Por: Diana Pliego, Griselda Fernández y Fernando Nava
Llegaron de muchas partes, todos se dirigían al punto de partida que sería la Victoria Alada conocido popularmente como Ángel de la independencia.
Dos años que el pueblo mexicano recuerda, por la “desaparición forzada” de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos, de Ayotzinapa, no se ha dicho una respuesta concreta, ¿fueron matados? ¿O sólo desaparecidos?. Esa es la respuesta que buscan sus padres luego de 731 días en que ninguno de esos jóvenes ha regresado a casa.
Un grupo de ellos viajaba en el Sistema Colectivo Metro descendieron en la estación Insurgentes. En el andén empezaron a escucharse consignas coreadas.
Pancartas de papel Craft pintadas de rojo y blanco encabezaban al grupo. Mensajes como: “Pienso, luego me desaparecen“, “Ni con tanques ni con vallas, Ayotzinapa no se calla”
Con el apoyo del pueblo mexicano, sindicatos como: el Sindicato Mexicano de Electricistas, Sindicato de Telefonistas, víctimas de Nochixtlán, miembros del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional y civiles que marchaban ocupando lo ancho y largo de la avenida. También sobrevivientes del ataque del 2 de octubre de 1968 entre otros más.
Eran los estudiantes de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, caminaron por la calle de Florencia hasta integrarse al contingente que había iniciado puntualmente a las 16:00 horas.
Los padres de los 43 iban caminando cubiertos con un lazo que sostenía el grupo Marabunta de Derechos Humanos, sus lonas con la fotografía de sus hijos y playeras rojas que recordaban la sangre derramada emprendieron su viaje hacia el Zócalo, capitalino.
Cientos de universitarios faltaron a sus clases para poder unirse a la protesta, el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se veían dentro de los contingentes.
“Vivos se los llevaron, vivos los queremos”, “Fue el Estado” “No están solos”, “tu muerte será vengada” eran algunos de los gritos más sonados por todos los participantes.
Con pasos lentos pero firmes, miradas tristes y llenas de rabia a la vez, los dientes apretados como si dieran una gran mordida y las esperanzas de ver a sus hijos, era el caminar de todos los padres.
No todos estaban presentes, sus protestas tuvieron lugar en Acapulco y Guadalajara, para hacer más ruido de su protesta.
Una mujer que es emblemática en las manifestaciones de la CDMX, iba vestida de Policía Militar, con letras rojas que decían: “fue el Estado”.
Ella, iba avanzando delante de los padres, sus gritos de coraje hacía que los medios de comunicación voltearan a verla.
Fue en el momento en que los padres estaban en Paseo de la Reforma, frente a la Procuraduría General de la República (PGR) que se detuvieron, y gritar que los aparezcan, que ya no quieren seguir escuchando “verdades históricas” y que no sigan premiando a los asesinos, que, como ellos acusan, Tomás Zerón tuvo gran responsabilidad, pero fue premiado por el Gobierno.
El contingente siguió avanzando.
Los sombreros de paja de los padres, los mandiles de colores azules y rojos con tela gastada en los padres y madres, se notaban cada vez más.
El sol les pegaba a sus espaldas.
Camiones de turismo llegaron en sentido contrario de la manifestación, estacionándose en Paseo de la Reforma para bajar más alumnos de las escuelas normales.
Aparentemente, esos camiones fueron secuestrados, igual que los que utilizaron los 43 aquella noche.
Cuando avanzaron sobre Insurgentes y P. De la Reforma, un hombre con zancos en los pies y vestido de calavera, iba a la derecha de un grupo de jóvenes que sostenía pancartas que decían “impunidad”.
En ese crucero, algunos integrantes de la CNTE, gritaron “no somos uno, no somos 100, prensa vendida, cuéntanos bien” los lentes de los fotógrafos se movieron a ellos.
Conforme más avanzaba la marcha, más gente se iba acumulando.
La presencia del cuerpo de granaderos sobre la acera del edificio del Senado de la República, hicieron mella a los manifestantes quienes gritaban enumerando la lista trágica de nombres como: Jesús Jovany Rodríguez Tlatempa, José Ángel Navarrete González, Marcial Pablo Baranda.
Al llegar al cruce con avenida Bucareli, algunas gotas de lluvia cayeron del cielo y amenazaron con terminar el contingente, sin embargo la lluvia tampoco causó efecto en él.
Mujeres usaban vestidos de novia llenos tinta roja que simulaba sangre, iban caminando calladas, sin decir una sola palabra pero demostrando en su ropa que algo más allá había.
Pasos, pasos y más pasos.
Fue antes de llegar al antimonumento, que el contingente se detuvo, los padres querían dar un discurso previo a la llegada al Zócalo, pero la lluvia lo impidió.
El cielo lloraba, cuando los padres llegaba.
Dando la vuelta para ingresar a la Avenida Juárez, un helicóptero cóndor de la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México (SSP – CDMX) comenzó a seguir al contingente desde el cielo.
Manifestantes alzaron sus manos y mostrando el dedo medio, les gritaban “asesinos, asesinos, asesinos”.
Conforme sus pies iban dejando atrás cada cruce, la cola de la marcha parecía infinita, los gritos cada vez salían más fuerte con el coraje de todos, y fue justo frente a la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) cuando gritaron los nombres de “Lucio Cabañas y Genaro Velázquez”, personas guerrilleras que salieron de la misma escuela Normal.
En Bellas Artes, se dieron vuelta sobre el Eje Central para entrar por 5 de Mayo y poder llegar al Zócalo.
Ese trayecto parecía muerto, los gritos callaron y los pasos eran apresurados para llegar a la Plaza de la Constitución.
Una vez ingresados, los padres subieron al templete que tenía lonas con las frases de: “¿dónde están?” Y dibujos de madres campesinas con vestidos blancos y letras rojas.
Exigieron la aparición con vida de sus hijos y agradecieron el apoyo por parte de la sociedad al marchar con ellos.
Dirigiéndose al ejecutivo Federal, Enrique Peña Nieto, al ex procurador, Jesús Murillo Karam, al también ex gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre y al ex director de la Agencia de Investigación Criminal de la PGR, Tomás Zerón.
“Queremos a nuestros hijos de vuelta” fue una de las palabras más repetitivas en sus discursos, el vocero y abogado de los padres anunció que o dejaran de hacer movilizaciones para que aparezcan los jóvenes.
“Nos han ofrecido dinero, nos han intentado callar, pero no aceptaremos nada del maldito gobierno, sólo nuestros hijos” dijo el señor Vidulfo.
La gente que acompañó al contingente respondía con mentadas cada que mencionaban el nombre de Peña y Murillo Karam.
“No descansaremos, es horrible llegar a casa y no ver a tus hijos, ver que ya dos años hay un lugar vacío en casa” comentaron.
“No podemos decir que todos los ricos son malos y todos los pobres son buenos, así como todos los militares, no todos los que pertenecen al ejército son asesinos, no podemos gritarles asesinos a todos los que veamos, porque hay quienes dan su vida por defender la patria.
“Hay padres que nos han desprestigiado, que nuestros hijos pertenecían a los rojos o a los Guerreros Unidos, cómo pueden pensar que nuestros niños eran de ellos, si sólo eran estudiantes” fueron palabras de uno de los 43.
Al concluir el discurso, los padres fueron despedidos con gritos de “no están solos” y el conteo que llevó del uno hasta el 43.
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