Por: Arnulfo Roque Huerta/
La tarde del jueves pasado noté la ausencia de una alumna en el salón de clase, hecho que me intrigó un poco y pensé en preguntar por ella en orientación al terminar la clase; pero antes de que esto sucediera la orientadora llegó al salón para informarme que la alumna tuvo que regresarse a su casa pues había sido víctima de la delincuencia (y no de camino a la escuela, sino en la esquina de la misma) donde los delincuentes le quitaron sus pocas pertenencias y al mismo tiempo le dejaron un horrible susto que no le permitió tomar clases ese día.
Al enterarme del acontecimiento no pude evitar pensar en las dimensiones que ha alcanzado la inseguridad en el país, ¿Cómo puede ser posible que un estudiante sea asaltado? ¿Qué tanto les pueden quitar? Tal vez solo su celular y lo de su almuerzo, pero al saberlos indefensos y hasta ingenuos los ven como presas fáciles y no les interesa violentarlos a plena luz del día dejándoles un trauma difícil de superar y mucha desconfianza al caminar por las calles.
En esta columna me gustaría hacer un llamado a las autoridades que se jactan de decir a través de los medios que todo está controlado, más cuando uno voltea a ver lo que realmente ocurre nos damos cuenta que la ley está siendo rebasada, que el delincuente ya no tiene miedo de confrontar al cuerpo policiaco, pues saben que si los detienen y ante el temor de las víctimas por denunciar, saldrán libres para seguir desempeñado sus fechorías sin importar si le roban a un adulto, a un anciano o hasta un joven estudiante.
En estos tiempos electorales se prometen muchas cosas y el ciudadano escucha incrédulo y hasta molesto sabiendo que poco o nada de lo que se promete podrá verse cumplido y eso es una constante en cada elección y tal vez en cada país; pero hoy nos damos cuenta que el ciudadano mexicano solo requiere de algo simple para salir adelante, progresar y producir; es tan simple lo que requiere y tan absurdo que no se le pueda garantizar; quizá debería ser el primer derecho garantizado para el ciudadano y por años ha venido a menos: el mexicano requiere seguridad.
Seguridad de poder salir de casa sin el miedo a ser abordado por buenos para nada que no les gusta trabajar y prefieren quitarle las pertenencias a quien sí trabaja diariamente, seguridad de poder salir con su automóvil sin el horrible temor de que se lo arrebaten en cuestión de segundos, seguridad de caminar por las calles de su propia colonia sin andarse cuidando de todo mundo, seguridad de poder mandar a sus hijos a la escuela sabiendo que regresarán con bien y con sus pertenencias completas.
Ofrezco mi voto al candidato que garantice no solo con palabras sino con hechos la seguridad para cada estudiante, para cada profesor, para cada ama de casa, para cada persona, para cada mexicano; ofrezco mi voto y se los firmo desde ya si se arma de valor no contra sus contrincantes electorales sino contra los contrincantes de la gente buena y trabajadora que lucha día con día por un mejor mañana para su familia; ofrezco mi voto al candidato que se ponga los pantalones y confronte a la mafia no solo a la del poder sino a la que se encuentra en las calles viviendo de lo que no es suyo; ofrezco mi voto al candidato que logre cortar no solo las manos de los delincuentes sino que corte de tajo este fenómeno que nos afecta a todos.
Pueden vender el avión presidencial o quedarse con él, como lo deseen pero aterricen propuestas que hagan de nuestra comunidad, estado y país lugares seguros y dignos para vivir. Quédense o regalen los departamentos no declarados pero permitan que el mexicano pueda conservar su dinero que con esfuerzo consigue, que pueda ahorrarlo para adquirir sus propios inmuebles sin que nadie más toque su patrimonio, su casa o su familia. Si quieren aclaren sus pasados o no lo hagan, pero aseguren al ciudadano un buen presente para que ellos puedan forjarse un gran futuro.
Un estudiante debería estar tranquilo al ir a la escuela, al regresar a casa y más aún en su hogar; no es justo que en la misma esquina de la escuela estén acechando los malvivientes para atacar a indefensos chicos que lo único que buscan es mejorar sus vidas. No sé hasta dónde o hasta quién puede llegar esta columna pero si la lee alguien con el poder de mejorar esto no dude en hacerlo, pues así como ahora le tocó a una de mis alumnas mañana podría tocarle a alguno de sus hijos.
Si lo lee algún padre de familia les pido denuncien y exijan a los gobernantes un mejor lugar para vivir; si lo lee un alumno te digo no temas y sigue estudiando para que si hoy no se levanta un candidato capaz de lograr la seguridad algún día puedas hacerlo tú.
Yo estoy seguro que la educación es lo único que puede cambiar esta situación pero si hoy no hay seguridad ni en las mismas escuelas hasta dónde vamos a llegar por ello. Ratifico mi queja y mi condición para otorgar mi voto y cierro con la frase del historiador y político Thomas Macaulay: “Los políticos tímidos e interesados se preocupan mucho más de la seguridad de sus puestos que de la seguridad de su país”.
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