Por: Mugs Redacción
Una cápsula que resguarda a una persona durante un sismo –o cualquier otro desastre natural– resistiendo fuerzas de compresión, impacto y tensión fue diseñada por Reynaldo Vela Coreño, egresado de la licenciatura en Ingeniería Civil por la Unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
El denominado Proyecto K-107 cuenta con el equipamiento necesario para garantizar la sobrevivencia de quien lo ocupe durante aproximadamente un mes.
El dispositivo de seguridad resultó de un trabajo de investigación de más de tres años dirigido a delinear una propuesta tecnológica para salvaguardar la vida en casos de desastre, en particular un sismo de gran magnitud.
El egresado de la UAM, quien en 2009 fue galardonado con el Premio de Ingeniería Civil de la Ciudad de México, explicó que el proyecto se denomina K-107 porque fue justo en esa aula de la Unidad Azcapotzalco donde, junto con sus compañeros de clase y profesores, fue concebida la idea de crear un mecanismo para ese fin.
La ciudad de México tiene un alto índice de vulnerabilidad para sus habitantes debido a la actividad del volcán Popocatépetl; la ocurrencia de sismos que provienen de las costas del Pacífico –se prevé la incidencia de uno de gran intensidad– y el hundimiento del suelo, entre otros factores que ponen a la población en riesgo.
“Por ello debemos estar preparados y actualizar los reglamentos de protección civil y construcción, además de considerar la existencia de dispositivos para salvaguardar la seguridad de las personas”.
En ese contexto se enmarca la propuesta del Proyecto K-107, una cápsula cuyo diseño tomó en cuenta la perfección de la naturaleza: la forma del huevo, pues luego de realizar estudios minuciosos en los planos nacional e internacional se concluyó que un instrumento convexo en los polos resistirá fuerzas de impacto durante un colapso o derrumbe de un inmueble.
Al mostrar el modelo a escala construido en impresora de tercera dimensión explicó que los materiales utilizados son fibra de carbón, resinas y armazón con titanio utilizados en la industria aeroespacial.
Esto permitiría asegurar el cascarón de la cápsula ante fuerzas de impacto del exterior por el colapso de un edificio, por ejemplo, el desprendimiento de losas, muros o plafones, entre otros elementos.
En el terremoto de 1985 muchas personas murieron en unidades habitacionales debido a proyectiles que les impactaron. En una situación semejante la cápsula funcionaría como intermediario entre esas fuerzas de impacto y el ser humano, porque quien las recibiría sería el dispositivo, aumentando las probabilidades de sobrevivencia.
Una de las virtudes del dispositivo es que estaría sincronizado con la alerta sísmica, que al activarse tendrá una alarma visual a través de los leds ubicados en la periferia de la puerta de la cápsula, más una voz robotizada que avisará la cercanía del impacto de la onda sísmica.
“Para entonces debo estar dentro de la cápsula, colocarme los cinturones de seguridad y una máscara o sondas para el abastecimiento de oxígeno”.
La cápsula es hermética y cuenta con un tanque de oxígeno y un banco de alimentos con base en el amaranto, rico en proteínas, vitaminas y minerales que no requiere refrigeración; además es ultraligero y ha sido llevado por la NASA en misiones al espacio desde la década de 1980 con resultados positivos respecto del aseguramiento de ingesta por parte de la tripulación.
También queda garantizado el abastecimiento de agua con 300 mililitros a medio litro por día durante un mes, lo que resulta vital para subsistir; hubo habitantes de Tlatelolco que en el terremoto de 1985 lograron sobrevivir al consumir sus propios orines hasta la llegada de los rescatistas.
El problema de evacuación de necesidades fisiológicas también está previsto, pues el K-107 tendrá un compartimento –una especie de bolsa fabricada con base en un polímero sintetizado de absorción– similar al utilizado en pañales desechables que absorbe el amaranto y el agua sin problema alguno.
Para identificar la cápsula y hacer más rápido el rescate, el dispositivo cuenta con GPS de localización satelital en tiempo real y un dron.
Si el inmueble colapsara, la persona en el interior solicitará auxilio y el GPS y el dron permitirán en tiempo real y de manera visual saber cómo quedó el edificio después del terremoto para que sean tomadas decisiones que permitan llegar lo más pronto posible al lugar del siniestro y rescatar la cápsula.
El ex alumno de la UAM calculó el costo del dispositivo en unos 22,000 pesos más el impuesto al valor agregado, “con una instalación industrial”, lo que resulta económico si se considera que hay teléfonos celulares, autos y ropa de mayores precios, sin que sirvan para salvar vidas en casos de terremoto.
El proyecto se encuentra en la última etapa de su desarrollo, que consiste en la presentación mundial. Actualmente se trabaja con el gobierno mexicano para subsidiar el dispositivo con el propósito de que “esté al alcance de todos los habitantes del Valle de México”, porque “tenemos que salvar la vida de todos, sin distinción de raza, género o nivel socioeconómico.
Algunas empresas extranjeras están interesadas en invertir, no obstante “la ventaja que tenemos es que el proyecto es mexicano y esto nos permite tener la sartén por el mango”, innovar y dar a conocer el dispositivo de protección civil.
El licenciado Sergio Padilla, encargado del registro de la patente a nivel internacional, afirmó que se ha colaborado de manera importante con la UAM, mediante la Oficina de Transferencia del Conocimiento de la Unidad Cuajimalpa, así como con las unidades Azcapotzalco y Xochimilco, con las que han trabajado en simulación y modelación de la cápsula, así como en la realización de pruebas mecánicas y adecuación de los diseños industriales que integran los aditamentos al interior del dispositivo.
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