Autor Arnulfo Roque Huerta
Hace unos días al finalizar una plática con jóvenes, se acercó un chico y me hizo una pregunta que tuve que pensar un poco antes de contestar, la cual me dejó reflexionando mucho, por lo cual me di a la tarea de preguntar lo mismo entre mis compañeros maestros y muchos otros de mis contemporáneos; me pude dar cuenta que una aplastante mayoría tiene la misma contestación, lo cual me ha dado la seguridad de que dicha respuesta es errónea.
¿Los tiempos pasados fueron mejores? Esa fue la pregunta, la mayoría de mis entrevistados me contestaron que sí con frases cortas y concretas como:
“El joven de antes era más respetuoso”… Claro, lo era pero por que también se le ofrecía respeto al poner interés en sus actividades, al reconocer sus logros e impulsarlo a ser cada día mejor; era respetuoso pues se le mostraba este valor no solo como concepto sino como una acción de todos los días, porque se le hacía saber lo importante y valioso que era, porque sus charlas eran interesantes para los adultos quienes prestaban atención hasta la última palabra que el chico dijese.
“El joven era más activo, ahora solo se conforma con video juegos”… Sí, era más activo pues era común que los padres salieran a jugar con ellos, se les llevaba al parque, a un área deportiva o jugaban con ellos en el patio de la casa; eran activos debido a que los profesores organizaban en el recreo la clásica cascarita, el resorte, al avión y demás juegos en los cuales se veía participar a niños y niñas. Eran activos porque el adulto también lo era, pues ahora la salida de muchos (y no es que esté mal) solo es ir a un restaurante o al cine, donde aparte de estar sentados por dos o más horas, comen tremenda cantidad de comida chatarra, además hoy en día los videojuegos son la opción para los chicos y también para que los grandes no tengan que preocuparse por sus hijos en un buen rato.
“Las niñas se daban a respetar”…Eso es verdad, aunque esto era posible ya que contaban con alta autoestima, pues no tenían la urgente necesidad de sentirse apreciadas por alguien ya que les sobraba el aprecio y la atención de sus padres, además no tenían que darse a respetar pues los chicos ya las respetaban por naturaleza pues se les educaba para entender que toda mujer era digna de ser tratada de la mejor manera y de la misma forma cómo les gustaría que fuesen tratadas las mujeres de su familia.
“El joven era más sensible”… Por supuesto que lo era y esto gracias a los valores con los que se les ayudaba a crecer, porque se les demostraba el amor en todo momento, porque se les enseñaba a ser solidarios, a compartir, a disfrutar los logros de los demás, a dolerse del sufrimiento ajeno y compadecerse por ello; era sensible debido a que lo espiritual no se dejaba de lado sino que era parte importante para el crecimiento del chico.
Muchos son los que creen que los tiempos pasados fueron mejores en cuanto a la juventud, pero yo gracias a la pregunta que me hicieron pienso que no. Estoy seguro que los tiempos pasados no pueden ser mejores pues ya no hay modo de volver a ellos; claro que hay muchas situaciones que han sufrido cambios radicales pero no por culpa del joven de hoy, sino del de ayer, el cual parece haber olvidado por qué fue distinto, para no recordar las simples exigencias de un chico, lo básico que necesitan para crecer sanos física, mental y espiritualmente.
Los tiempos pasados no pueden ser mejores porque no se contaba con todos los recursos de hoy, con las habilidades que nuestros chicos muestran y han desarrollado, con las ganas de un mejor futuro, con la capacidad de captar mejor las enseñanzas, de tomar mejores decisiones y de ser enseñado, guiado y dirigido.
El obispo y filósofo Agustín de Hipona dijo: “No digas que el tiempo pasado fue mejor que el presente; las virtudes son las que hacen los buenos tiempos y los vicios los que los vuelven malos.” Y así es, siempre han existido virtudes que hicieron buenos los tiempos pasados, pero también vicios que opacaron dichos momentos; sin embargo, siempre las virtudes son más poderosas que los vicios; los vicios del pasado ya son irremediables pero los del presente habremos de vencerlos haciendo uso de las virtudes.
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