Por: Redacción
De niña quería ser invisible para no ser víctima de agresiones por mi color de piel, ropa desgastada o cabello; era introvertida. Al notarlo, mi maestra me abrazó y me cambió la vida; ahí supe que al crecer sería profesora, compartió Gina Vieira Ponte de Albuquerque, ganadora del Premio Iberoamericano de Educación en Derechos Humanos Óscar Arnulfo Romero, al visitar el Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE) de la UNAM.
Ante Sebastián Plá, investigador de la última entidad, y Rodrigo Limón Chávez, de la oficina de México de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) para la Educación, la Ciencia y la Cultura, la brasileña agradeció la invitación y explicó cómo instruir a los jóvenes a fin de que rechacen la violencia contra las mujeres.
Al iniciarse en esta profesión, la académica encaró tres retos: superar un modelo escolar que repele y distrae a los alumnos; ayudar a los jóvenes a encontrar un sentido a su instrucción, y aprovechar los recursos digitales.
Con este fin, la profesora creó una página de internet donde los jóvenes pudieran expresarse, experiencia que la sorprendió al observar un video subido a la red por una niña de 13 años, donde vestía y bailaba de forma insinuadora. ¿Por qué alguien de esa edad haría algo así?, se preguntó, y al investigar determinó que esa conducta se inscribe en una tendencia llamada sexting.
Preocupada, emprendió una labor para cambiar la visión de los jóvenes respecto a la mujer, ya que ellos siguen patrones difundidos por los medios de comunicación, como hizo esta pequeña.
Así, por primera vez la académica se planteó que es fundamental formar a los jóvenes para que rechacen los estereotipos y cualquier tipo de violencia de género.
Así surgió el proyecto Mujeres Inspiradoras, donde con sus propios pupilos, de 14 a 17 años, inició una campaña basada en diversas acciones. La primera fue dejarles analizar obras de personajes como Ana Frank, una protagonista de la edad de los jóvenes, o Malala, una chica que al luchar por su derecho a la educación casi perdió la vida.
También les hizo leer Cuarto de espejo, la historia de Carolina María de Jesús, recolectora de basura en una de las favelas más pobres de São Paulo, quien a pesar de haber estudiado sólo hasta segundo de primaria tomó gusto por las publicaciones que hallaba en los tiraderos y descubrió un mundo fascinante. Con el tiempo, esta madre soltera comenzó a redactar en cuadernillos lo que veía a diario. Un día la encontró un reconocido periodista, escuchó su historia y revisó sus textos, el reportero se impactó y de estos relatos surgió un libro.
El siguiente punto fue hablarles de brasileñas sobresalientes. Aquí resaltó a María Peña, quien su marido trató de asesinarla dos veces y sobrevivió. La primera vez le disparó y la dejó paralítica; la segunda intentó electrocutarla en la bañera, pero falló. Hoy, es una de las defensoras de los derechos femeninos en Brasil y de sus esfuerzos surgió una ley que lleva su nombre.
La siguiente etapa fue instrumentar una campaña en redes sociales encaminada a fomentar la dignificación y respeto; con este propósito sus estudiantes se tomaron fotos con la consigna “Nosotros decimos no a cualquier forma de la violencia contra la mujer”, para después publicarlas en sus páginas.
Por último, la académica les pidió entrevistar a alguien que consideraran una inspiración. Todos eligieron a su madre, abuela o bisabuela y la mayoría descubrió que ellas lucharon desde siempre, ya sea por trabajar desde la infancia o por sacar adelante a sus hijos tras ser abandonadas por su pareja.
Con esta actividad, los adolescentes aprendieron a sentirse orgullosos de su origen y las progenitoras, además de acercarse a sus hijos, corroboraron ser un ejemplo a seguir. Además, las jóvenes tomaron conciencia de su potencial y algunas se volvieron feministas. Estas experiencias fueron recopiladas en un libro que será presentado para conmemorar el Día Internacional de la Mujer.
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