Por: Redacción/

Corre el año 2050, la ciudad de México se nota tranquila, ordenada y en calma, Julián aborda el transporte público (el cual por cierto es limpio) la gente se saluda amablemente, el chofer es cortés con todas las personas a tal grado que la ciudadanía usa poco sus automóviles pues la movilidad en el país es la mejor del mundo. Los autobuses son eléctricos, con rutas bien diseñadas y organizadas, además el transporte de gobierno es cien por ciento seguro y eficaz; también está la opción de la bicicleta pues se cuenta con un amplio sistema de ciclo vías, las cuales desde hace algunos años funcionan como primera opción para llegar al trabajo y volver a casa.

Quienes viven cerca del trabajo prefieren caminar y observar los jardines verticales de los edificios, comercios y casas; edificaciones que por cierto adquieren electricidad de potentes micro celdas solares perfeccionadas por alumnos de universidades mexicanas y que hoy en día las han logrado exportar a todo el mundo. La gente camina segura por las calles, el temor a los robos, asaltos y secuestros ya no existe, desapareció igual que todo tipo de delincuencia; al principio costó trabajo erradicar este problema pero hoy ya pocos recuerdan aquellos días en los que el miedo era el pan de cada día.

Los ancianos cuentan historias que asustan a los jóvenes sobre asaltos a mano armada, disparos en las calles, robos en los bancos, secuestros exprés y asesinatos a sangre fría; algunos lo observan en las películas y no pueden creer que tiempo atrás haya sido una realidad, pues hoy la gente respira al saber que ya solo existe en el recuerdo de algunos, en documentales y en libros de historia. En las hemerotecas se pueden encontrar diarios que parecen sacados de películas de miedo, artículos, noticias y reportajes sobre hombres que tenían sitiado al país, que mataban poco a poco a los jóvenes volviéndolos adictos a las drogas y enrolándolos en el mundo del narcotráfico.

Se habla de narcotraficantes con millones de dólares en sus arcas, de políticos inmiscuidos en ese tipo de negocios e incapaces de poder detenerlo, se cuenta de fugas inverosímiles e irregularidades en los procesos de delincuentes poderosos, se puede leer sobre políticos ladrones, corruptos e incapaces de llevar a cabo sus funciones, se pueden conseguir reportajes de presidentes odiados por el pueblo, de mandatarios ignorantes, insensibles y con cuentas millonarias en bancos de otros países.

Existen registros de un tiempo en el que actrices se sentaban en el congreso para legislar, deportistas retirados gobernaban municipios y estados, en el que gobernar no dependía de la destreza y capacidad del candidato, sino de la popularidad, las promesas falsas y las tretas sucias que pudieran llevar a cabo; hay crónicas de candidatos que se aferraron a la presidencia por mucho tiempo para seguir recibiendo el presupuesto para su partido el cual terminaba siendo un gran botín.

Pero eso ya es historia, hoy Julián va en camino a dar una conferencia a líderes mundiales para explicar el modelo que ha llevado a México a ser un país próspero, libre de delincuencia y con un buen nivel de vida, con escuelas de calidad y gente productiva, confiable y eficaz, con jóvenes emprendedores, trabajadores e inteligentes, con personas satisfechas y felices. Julián pensó mucho en su discurso pero concluyó que entre más simple se exprese más entendible será, por lo que todo lo resumió en una sola palabra: “educación”.

Una persona educada no roba, por el contrario denuncia; una persona con educación no se queja, busca soluciones; una persona bien educada no miente, busca la verdad y la implanta; una persona educada no se rinde, lucha y se esfuerza por llegar a la meta. La educación lleva a las personas a no permitir la corrupción, a no ser parte de ella y a fomentar valores y principios, educar ha sido y será siempre la fórmula para formar gente buena, íntegra e intachable. Educar es responsabilidad de todos y todos tenemos que ser educado.