM dedicó recursos para microfilmar los fondos, pero cuando aparecieron las nuevas tecnologías se cambió al proceso digital. El propósito es poner a disposición del público un vínculo en la página web de la Universidad, donde se colocarán contenidos y catálogos para que investigadores y usuarios puedan consultarlos.
En ese mismo formato se encuentran los carteles que circularon en la ciudad de México durante el mismo movimiento estudiantil de 1968. Recopilados por Ethel Villanueva, Esther Montero y Justina Lori, ahora son útiles para entender aspectos del movimiento que no se encuentran en las fuentes oficiales. De igual manera, el AHUNAM recibió carteles del cine nacional donados por el Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), que abarca de los años 30 del siglo pasado hasta el presente.
Aunada a su vocación de divulgación, el AHUNAM desempeña una función académica, como preparar recursos humanos para la conservación de la documentación y, de ese modo, conocer el pasado de México. Recientemente se creó la licenciatura en Gestión Documental, que se impartirá en esta casa de estudios con académicos del Archivo, acotaron los especialistas.
Mención aparte merecen los acervos sobre las escuelas nacionales, que conservan documentación desde el siglo XIX. Fondos antiguos sobre instituciones de enseñanza como San Idelfonso, que contienen papeles de 1524 y de la fundación de la Real Universidad de México, en 1553. “Al mismo tiempo, conservamos todo lo referente a la Comisión Organizadora del Congreso Universitario (COCU), identificada con una imagen de los líderes estudiantiles de 1990”, destacó Clara Inés Ramírez.
El acervo está a disposición del público de las 9:00 a las 19:30 horas, en jornada continua; se localiza en el segundo piso de la Hemeroteca Nacional, al sur de Ciudad Universitaria.
Forma parte de la estructura del Instituto de Investigaciones Sobre la Universidad y la Educación (IISUE), creado en 2006, que a su vez tuvo como antecedente al Centro de Estudios Sobre la Universidad (CESU), fundado en 1976.
A 50 años
A medio siglo de haberse emprendido la tarea de preservar la memoria universitaria, el personal del Archivo celebrará con la puesta en operación de una página web, donde estarán sus acervos digitalizados al alcance de investigadores, alumnos y público, y con la exposición Salimos de la Bóveda, cuya sede será el Museo Universitario de Ciencias y Arte (MUCA), en CU.
“Me gustaría destacar la conmemoración de los 50 años, porque es una etapa más de la construcción de la memoria histórica, de enorme importancia para la UNAM y para el país” concluyó la coordinadora.
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