- A la cuatroté, le urge despertar asuntos del pasado en los que se involucre al mayor número de actores políticos, del llamado periodo neoliberal, para tener acusados y le den rentabilidad política.
Por: Israel Mendoza Pérez-@imendozape/
Detrás de la recomendación 48VG/2021 del caso Mario Aburto, el asesino confeso de Luis Donaldo Colosio, hay un trasfondo de motivaciones políticas, añejas omisiones por parte del equipo de la Tercera Visitaduría encargado de llevar a cabo las nuevas diligencias y sospechas de un trabajo sesgado con fines de involucrar a personajes del pasado vía mano de la presidenta de la CNDH, Rosario Piedra.
A la cuatroté, le urge despertar asuntos del pasado en los que se involucre al mayor número de actores políticos, del llamado periodo neoliberal, para tener acusados y le den rentabilidad política. El caso Mario Aburto es el nuevo misil construido desde la CNDH, para generar una burbuja de especulaciones y atraer al imaginario colectivo, las múltiples teorías conspiratorias en torno al magnicidio de 1994.
“Si la familia del señor Aburto, y él mismo, tienen algo que decir sobre su proceso que signifique otra versión sobre los hechos y si él puede expresar, probar, que fue torturado, que está amenazado y que por eso ha guardado silencio, si es que existe otra versión, el Estado mexicano lo protegería”, afirmó el presidente, Andrés Manuel López Obrador.
La recomendación dirigida al fiscal general, Alejandro Gertz Manero y a José Ángel Ávila Pérez, comisionado de Prevención y Readaptación Social, fue un trabajo maquilado —en su mayor parte— en diligencias y compilación de datos por integrantes de la Tercera visitaduría a cargo de Hilda Téllez, directora general de Quejas en Materia Penitenciaria de la Tercera Visitaduría, Montserrat Rizo, directora general de Supervisión penitenciaria y Víctor Sánchez, director del área de Quejas de la Tercera visitaduría; sin embargo, sus antecedentes en torno a este histórico caso despiertan una cadena de sospechas.
La principal actividad turbia fue la manera en que se operó el despliegue de esfuerzos, ya que fue asumida en su extensión por Hilda Téllez. Ella llevó a cabo visitas a las víctimas, a la familia de Aburto, junto con Víctor Sánchez se desplazaron a California para recopilar datos, asimismo, las diligencias en el centro federal donde se encuentra recluido Mario Aburto Martínez, las llevó a cabo la misma Hilda junto con Montserrat Rizo. Sin embargo, el Órgano Administrativo Desconcentrado de Prevención y Readaptación Social —el ente encargado de administrar las prisiones federales— le señaló a diversos funcionarios de la misma CNDH, cuando por alguna razón laboral intentaban ver a Aburto, que, por petición de Hilda Téllez, nadie podía platicar con él, y de hacerlo se le avisaba a la funcionaria.
Este es uno de los puntos en los que se sospecha de los intereses del grupo compacto de Rosario Piedra, para evitar fuga de información y al mismo tiempo tener elementos para estructurar la narrativa en contra de los personajes del pasado neoliberal.
Sin embargo, no se puede omitir que Hilda Téllez es cabeza de un grupo de interés político dentro de la CNDH desde hace más de un lustro. Además, conoce el caso Aburto y recicla información y exhibió omisiones de las que ella también formó parte, pero su “influencia” se reforzó en meses recientes gracias a la cercanía que ostenta con el secretario de gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres Guadarrama.
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