Por: Redacción

Los colores y las sombras, las fases de la Luna o el sistema planetario son temas que sirven de hilo conductor para enseñar, mediante libros ilustrados y bilingües, ciencias a los niños en comunidades indígenas y migrantes.

Una iniciativa del Grupo de Cognición y Didáctica de la Ciencia del Centro de Ciencias Aplicadas y Desarrollo Tecnológico (CCADET) de la UNAM, y la Dirección General de Educación Indígena (DGEI) de la Secretaría de Educación Pública (SEP), hizo posible esta serie de publicaciones que funcionan como material adicional (no obligatorio) en las escuelas indígenas del país y entre los grupos de migrantes.

La serie, titulada “Cuadernos de ciencias, tecnologías y narrativas de las culturas indígenas y migrantes”, está compuesta por cuatro volúmenes para escuelas multigrado. Así, el texto inicial sirve para primero y segundo años de primaria, otro para tercero y cuarto, y el último para quinto y sexto.

“Buscamos construir líneas de pensamiento, abordar un tema que viene en el currículum de la SEP y seguir una trayectoria para profundizar de un tema a otro. Parcialmente son temas obligatorios, pero los abordamos a partir de lo perceptual y buscamos que los niños desarrollen el conocimiento abstracto”, explicó Leticia Gallegos Cázares, investigadora del CCADET.

La maestra en enseñanza superior y doctora en pedagogía, coordina este esfuerzo en donde se pretende que los pequeños tengan otra forma de pensar que los invite al conocimiento científico a partir de textos bilingües (en español y lenguas indígenas como náhuatl, zapoteco y otras que se hablan en el país).

Chapulín saltarín

El símbolo de los cuadernos es un mexicanísimo chapulín, que sólo cambia de color en cada libro. “Es el chapulín que salta de un conocimiento a otro, por eso fue seleccionado”, indicó la universitaria.

Con textos, dibujos, animaciones de computadora, ejercicios y zonas con espacios para que los infantes respondan y ensayen lo que van aprendiendo, los cuadernos son un esfuerzo exitoso de enseñanza de las ciencias, que se integran a las narrativas locales.

“Los niños pueden practicar lo que aprenden, pero también identificarse con las historias que conocen, de su propia comunidad y en su lengua”, resaltó Gallegos, mientras hojeaba un libro que se abre por las dos tapas: como texto de conocimientos científicos y como memoria de la narrativa local.

Con un ensayo piloto en la sierra norte de Puebla, en la comunidad de Cuautempan, en el municipio de Tetela de Ocampo, gracias a la edición y distribución de la SEP los cuadernos se entregan en 25 escuelas de la región, pero la misma Secretaría se ha encargado posteriormente de repartirlos en escuelas indígenas de todo el país, así como en las comunidades de migrantes.