Por: Arnulfo Roque Huerta/
Sin duda alguna es imposible que los padres estemos al cien por ciento atentos a las actividades de nuestros hijos y mucho menos controlar todas sus amistades, pero sí es necesario involucrarnos lo más posible en sus movimientos pues aunque ellos llegan a creer que son autosuficientes y capaces de controlar cualquier situación, la verdad es que no es así por lo que llegan a meterse en problemas serios y muchas veces a poner en riesgo su integridad y hasta su vida.
La historia que voy a contarte hoy muestra que no es bueno ser muy confiado y menos cuando conoces nuevas personas. La historia es real y la protagonista me permitió escribirla pues espera que a través de contar su experiencia muchas otras chicas y por qué no, también los chicos puedan comprender que desconfiar de algo que parece muy prometedor te puede dar la oportunidad de salir bien librado de un inminente gran problema.
Joaquina siempre fue una chica dedicada; a sus 15 años le gusta la escuela, tiene buenas amistades y disfruta de la buena música. Nunca da problemas en casa, los padres se sienten orgullosos de ella pues se muestra siempre inteligente y capaz de salir adelante ante cualquier dificultad, no sale mucho de casa y cuando lo hace regresa a la hora que se lo piden. Sus objetivos son claros y sus distracciones pocas, las chicas la respetan y los chicos la admiran, algunos suspiran por ella pero se quedan sólo con eso, con el suspiro, pues para ella los novios aún no entran en sus planes.
En fin que en lo que encontraba mayor interés era la música, por ello decidió formar parte de un club de fans en el cual fue bien recibida por su extenso conocimiento del grupo musical al cual no creo necesario mencionar. Dentro de los integrantes del club había una chica del norte de México y quien había sido fan desde hacía ya mucho tiempo; a sus 37 años lo de chica ya no le quedaba y creo que tampoco lo de pertenecer a ese tipo de actividades.
Al conocer a Joaquina se mostró demasiado amable y le pidió que entablaran una buena amistad, poco a poco logró ganarse la confianza de la menor quien se encariñó demasiado con ella, por lo que hablaban diariamente, ya fuera por Facebook, WhatsApp y hasta por teléfono. Un buen día la muchacha norteña decidió visitar la Ciudad de México y pasar a saludar a su pequeña amiga quien no dudó en presentarla ante su familia los cuales la recibieron con gran amabilidad y respeto.
En la primera visita logró ganarse la confianza de la familia, consiguiendo que vieran con buenos ojos la amistad aunque la diferencia de edades era asombrosa, entonces llegaron los regalos a Joaquina los cuales al principio eran pequeños detalles y a medida que el tiempo pasaba y la amistad crecía los regalos fueron mayores al igual que el costo de éstos, Joaquina los recibía con agrado y poco hablaba a los demás sobre ello.
Cuando la confianza llegó a la altura de los secretos, Joaquina recibió mensajes lindos de parte de su amiga en los cuales le hacía notar lo bella que le parecía así como la admiración que sentía por ella. La cuestión no paró allí y los halagos y palabras lindas continuaron a tal grado que Joaquina no dejaba de pensar en su amiga del norte durante todo el día; esperaba con ansias sus mensajes y llamadas, sin tiempo de dejarla pensar lo que estaba ocurriendo llegó a visitarla de sorpresa, la familia no sospechaba nada y dejaron que se quedara unos días en su hogar… en su habitación.
Los padres, los hermanos, los amigos, no sospechaban nada pero ya no había vuelta atrás: Joaquina había caído en las garras de un depredador. Aquella noche en su propia casa, en su propia habitación fue seducida por una mujer que sabía muy bien lo que hacía, Joaquina se dejó llevar pues a su escasa edad jamás se había sentido tan acepta y querida por alguien, aquella noche conoció por vez primera su sexualidad sin que nadie en su casa se diera cuenta; como era de esperarse Joaquina creyó encontrar el amor y se entregó por completo, sin preguntar, sin sospechar, sin saber que era la presa.
Después de un corto tiempo la amiga le propuso que se fuera con ella, que no le faltaría nada, que se irían a ser felices solas, para vivir su amor sin que nadie se interpusiera entre ellas; pero les he comentado que Joaquina es inteligente y aunque también deseaba irse con ella, la insistencia no le pareció normal y mucho menos cuando le dio fecha para ir por ella y que no lo comentara con nadie, ni con su familia, ni con sus amigos, fue entonces cuando decidió investigar más sobre su amiga.
Los resultados no fueron nada agradables pues se dio cuenta que los contactos de Facebook de su amiga del norte eran chicas menores de edad, descubrió que en todas sus charlas el sexo era el principal tema de conversación, que más chicas como ella habían recibido halagos y regalos similares a los que ella había recibido; por lo descubierto decidió hablar con su familia quienes aun con la tristeza por lo ocurrido hicieron frente a la situación descubriendo que su hija estuvo a punto de ser una víctima más de la llamada “trata de personas”, afortunadamente lo descubrieron a tiempo y evitaron que su hija se convirtiera en parte de la estadística.
Hoy Joaquina se siente decepcionada, engañada y desgraciadamente aun enamorada, pues aquella persona era una experta en su trabajo y por poco lo hace de manera correcta.
Yo, a través de esta historia invito a las jovencitas y jovencitos que desconfíen siempre, las personas pueden mostrar una cara amable para conseguir un fin pues el exceso de confianza puede meterlos en problemas graves y a los padres les aconsejo no dejen nunca solos a sus hijos, cuiden sus amistades y protejan su casa de intrusos y gente ajena pues caras vemos…
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