Por: Redacción

Por su trayectoria como dramaturgo y director que ha enriquecido el medio teatral de nuestro país, además de su labor como promotor cultural y editor de colecciones que difunden las grandes obras dramáticas de México y el mundo, David Olguín ingresó como miembro de número a la Academia de Artes en el rubro de Artes Escénicas.

En ceremonia realizada previa a la función de El mercader de Venecia, que concluye su temporada este 4 de junio, Alejandro Luna realizó la entrega del diploma que acredita a David Olguín como miembro de número de la Academia de Artes creada en 1967, en medio de los aplausos de la comunidad reunida en el Teatro El Milagro.

La entrega del diploma fue atestiguada por Louise Noelle Gras, presidenta de la Academia de Arte y Lidia Camacho, directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes, en representación de la secretaria de Cultura, María Cristina García Cepeda.

David Olguín leyó su discurso de ingreso a la Academia titulado Los sentidos del drama, donde reflexiona sobre las palabra privilegio, recordando los postulados de Stanislavski sobre el teatro y su importancia en la vida del hombre.

David Olguín afirmó que el teatro es tiempo y simultaneidad y no es resultado de un sistema de pensamientos, por ello madura en nuestras vidas y nuestras vidas maduran con él, dijo recordando a su maestro Ludwik Margules.

El dramaturgo aseguró que el teatro es el arte de los sentidos y una reunión de especialidades que logran esa experiencia sinestésica que nos atrapa.

“Si el arte se asemeja a la vida entonces comprende nuestros constantes fracasos por ordenar el caos. En cuanto a la dramaturgia, es palabra inacabada, respiración, el dramaturgo sabe que su trabajo implica la materialización del verbo que se humaniza”.

David Olguín dijo que la pluralidad de sentidos es la esencia misma de las palabras, pero la condición humana tiene tantas aristas que las palabras apenas si alcanzan para describirla.

Agregó que no hay dramaturgo sin herida psíquica, la dramaturgia no es teatro, sino que rescata del tiempo formas de vida. La gramática es férrea, la palabra inacabada es cuerpo y detona acción.

“Es imposible encontrar un Tolstoi entre los dramaturgos, sería una contradicción. Alejandro Luna dice que no existe la escenografía, existe el teatro, esa reunión del todo se aplica también a la dramaturgia, el teatro genera sus formas y significados de manera colectiva”.

Añadió que las fronteras del teatro son como las fronteras reales, la dramaturgia, la escenografía dicen teatro y arrastran una sabiduría ancestral. “Teatro significa libertad y emancipación. La vida como el teatro pasa, lo accesorio se diluye y queda lo esencial. Si Dios y el diablo hicieran teatro pronto dejarían de ser lo que son”.

Al término de la ceremonia el público pudo disfrutar de una de las últimas funciones del exitoso montaje El mercader de Venecia, protagonizado por Mauricio Davison en el papel del usurero Shylock, así como David Hevia, Esmirna Barrios, Simona Chirinos, Fernando Álvarez Rebeil y Marisol Castillo, entre otros.

En la obra, David Olguín ofrece una nueva lectura del clásico de William Shakespeare al mostrar el mundo contemporáneo en una dualidad donde la supuesta modernidad no se diferencia mucho de la Edad Media en sus vicios religiosos, fanatismos y mezquinos intereses políticos.

El público brindó un aplauso de pie a los actores y al director, quien agradeció a numerosos actores y directores del medio teatral y lució su medalla como miembro de la Academia de las Artes.