Por: Gabriela Espinoza
Es invierno. A pesar del frío, el olor de las nochebuenas y de los árboles de navidad, las formas, los colores, se mezcla junto con más de mil especies de plantas y quinientas cactáceas que invaden el mercado de plantas y flores de Cuemanco, en la delegación Xochimilco; el más grande de Latinoamérica.
A través de 17 hectáreas y 1469 locales, en este mercado se pueden encontrar una variedad de plantas que crecen en invernadero y en sembradíos que hay en el país, principalmente de los estados de Puebla, Morelos y Guerrero.
Árboles de diferentes tamaños y especies llenan cada hueco del lugar. Flores como el alcatraz, el alelí de colores, el girasol que crecen en las zonas chinamperas de Xochimilco, así como semillas, fertilizantes, sustratos, macetas, alfarería de jardín y artesanías, se encuentran a lo largo del sitio.
Ahí dentro “puedes encontrar gente especialista en varias especies de plantas, aquí no falta quien te asesore”, comenta Noberto, mientras vende sus cactus y cactáceas. “El mercado abre los 365 días del año, aquí no se cierra ni cuando hay fiesta. Se empieza a trabajar desde las siete de la mañana hasta las ocho de noche” dice Amalia Rosas, quien se dedica a la venta de flores.
Este, uno de los mercados más antiguos de la ciudad, es el indicado para comprar árboles frutales como naranjo, limón, durazno, ciruela y aguate; plantas medicinales como la menta, yerbabuena, ruda, árnica, tomillo, albahaca, epazote, cilantro y romero. Para caminar y elegir entre algunas de sus plantas de sombra como la amonea, camila, azalea, calceolaria, gardenia y croton; o de sol, como la lavanda, hiedra, hortensias, el dedo de niño y la cola de novia.
Es un sitio que, a pesar de su importancia y tradición, atraviesa actualmente por incertidumbre ante las decisiones gubernamentales, pues los locatarios se sienten amenazados ante la constante amenaza de cierre por parte de las autoridades locales.
El “rescate ecológico de Xochimilco” y el nacimiento del mercado
Antes de que fuera un mercado, el lugar era un ejido. “Yo venía con mi mamá a sembrar maíz y a cosecharlo, a veces no porque se inundaba. Era una zona lacustre. El maíz era para autoconsumo y otro se comercializaba en el mercado de Xochimilco. Pero en el año de 1989, el gobierno de Carlos Salinas de Gortari nos expropio nuestros terrenos” menciona Amalia Rosas.
Para hacer oficial el “Plan de rescate ecológico de Xochimilco” se publicó en el Diario Oficial de la Federación que el 14 de noviembre de 1989 se expropiaron, en favor del Departamento del Distrito Federal, por causas de utilidad pública 780-56-61, hectáreas al ejido de Xochimilco y 257-57-60.40 hectáreas al ejido San Gregorio Atlapulco, ubicados dentro de la demarcación.
Con dicho programa, el gobierno del Distrito Federal aseguraba que estaba logrando la regeneración de la chinampería, la clausura de desagüe clandestino de aguas negras, la construcción de lagunas de regulación y evitaba las inundaciones y hundimientos que afectan a esa zona. Sin embargo, para completar los fines del Decreto, era indispensable incorporar los terrenos expropiados, al régimen jurídico de las áreas naturales protegidas que establece la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente.
La zona que era una represa del canal de Chalco fue rellenada. El gobierno quería hacer un Parque turístico “Disneytitlan”, que tenía que ver con la construcción de una pirámide de cristal que contendría un aviario y estaría a su alrededor un lago con la figura del antiguo lago de Tenochtitlan, con una zona habitacional que tendrían servicios tanto terrestres como acuáticos para la utilización de veletos y buques de vapor teleféricos”, recuerda Andrés Rosas Salas.
Se logró detener momentáneamente el proyecto. Los ejidatarios tuvimos una serie de discusiones con el gobierno, al no llegar a un acuerdo el gobierno más o menos en mayo de 1991 decidió imponernos el proyecto del rescate ecológico de Xochimilco, con el cual se construyó el parque ecológico ,el deportivo ecológico y el mercado de plantas y flores de Cuemanco, notifica el locatario Andrés.
Problemáticas del mercado
A mediados del año 1993, el Mercado de plantas y flores de Cuemanco fue inaugurado por el presidente Carlos Salinas. A los ejidatarios se les otorgó una concesión para hacer uso de su local con fines comerciales, el cual ya venció y no ha sido renovado, asegura Guadalupe Romero.
El gobierno les “regalo” los terrenos, supone Guadalupe, porque dice que los 5 mil pesos que les dieron a cada uno como fidecomiso, lo tuvieron que depositar por partes en una cuenta del banco que administraba la delegación; pero en 1997, cuando ganó el PRD, la delegación les dijo que no había recursos para el mantenimiento del mercado y que ya no había dinero en la cuenta. Aproximadamente calcula que de todos los locales se juntaron 8 millones de pesos.
Afirma que el delegado Soto es el que desfalco el mercado, “fue quien se robó el dinero. Motivo por el cual los locatarios tenemos hacernos cargo del mantenimiento de nuestros puestos, así como recolectar nuestra basura, porque los contenedores de basura están llenos, ya que tarda el camión en pasar varios días. Constantemente sufrimos de inundaciones en temporada de lluvias, debido a que no hay deslaves por donde corra el agua”.
Amalia menciona que los cambios que le han tenido que hacer a sus locales son por necesidades. “No fueron creados para venta de flores naturales ya que necesita cierta temperatura de una cierta estructura donde no pase la luz. Los de la parte de atrás se hicieron con láminas de plástico lo que hace que la floración se acelere y la flor se marchite. Sin embargo los locales fueron entregados y no fueron concluidos, se entregaron con piso de tierra expuestos a temperaturas, inundaciones y humedad”.
“A mi mamá, la parte que le dieron por la expropiación se lo gasto aquí, porque seguido cambiaba las lonas, que se rompían por el clima. Cuando se inauguró el mercado no entraba mucha gente y no vendía. Ella se aferró mucho por estar aquí, este lugar es su raíz, vino a sembrar cuando eran chinampas, es su tierra. Tuvo que padecer económicamente seis o siete años, hasta que más o menos se mejoró la venta” revela.
Actualmente ya no están todos los titulares de los locales y hay muchos que rentan, hay muchos que invadieron. “Hay gente sin conciencia que le causa daño al mercado y desafortunadamente somos menos los nativos de Xochimilco” indica Amalia. Por su parte, Guadalupe Romero dice que los originales dueños ya casi todos se murieron, “pocos somos lo que quedamos de aquí”.
La incertidumbre del cierre y la privatización
El término de los 20 años de prórroga que otorgaba el gobierno federal a partir del año 1992, como anteriormente se mencionaba ha concluido. Los actuales prestatarios están sujetos a las condiciones legales gestionadas por entidades gubernamentales, por lo que en este momento existe una inquietud imperante por parte de las personas que dependen económicamente de este mercado. No hay claridad en cuanto a las decisiones que tomará el gobierno federal.
El señor Noberto piensa que “es alarmante que sientan la constante amenaza de desalojo y la privatización del área, pues al cumplirse la concesión los locatarios están a la zozobra de lo que el gobierna pueda hacer con respecto al permiso que se nos otorgó, pues hay distintos tipos de intereses nacionales e internacionales, hace dos años el jefe capitalino nos anunció que Francia iba invertir en el rescate de la zona patrimonial de Xochimilco.
“Mi madre lo dice muy bien, nos están quitando parte de nuestro cuerpo, nos están mutilando porque esta es nuestra tierra. Uno sabes que cuando te quitan parte de tu historia, queda un daño emocional y psicológico, sobre todo en del lugar donde creciste, fuiste amamantado, lo sientes muchísimo más. Nosotros así lo sentimos somos la tercera generación y si nos duele, si sentimos que nos están quitando nuestra identidad. Espero que pronto se solucione este problema” concluyó Amalia Rosas.
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