Por: Redacción/
Durante los últimos años, la dinámica del mercado inmobiliario en la Ciudad de México ha generado espacios de exclusión muy marcados. Las nuevas edificaciones en las zonas centrales han sido pensadas para población con ingresos medios o altos, y a su vez ha originado que la gente de bajos recursos se desplace y busque asentarse en la periferia, destacó Luis Alberto Salinas, investigador del Instituto de Geografía de la UNAM.
Aunque esto no significa que en las periferias sólo habiten personas de bajos recursos, y en las zonas centrales de altos ingresos, sí se debe reconocer que la tendencia apunta en esa dirección, aclaró.
Por ejemplo, en colonias con población de ingresos medios, como Cuauhtémoc o San Rafael, la dinámica inmobiliaria ha marcado cambios y las viviendas nuevas son para gente con mayor poder adquisitivo, lo que ha generado el desplazamiento o expulsión de quienes no pueden pagar rentas elevadas o servicios más costosos.
El comercio también se ha modificado: antes había tiendas de abarrotes que satisfacían las necesidades del barrio, ahora en su lugar hay bares, cafés y otros establecimientos pensados para los nuevos vecinos.
De igual manera, los espacios culturales han cambiado porque los espectáculos y actividades están destinados a atraer gente con mayor capital económico y cultural, resaltó.
Colonias como la Roma, Condesa o Juárez (que fueron conformadas desde principios del siglo XX y cuya dinámica era más de barrio porque los vecinos se conocían y compartían actividades) se han trasformado con la tendencia del mercado inmobiliario. Aquí la convivencia no es igual y los habitantes de antaño se han marchado por esta razón, no tanto por la cuestión económica.
Estos espacios ahora son preferidos por gente joven, generalmente sin hijos, que los consideran atractivos por la actividad social, económica y cultural.
En apariencia, con la dinámica inmobiliaria se busca mejorar la imagen de las zonas centrales al reactivar el comercio y mejorar la infraestructura, pero en realidad la intención es desplazar a la población que no corresponde a las transformaciones, resaltó Salinas.
Una nueva imagen urbana, con menos delincuencia e inseguridad, es necesaria en algunos espacios de la Ciudad de México, pero si se deja todo en manos de la inversión privada, la lógica será la reproducción y acumulación del capital, advirtió.
“Lo recomendable sería que interviniera la administración pública para generar mecanismos encaminados a no elevar los precios de los alquileres; de este modo, los habitantes originales podrían permanecer aun con las transformaciones urbanas”, concluyó.
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