Por: Oswaldo Rojas
La recaptura de El Chapo está generando el conocido revuelo en los medios y redes sociales. Todos se han lanzado a opinar al tiempo que otras aristas apenas se van revelando, como es el caso de la entrevista que el capo dio para Sean Penn apoyado de Kate del Castillo, la alguna vez protagonista de la serie La reina del sur.
Aun cuando la captura de Guzmán Loera es de enorme importancia para los mexicanos no se debe olvidar que el problema sigue siendo el mismo: la compra y venta de drogas, y que la mejor forma de combatirla es por medio de la legalización. No para eliminarla, porque tan solo se transformaría, sino para disminuir el impacto que tiene en miles de víctimas colaterales.
La verdad es que la guerra contra el narco fallo. Nos dejó más de 130 mil muertos y desaparecidos, un sistema penal ineficiente y el semblante hipócrita de aquellos que al consumir se saben cómplices. Pero tampoco la actitud moralista sirve, basta de golpes en el pecho.
El año pasado el periodista Froylán Enciso publicó Nuestra Historia Narcótica, un libro que reúne una serie de relatos que dan cuenta de nuestra relación con las drogas e incluso hace una apuesta de los posibles motores que llevaron Guzmán Loera ha iniciarse en la venta de estupefacientes. En ese texto Enciso expone que la mejor forma de combatir el narcotrafico es una despenalización que contemple todos los puntos de vista pero en especial el de las víctimas. Dejar de rasgarnos las vestiduras y como sociedad comenzar a diluir legalmente el problema.
Es el momento adecuado, no pasemos por alto que a finales del año pasado la legalización de la marihuana para fines terapéuticos y lúdicos ocupo un buen espacio en la discusión pública y que el Congreso reanudará la disyuntiva en los últimos días de enero.
Aunque parece evidente que esta captura debe sumarse a la legalización, la siempre respetable opinión pública en redes sociales se ha quedado en mentadas de madre, sarcasmo barato y la repetición del tópico “el gobierno es más malo que todos los narcos juntos” o el clásico “Peña es un pendejo”.
Esa postura mexicana no tiene lugar a ahora — es más, ya no tiene cabida en ningún lugar porque es cómoda — que aún falta corroborar varios elementos de la re aprensión.
Falta ver si la extradición se realiza o se queda apenas en una declaración de la PGR. Me gustaría saber cuál es el siguiente paso del gobierno para disminuir la fuerza del Cartel de Sinaloa que a todas luces es dirigido por El Mayo Zambada. Tampoco debe quedarse guardado en la gambeta el tema de quienes fueron los implicados en su fuga en julio pasado.
Ya es suficiente de la discusión sin sentido y repetitiva, porque es cierto, y esto es lo que debe asustarnos, que mientras se agarra a uno ya otros cientos están dispuestos a ocupar la silla.
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