Por: Redacción/
Las agencias de la ONU presentes en la frontera entre Bangladesh y Myanmar apelaron hoy a la solidaridad internacional para asistir a los refugiados Rohingya que se asientan en esa zona tras huir de la violencia y que precisan ayuda desesperadamente.
Según la ONU, hacen falta 434 millones de dólares para socorrer a este colectivo durante los próximos meses.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) advirtió que la situación continúa agravándose con la llegada continua de unas 2.000 personas diarias a Bazar Cox, donde se ha establecido la mayor parte de los refugiados.
El portavoz en Ginebra de la OIM, Joel Millman, explicó que el personal de socorro trabaja acomodando a la gente en el vasto territorio de 1.200 hectáreas cedidas por el gobierno bengalí para establecer el que será el campamento de refugiados más grande del mundo, con 700.000 habitantes.
“Los organismos de ayuda han alertado sobre una gran escasez de alimentos, que podría propiciar una desnutrición generalizada. Se estima que unas 218.000 personas precisan terapia nutricional con urgencia, entre ellas se cuentan 145.000 menores de cinco años y miles de mujeres embarazadas o lactantes”, dijo.
La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) se centra en brindar albergue, agua y saneamiento tanto en Bazar Cox como en dos campamentos que ya existían y que ahora se encuentran sobrepoblados.
UNICEF , por su parte, implementó un plan para prevenir el riesgo de cólera y diarrea aguda entre los refugiados Rohingya que contempla la provisión de agua limpia, instalaciones básicas de saneamiento y promoción de la higiene, así como campañas de concienciación para evitar las enfermedades.
Además, con apoyo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se da tratamiento a los enfermos y se toman medidas para evitar los contagios.
El coordinador de Ayuda de Emergencia de la ONU, Mark Lowcock, viajó recientemente a Bangladesh para observar de primera mano la situación de los refugiados.
En declaraciones a la prensa en Ginebra, Lowcock dijo que los orígenes de la actual crisis en Bangladesh están en Myanmar y que, consecuentemente, las soluciones deben surgir en Myanmar y deben incluir el regreso voluntario y digno de los refugiados.
Lowcock destacó el sufrimiento que inflige a esa comunidad y relató la historia de un niño de once años al que conoció en uno los campamentos.
“Su madre, el niño y sus cuatro hermanitos emprendieron un viaje de nueve días para escapar de la violencia y del incendio de su aldea. La madre murió en el trayecto. Ese niño es ahora la única persona a cargo de sus cuatro hermanos y su hermana de dos años y medio está gravemente desnutrida”, recalcó.
Lowcock reiteró que es imperativo poner fin a las operaciones militares y permitir el acceso irrestricto de la ayuda humanitaria al estado de Rakhine, en Myanmar.
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