Fuente: Gaceta UNAM
Durante el siglo XX, México se distinguió por ser un país que abrió sus puertas a refugiados; hoy en día, el trato que se les da a los migrantes centroamericanos y las violaciones a los derechos humanos padecidas por ellos al pasar por nuestro territorio rumbo a Estados Unidos ponen esto en entredicho, afirmó José Francisco Mejía Flores, del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe.
“Ya no vemos en nuestras acciones esa solidaridad, protección y apoyo a cualquier ciudadano del mundo ni esas cualidades que nos distinguieron en los gobiernos posrevolucionarios y nos hicieron precursores de la democracia, del respeto a las garantías individuales y de la autodeterminación de los pueblos”, resaltó el coautor de los textos de la biblioteca de La Cátedra del Exilio.
Resulta contradictorio pensar que antes México fue un defensor de esas garantías individuales y actualmente no sabe cómo atender de mejor manera el paso de los centroamericanos, señaló como parte del Día Mundial del Refugiado, a conmemorarse hoy 20 de junio.
Vida en otras tierras
Para Mejía Flores, el concepto refugiado designa a aquellas personas obligadas a desplazarse de su lugar de origen y vivir en otra nación por motivos políticos, raciales, religiosos o conflictos armados.
De hecho, el término remite a los derechos humanos y a la búsqueda de un mejor trato para los expatriados, apuntó el especialista en el exilio republicano español en América Latina.
“Es difícil asegurar que estas garantías se cumplan a cabalidad, pues parecen producto de cartas de buenas intenciones que se vuelven en una especie de biblias laicas”, sostuvo.
No obstante, debe reconocerse que ha habido avances en la materia, como leyes que protegen el derecho de estos individuos a una vida digna, vivienda, salud y educación; sin embargo, la concreción de esto depende del país receptor y, en este sentido, los más eficaces son los desarrollados, porque hay naciones que no respetan las garantías de sus habitantes y mucho menos las de los refugiados.
Aunque a últimas fechas se habla mucho de los expatriados sirios, históricamente, y a raíz de la Segunda Guerra Mundial, Europa ha sido el continente de mayor expulsión y la mayoría de estas personas ha buscado albergue en Latinoamérica, mencionó Mejía Flores.
En este caso, destacó, la nación que más refugiados recibió fue México, que durante el exilio español acogió a más de 20 mil hispanos entre 1939 y 1950, sin contar a los de otras nacionalidades, como alemanes, italianos antifascistas, austriacos, checoslovacos, húngaros, polacos y judíos.
En los años 70, nuestro país volvió a convertirse en albergue para muchos sudamericanos (chilenos, argentinos, uruguayos y brasileños) y desde entonces comenzó a ser visto como un modelo para la comunidad internacional, pero ya no es así, refirió.
La conmemoración
Para el universitario, una conmemoración como ésta obliga a investigar más, porque no debe celebrarse sin conocer realmente la situación de los refugiados en el planeta.
Desde el ámbito legal es necesario refinar las leyes para que tengan un sentido eficaz, “es decir, no sólo debemos rememorar, sino además tomar conciencia y asumir una posición ante este fenómeno cada vez más recurrente y lastimoso”.
En la práctica, estas fechas deben arrojar luz sobre una situación repetida en un mundo donde la gente se mueve más, concluyó.
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