Por: Arnulfo Roque Huerta
Cada día al llegar al colegio agradezco por el maravilloso trabajo que tengo, me gusta hacer lo que hago sabiendo que lo que pueda enseñar al alumnado puede ser de gran influencian para su futuro. He visto en el alumno capacidades extraordinarias para ser explotadas, he visto potenciales médicos, abogados, contadores, arquitectos y mucho más; de la misma forma muchos de ellos han visto en mí una ayuda para conseguir ciertos conocimientos y por qué no, inspiración y motivación.
Pero qué pasa cuando la relación alumno-profesor no funciona, cuando el aula de clase es más un campo de batalla, donde a diario surgen estrategias para acabar con el enemigo (en este caso el profesor).
Hace unos días platiqué con una profesora con quien tuve el gusto de trabajar hace algunos años, ella se encuentra enseñando en una secundaria donde día a día sufre por las bromas pesadas de los alumnos, además de haber recibido ya violencia física al ser blanco de objetos como hojas hechas bola y algunos otros artefactos de dudosa procedencia, los cuales si no le causan daño considerable sí afectan su autoestima así como sus ganas de continuar enseñando a chicos que le han perdido el respeto.
Buscando casos similares me di cuenta que no es un caso único o esporádico, por el contrario muchos compañeros han tenido que asistir a terapias (no exagero) buscando ayuda, pues se han encontrado con chicos que son una verdadera pesadilla, su némesis y muchas veces la razón para desertar del camino de la enseñanza o cuando menos abandonar la institución donde se encuentre aquel susodicho.
Recuerdo el caso de unos chicos los cuales no querían mucho a su maestra, la cual hay que reconocerlo exageraba de estricta y ellos estuvieron buscando cómo hacerle daño de tal manera que no tuviesen problemas por ello; pronto tuvieron su oportunidad cuando la docente se vio obligada a salir por un momento del salón dejando en su escritorio una bebida refrescante a la cual solo había dado un par de sorbos. La idea surgió repentinamente, Arturo se puso de pie y veloz abrió el envase para depositar en el interior un gran escupitajo lleno de rencor y mala vibra, muchos más se animaron, cuando menos otros diez chicos cooperaron para realizar aquel exótico coctel.
Un caso más llegó hasta las redes sociales, un grupo de alumnos colocó en el escritorio una silla en malas condiciones a punto ya de romperse con la intención de que la profesora en turno se sentara y cayera, ocasionando las risas de todo el grupo, claro que ellos deseaban que el “accidente” trascendiera más allá del aula por lo cual designaron a uno de sus compañeros para que con su teléfono celular grabara todo sin perder detalle alguno y pues bueno, todo les salió como lo habían planeado y la profesora cayó de manera poco ortodoxa; más la caída no fue lo que le dolió sino el hecho de ser objeto de burla y más aún cuando se dio cuenta que el video estaba en la red y era visto por un sinfín de personas.
Claro que ni los directores se salvan de esta situación, pues uno de mis buenos amigos que se desempañaba en ese papel tuvo que pagar una gran cantidad de dinero, cuando después de un acto de vandalismo algunos alumnos rayaron el cofre de su automóvil, el cual dicho sea de paso acababa de salir de la agencia comprado con el esfuerzo y el trabajo de muchos años. El auto fue vuelto a pintar pero la marca sigue existiendo en el director, el cual aunque supo quién lo hizo nuca pudo comprobarlo, mucho menos acusarlo o denunciarlo a las autoridades por vándalo.
Los casos empeoran pues existen algunos eventos de este tipo que han llevado a profesores hasta el hospital y hasta algunos desafortunados al panteón, casos de estos encontré muchos más no quiero mencionarlos pues me parece vergonzoso y triste.
Hoy en día el concepto de autoridad y respeto se han ido perdiendo, esto como consecuencia de la tibieza de quien debe imponerla: padres y profesores. Aunque estos últimos nos encontramos atados de manos y hasta silenciados porque se nos ha quitado toda autoridad para llamar la atención al chico cuando así lo requiere, para tratar de dar un buen consejo en el tono fuerte que en su caso se necesite, pues si tan solo hacemos sentir mal a los chicos podríamos ser demandados y si la ley así lo requiere hasta podríamos cumplir una condena.
Esto deja a los padres como únicos responsables de hacer entender a los hijos el concepto de autoridad y respeto, lo que muchas veces es una tarea titánica pues la mayoría de los hogares son gobernados por los hijos que han encontrado la manera de dominar a sus progenitores, quienes en el futuro se han de arrepentir de permitirlo.
Vince Lombardi dijo: “El fútbol es como la vida -requiere perseverancia, abnegación, trabajo duro, sacrificio, dedicación y respeto a la autoridad.” Yo lo creo y estoy seguro que es indispensable para ayudar a nuestros jóvenes a alcanzar el éxito, hacerles saber que el respeto y la autoridad son la fórmula que facilita el camino, el binomio que abre puertas, la mejor herramienta para cambiar un colegio, un país y por qué no, al mundo entero.
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