Por: Redacción

El pintor mexicano Diego María Rivera y Barrientos (Guanajuato, 8 de diciembre, 1886–Ciudad de México, 24 de noviembre, 1957) decía en vida que quería reflejar en sus pinturas la vida social de México tal como él la veía, y mediante la visión de la verdad mostrar a las masas un esquema del futuro.

El artista que fue bautizado con el nombre de Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de la Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez, en la década de los años treinta del siglo XX ya era una figura internacional. En el aniversario 130 de su natalicio su obra es un referente del arte mexicano que se exhibe en museos del mundo.

Para Laura González Matute, investigadora del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas (Cenidiap) del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), es interesante que actualmente la obra de Diego Rivera esté exhibiéndose en el Grand Palais de París, Francia; en el Museo de Arte de Filadelfia y en el Museo de Arte del Condado de Los Ángeles, ambos en Estados Unidos.

“En estos tres espacios la obra de Diego Rivera resalta de una manera evidente. Es tan contundente que puede ubicarse como un pintor internacional y mundial cuyo arte no sólo quedó en el Continente Americano”, indicó.

En su opinión, en toda la obra mural y de caballete de Diego Rivera destaca la composición, factura, colorido, equilibrio, mensaje, estética y belleza intrínseca que llama la atención de cualquier visitante.

La historiadora, quien fue subdirectora curatorial del Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México de 2004 a 2006, describió la obra mural de Diego Rivera como espectacular e indicó que en Estados Unidos siempre ha habido una atracción por el arte mexicano, desde el punto de vista del folclor, lo popular, sus colores, formas e historia.

Destacó que además de ser un gran pintor que manejó diferentes técnicas, Diego Rivera fue un gran maestro de la pedagogía y la enseñanza y situaciones como que no lo dejaran concluir el mural del Rockefeller Center, en Nueva York, mismo que sería destruido, trascendieron en la prensa nacional e internacional, convirtiéndolo en un hombre sui géneris.

Agregó que Diego Rivera fue una figura destacada en el arte del siglo XX moderno, contemporáneo, vanguardista, quien aplicó en sus obras lo aprendido durante su estancia en la Academia de San Carlos y sus viajes, por ejemplo el realizado en 1907 con apoyo de una beca de cuatro años para estudiar en Europa, otorgada por el gobernador de Veracruz Teodoro Dehesa, misma que lo llevó por España, Francia, Bélgica, Alemania, Italia, Holanda y otras naciones.

Laura González Matute consideró que Diego Rivera aprendió en Europa las manifestaciones artísticas más trascendentales del siglo XX, como el impresionismo, el postimpresionismo, el cubismo, estableciéndose en París, entre 1913 y 1917, tiempo en el que creó un importante número de obras cubistas.

Diego Rivera realmente se formó como un gran pintor en lo referente a las corrientes del siglo XX –precisó– por ello a su regreso a México, a mediados de 1921, fue invitado por José Vasconcelos a plasmar un mural en el Anfiteatro Bolívar de la Escuela Nacional Preparatoria, con lo que inició el movimiento artístico del muralismo.

En opinión de Mercedes Sierra, historiadora del arte de la Universidad Nacional Autónoma de México, Diego Rivera pertenece a una generación que evidentemente cambió la manera de ver a México. “En el aniversario 130 de su natalicio, tenemos a un Diego Rivera vigente, cuya obra mural aún tiene mucho que estudiarse”.

El miembro fundador de El Colegio Nacional en 1923 comenzó a trabajar en el edificio de la Secretaría de Educación Pública, concluido en 1928 e inició en 1929 sus murales en Palacio Nacional.

“En su trabajo realizado en San Ildefonso, Rivera muestra cierta influencia del Renacimiento europeo y bizantino, la paleta impresionista en el manejo de los cuerpos, los rostros, así como la incursión en la estética mexicanista, por lo cual todavía se ve a un Diego que arrastra un bagaje europeo”, señaló Laura González Matute.

Indicó que hace 100 años, en 1916, Diego Rivera vivía en París mientras se desarrollaba la Primera Guerra Mundial. “A él le tocó vivirla de forma terrible, pasando hambre, frío, dolores y carencias. Se casó con Angelina Beloff, su primera esposa, con quien tuvo un hijo que murió a meses de nacido.

“Es muy paradójico ver que 100 años después Diego Rivera triunfa en Europa, él vivió la trascendencia de su obra en México y se le reconoció como una gran pintor, si hubiera imaginado o vislumbrado este futuro se habría sorprendido”, estimó Laura González Matute.

Al describirlo como un creativo innovador, Laura González dijo que Rivera fue una persona con conocimiento, que estudiaba mucho, conocía a fondo todo, incluso estudió los códices prehispánicos. “Eso hace que uno como historiador y crítico de arte se siga encontrando y descubriendo muchos detalles que Diego Rivera brindó en sus trabajos”.

A inicios de la década de los años treinta, Diego Rivera fue invitado a Estados Unidos, específicamente a las ciudades de San Francisco, Detroit y Nueva York para realizar obra mural.

En 1930 expuso su obra de caballete en el Palacio de la Legión de Honor de California, en Estados Unidos, al año siguiente trabajó en el Luncheon Club del San Francisco Stock Exchange, en la residencia Stern y en la California School of Fine Arts.

En 1931 expuso en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, un año después hizo la escenografía para el ballet HP, de Carlos Chávez; pintó el retrato de una ciudad industrial en el Detroit Institute of Fine Arts y en 1933 trabajó en el Rockefeller Center de Nueva York, en un mural que fue destruido.

Años después, en 1940, pintó un mural para la Golden Gate International Exposition de San Francisco. En 1943 decoró el cabaret Ciro’s del Hotel Reforma e inició dos tableros para el Instituto Nacional de Cardiología, que terminó al año siguiente.

Exposiciones

México 1900-1950. Diego Rivera, Frida Kahlo, José Clemente Orozco y las vanguardias actualmente exhibe obra de Diego Rivera en el Grand Palais de París, Francia, la cual permite al público francés hacer una relectura del arte mexicano del siglo XX.

El Museo de Arte de Filadelfia alberga la exposición Pinta la Revolución. Arte moderno mexicano 1910-1950 que reúne 280 obras de diferentes artistas, entre ellas de Diego Rivera.

En el montaje, en el que se empleó la digitalización en alta resolución, que permitirá al público adentrarse a la corriente muralista, se puede ver la serie de murales que Diego Rivera dejó como legado en los espacios de la Secretaría de Educación Pública.

La exposición que se inauguró este 7 de diciembre con piezas de Diego Rivera, es Picasso y Rivera: conversaciones a través del tiempo, presentada por el Museo de Arte del Condado de Los Angeles, (LACMA), en California, Estados Unidos.

Sobre esta muestra Laura González Matute indicó que surgió luego de que los curadores del montaje encontraran correspondencia escrita por Pablo Picasso, dirigida a Diego Rivera.

La muestra establece paralelismos en las trayectorias de ambos artistas a partir de su formación académica similar a la inversión compartida en el cubismo y su vuelta a un compromiso con la antigüedad de la década de 1920 hasta la década de 1950.

“Diego Rivera incursionó en el cubismo y Picasso no está de acuerdo de alguna manera con su trabajo, ya que Diego le imprime una parte mexicanista. Una obra cubista de Rivera es Paisaje zapatista, pero al mismo tiempo tiene plasmado un fusil, el Valle del Anáhuac, los volcanes. Diego incursionó en el cubismo de manera espléndida”, consideró Laura González.

La especialista acotó que Picasso observó el trabajo de Diego Rivera y su vinculación con el pasado histórico y cultural. “Picasso se retrata con una escultura románica-española, él también busca sus raíces ancestrales y su cultura”

Mediante la colocación de 150 pinturas, grabados y acuarelas en el diálogo entre sí y con objetos antiguos singulares, Picasso y Rivera: Conversaciones a través del tiempo tiene como propósito avanzar en la comprensión de Picasso y la práctica de Rivera, sobre todo en cómo sus contribuciones fueron profundamente influidos por las formas, mitos y las estructuras de las artes de la Antigüedad.

Al referirse a este apartado en la historia del arte de Diego Rivera, Mercedes Sierra dijo que fue un acierto curatorial poner en paralelo a Rivera y Picasso, dos grandes artistas que convivieron en los mismos años, y que los visitantes encuentren similitudes sobre las composiciones y las concepciones estéticas.

Sobre qué observó Picasso en la obra de Rivera, la docente de la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM comentó que la visión del artista plástico latinoamericano es evidentemente diferente a la visión del artista plástico europeo.

“Observar la naturaleza y los espacios con otros ojos creo es lo que Picasso admiró y le llamó la atención en un primer momento del trabajo de Diego Rivera, así como la capacidad de improvisar y captar una escena.

“Diego Rivera fue un parteaguas en el arte mexicano y es una referencia obligada de los artistas plásticos en formación quienes lo leen y revisan. Ha pasado por diversos momentos y ha dado origen a expresiones de elogio hasta posiciones extravagantes”, puntualizó Mercedes Sierra.

En 1944 Diego Rivera pintó su famoso cuadro Desnudo con alcatraces. En 1949, con una magna exposición en el Palacio de Bellas Artes, fue homenajeado por sus 50 años de labor artística.

En 1955 le diagnosticaron cáncer, pese a su enfermedad, apoyado por el arquitecto Juan O’Gorman, se concentró en la construcción del Anahuacalli.

En 1956, Diego Rivera cumplió 70 años, por lo que se le rindió homenaje nacional e internacional. De su obra destacan su magna producción mural, sus más de 3 mil cuadros, los centenares de dibujos, obras gráficas e ilustraciones, así como un legado de escritos. El 24 de noviembre de 1957 falleció en su casa de San Ángel Inn (Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frada Kahlo). Sus restos reposan en la Rotonda de las Personas Ilustres, Panteón Civil de Dolores, Ciudad de México.