- El partido del Presidente vive días de gloria electoral pero dentro hay personajes que comenzaron a roer los ideales debido a que hay dos Morena, el de los de arriba y los de abajo.
Por: Israel Mendoza Pérez-@imendozape/
En su corta vida como partido político, Morena llega a siete años de vida con triunfos electorales avasalladores desde 2015, pero montado en una estructura partidista carente de ideología definida; su consejo nacional lleva seis años sin renovarse y la elección de candidatos a modo, para las elecciones del 6 de junio pasado, forman parte de un movimiento renuente a reconocerse como el partido en el poder, en el cual la voz presidencial es la encargada de darle rumbo.
Y es que fueron los dirigentes internos, Yeidckol Polevnsky y Alfonso Ramírez Cuéllar los encargados de desfigurar las bases del partido. Se encargaron de dividir a la militancia y de adoptar compromisos que al mediano plazo fueron adversos al partido fundado por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
El Presidente tardó casi 40 años en crear un instituto político a su gusto. El PRI de los 80 no lo fue, el PRD perdió el camino con los Chuchos a la cabeza y Morena se encuentra, en la actualidad, en la encrucijada de ser el partido obediente al Presidente o un instituto que marque sana distancia y mute en un movimiento de tribus y hordas.
En la mañanera del 5 de julio pasado, desde su púlpito Andrés Manuel López Obrador regañó a los dirigentes, militantes y simpatizantes de Morena quienes deben “darle continuidad al movimiento y ser consecuentes y devolverle al pueblo pues la bondad que el pueblo ha ofrecido a Morena, ¿y qué es lo mejor? hacer a un lado la politiquería, no pensar en los cargos, tener ideales, tener principios, luchar por una causa justa, ser humanista, eso es ser político”.
Y es que el desorden priva en un partido en el que se jalonean las corrientes ideológicas más variopintas. Expanistas, expriistas, experredistas, neoliberales arrepentidos y arribistas de la ola de la cuatroté conforman una amalgama que se guía por el caudillismo. Cuenta con un padrón de militantes en desorden, del cual no ha podido acreditar ante el Instituto Nacional Electoral (INE) a todos sus afiliados, a pesar de permanecer cerrado a nuevos registros desde la época de la político-empresaria Yeidckol Polevnsky al frente del partido.
Morena ha tenido tres presidentes: Martí Batres, López Obrador y Mario Delgado. Han sido interinos Yeidckol Polevnsky, por casi tres años, y Alfonso Ramírez Cuéllar. Estos últimos se encargaron de desvirtuar la esencia social y política de Morena. Acostumbrados a trabajar para sus intereses políticos y económicos, terminaron por empañar la obra política de Andrés Manuel López Obrador.
Previo a los comicios, Morena se partió, entre los obradoristas y morenistas. Los obadoristas comenzaron a rescatar la lucha del partido y los ideales de su fundador con miras a cimentar la transformación del país. Los morenistas se convirtieron en personajes que se dieron cuenta que el partido tenía oportunidad de convertirse en un partido aplanadora. Con ello comenzaron a armar alianzas y amarres políticos cupulares todo por ganar espacios en los puestos de elección que se disputaron y apenas recibieron el llamado del presidente a no convertirse en una facción de politiquería.
El partido del Presidente vive días de gloria electoral pero dentro hay personajes que comenzaron a roer los ideales debido a que hay dos Morena, el de los de arriba y los de abajo.
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