Por: Redacción/
En México el 94 por ciento de la tortilla que se consume es elaborada con maíz transgénico, asociado con cáncer y daño en el riñón, lo que demuestra que la población se ha convertido en el “experimento de Monsanto” ya que no hay otro país en el mundo que consuma tanto maíz y ello obliga al Gobierno Federal a aplicar la agricultura del futuro basada en la aplicación de biofertilizantes y, por ende, la erradicación de agroquímicos en todos los cultivos del territorio nacional.
Académicos, investigadores y estudiantes de la Universidad Autónoma Chapingo así como productores de alimentos orgánicos de los 32 estados de la República Mexicana, se pronunciaron por iniciar la “Revolución Blanca” a fin de restaurar los suelos agrícolas, mineralizarlos y sanarlos de la contaminación de la “Revolución Verde”, la cual se basó, por décadas, en el uso excesivo de agroquímicos y pesticidas.
En el marco del Tercer Foro Campesino donde se desarrolló el tema “¿Cuál es el futuro de la Agricultura Orgánica?, los investigadores Pedro Ponce Javana, Laura Gómez Tovar y Gerardo Noriega Altamirano, coincidieron en la urgencia de que el Estado termine con la agricultura convencional e impulse la agricultura orgánica.
Lo anterior debido a que este sistema de producción cobra importancia por la existencia de un nuevo consumidor preocupado por su salud, la cuestión ambiental, el respeto a la naturaleza, el rescate del conocimiento campesino, el aprovechamiento de recursos locales y la restauración de los ciclos biogeoquímicos, señaló el investigador, Gerardo Noriega Altamirano.
Este esquema de producción, explicó el académico, busca el aprovechamiento y conservación de la biodiversidad, acciones sociales justas y humanas así como la reducción de riesgos a campesinos y consumidores por el uso indiscriminado de agroquímicos.
Pedro Ponce Javana, Subdirector de Vinculación y Extensionismo de la UACh, comentó que la agricultura orgánica excluye el uso de fertilizantes de síntesis química así como plaguicidas, hormonas de crecimiento, herbicidas, entre otros insumos; además se basa en la incorporación de materia orgánica para el manejo de la fertilidad del suelo, el manejo biológico de plagas y enfermedades, en la rotación de cultivos.
En tanto, el investigador especializado en biofertilizantes y producción de alto rendimiento de la máxima casa de estudios agrícola del país, Gerardo Noriega Altamirano, sostuvo que la producción orgánica conduce a la prohibición de plaguicidas, por ejemplo, en Francia el herbicida de amplio espectro conocido como glifosato comercializado por Monsanto en los 70´s.
Por ello se pronunció a favor de que en México exista una política nacional para el desarrollo científico, tecnológico, de promoción a la producción y al consumo de alimentos sanos y de alta calidad.
Dijo que “avanzaremos en la medida en que se superen estas limitaciones, así como del desarrollo de un esquema de incentivos para fomentar este sistema de producción en el campo mexicano”.
Aseguró que en la Universidad Autónoma Chapingo “diversos grupos de profesores-investigadores promueven métodos para la producción orgánica, para el manejo de la fertilidad de suelos, de plagas y enfermedades; de tecnologías y prácticas agroecológicas y manejo sustentable de los recursos naturales.
Todo con una estrategia económica para la agricultura mexicana orientada a mejorar el nivel de vida de los productores y consumidores así como una vía para producir alimentos para el autoconsumo familiar y una nueva relación productor-consumidor mediante los tianguis orgánicos, agregó.
En ese orden de ideas, Laura Gómez Tovar, profesora-investigadora del Departamento de Agroecología de la UACh, luego se sostener que el 94 por ciento de la tortilla que consumimos los mexicanos es de maíz transgénico, alimento que causa daño en el riñón y hasta cáncer como lo han demostrado en Estados Unidos tras estudios de laboratorio detallados al uso masivo de glifosato, ratificó que “somos el experimento de Monsanto”.
Indicó que ante el Consejo Nacional de Producción Orgánica se ha propuesto terminar con la “agricultura de la Revolución Verde” ya que urge cuidar la salud de los mexicanos y una mejora de los suelos agrícolas.
Dio a conocer que en México son más de 600 mil las hectáreas dedicadas a la producción agrícola con la existencia de aproximadamente 200 mil productores pequeños y medianos, 2 mil familias que viven de esta actividad como unidades de producción, más de mil unidades de producción dedicadas a la venta directa en mercados y tianguis así como más de 50 unidades de producción consideradas como grandes empresas. Todas ellas generan una derrama económica estimada de 600 millones de dólares al año.
Afirmó que la agricultura orgánica ha crecido satisfactoriamente en los últimos años ya que mientras en 1996 eran 27 mil hectáreas cultivables, para 2017 se llegó a 600 mil hectáreas.
En su participación, enmarcada en el Foro y tema de orgánicos como parte de la XXII Feria de la Cultura Rural, Aurora Lobato García, funcionaria de Senasica de la Sagarpa, comentó que está en proceso de actualización de los lineamientos para la producción orgánica ya que hay temas “super rebasados” por ejemplo el artículo 24 que habla de la adjudicación certificación participativa y que demanda analizar la realidad productiva del país.
Asimismo expuso que otro tema a analizar es el de la biofarmaceútica porque la agricultura orgánica hace mucha aportación en la medicina y necesita su reconocimiento.
También está el asunto de los cosméticos y, en todo ello, la producción orgánica es de gran demanda en la Unión Europea, Canadá y Japón.
En tanto, productores orgánicos como Homero Blas Bustamante, Beneficio Majomut y Roberto Peralta al igual que Juan José Linares, Secretario Técnico del Consejo Nacional de Producción Orgánica, exhortaron a las autoridades federales a impulsar la agricultura orgánica para mejorar la salud de los mexicanos ante la pandemia de obesidad y diabetes que actualmente padece el país.
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