- Las zonas más afectadas por infecciones se ubican en lugares con mayores registros de pobreza y marginación.
Por: Redacción/
El acceso al servicio de abasto de agua de manera regular puede reducir los impactos del COVID-19 y es probable que se hubieran registrado menos contagios si todas las zonas de la Ciudad de México tuvieran un abasto eficiente, reduciendo así los costos de la pandemia, sostuvo la doctora Gloria Soto Montes de Oca, profesora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Al participar en el Foro Agua y COVID-19, la académica del Departamento de Ciencias Sociales expuso los datos de un estudio realizado en el Laboratorio de Análisis Socioterritorial de la Unidad Cuajimalpa, basado en el análisis de 690 colonias de la capital que registraron seis o más casos activos de COVID-19 entre junio y agosto.
También se descubrió que existe 61 por ciento más de sucesos con problemas de suministro del líquido, por lo que en general un menor avance social supone una menor capacidad de almacenamiento y compra de agua de pipas u otras fuentes que garanticen la dotación”.
Para la investigación se utilizó información sobre el Índice de Desarrollo Social en términos de colonia y se registraron alrededor de 33 incidentes en aquellas con índice de desarrollo bajo o muy bajo, contra 26 y 22 en colonias con nivel medio y alto.
“Las zonas más afectadas por infecciones se ubican en lugares con mayores registros de pobreza y marginación; si esto pasa en la Ciudad de México es probable que ocurra lo mismo en otros estados del país en los que pueden encontrarse más sitios donde hay dificultades con el servicio”, señaló.
La doctora Soto Montes de Oca explicó que de acuerdo con la Encuesta Nacional de Hogares 25 por ciento de casas tiene inconvenientes de tandeo, es decir, reciben el bien en forma intermitente y siete por ciento no cuenta con él; además un estudio de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) reveló que tres de cada diez domicilios urbanos cuentan con ese sistema y lo reciben sólo siete horas a la semana.
La doctora Lilia Rodríguez Tapia coincidió en que el acceso a fuentes del recurso mejoradas tiene una profunda huella en la dinámica social de ciertas poblaciones, influyendo en las tasas de educación, la igualdad de género y el progreso económico.
La docente del Departamento de Economía de la Unidad Azcapotzalco dio a conocer los primeros resultados de una encuesta sobre la conducta de los hogares en el consumo del producto ante el impacto del COVID-19 en la capital del país durante el periodo del 15 de agosto al 15 de septiembre, la cual se aplicó a través de internet, por correo y redes sociales.
A partir de las 603 respuestas provenientes de todas las alcaldías se encontró que 42 por ciento ha tenido a algún miembro de su familia o conocido infectado; 88 por ciento declaró que utiliza el cubrebocas; 66 por ciento usa gel en alcohol, y 89 por ciento siempre se lava las manos, sin embargo, 11 por ciento dijo que no tiene esta medida de higiene ante la falta del líquido vital, lo cual coincide con que 13 por ciento de casas indica que les falta agua corriente.
“Los hogares que no siguen las indicaciones de lavado frecuente de manos responden a la falta de cobertura del recurso o bien a recibir una dotación insuficiente y o intermitente y este asunto se concentra en áreas de la metrópoli con alta vulnerabilidad hídrica”.
Diecisiete por ciento de las familias empezó a comprar una mayor cantidad del producto embotellado como medida de precaución contra el COVID-19, alrededor de tres botellones más a la semana; diez por ciento declara no tomar agua de la llave, mientras que siete por ciento dijo que sí la bebe, este último dato indica un cambio de conducta respecto de sus hábitos en el consumo ante la crisis sanitaria”.
La académica manifestó que la higiene tiene vínculos establecidos desde hace tiempo con la salud pública y la referencia que aparece en el texto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) es una muestra del creciente reconocimiento de la importancia de la limpieza y de sus estrechos vínculos con el saneamiento.
“Las consultas internacionales entre los profesionales consideraron el lavado de manos con jabón y agua como una prioridad absoluta en todos los entornos y también como un indicador adecuado para el monitoreo nacional y mundial”.
La doctora Judith Cardoso Martínez abordó la situación en la alcaldía Iztapalapa, donde la calidad del líquido es deficiente, lo cual orilla a sus habitantes a adquirirlo en purificadoras que han proliferado en la Ciudad de México.
Cuarenta y siete por ciento de las que existen están en esta demarcación; se registran en el sistema de salud 450, pero a través de un recuento se encontraron 800, lo cual indica que muchos de estos negocios podrían no seguir la Norma Oficial Mexicana NOM-201-SSA1-2015”.
La investigadora del Departamento de Física de la Unidad Iztapalapa consideró que el uso de garrafones que llegan a lavarse y reutilizarse hasta cien veces, provocaría desprendimiento de nanopartículas que pondrían en riesgo el organismo.
Además, “se encontró arsénico y cromo, metales pesados que pueden producir cáncer, hasta en 91 por ciento de las purificadoras que no cumplieron con la norma; también coliformes fecales y microorganismos tipo E. Coli y el parásito giardia muris, que se halla en las heces fecales de las ratas, en 66 por ciento”.
Cardoso Martínez subrayó que basado en el conocimiento e investigaciones, aún no hay indicios de que el SARS CoV-2 pueda persistir en agua potable ni en purificada. Sin embargo, sí se encontró presencia de éste en las residuales, por lo que es importante un manejo adecuado para reducir la infectividad del virus y contar con un lugar diseñado en forma adecuada para evitar contagios a los trabajadores de las plantas de tratamiento.
En el Foro moderado por el doctor Raúl Hernández Mar, profesor del Departamento de Procesos Sociales de la Unidad Lerma, también participó el doctor Miguel Betancourt Cravioto, presidente de la Sociedad Mexicana de Salud Pública, quien destacó que hasta el momento no hay evidencia de transmisión fecal-oral del COVID-19 y que se trata de un virus inestable en el agua y altamente sensible al cloro, por lo que existe un mayor riesgo en comunidades con pobre infraestructura de distribución y tratamiento del líquido, de ahí la relevancia de diseñar e implementar planes de contingencia.
Organizado por la Red de Investigación en Agua de la UAM (RedAgUAM), el Foro Agua y COVID-19 continuará este jueves 22 de octubre, con transmisiones en vivo por las páginas de Facebook Live y YouTube de la UAM.
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