Por: Patricia Ramírez/
En 2014, más de siete millones de mexicanos sufrieron algún tipo de discapacidad que les impide realizar actividades básicas, de acuerdo con la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
A pesar de la consciencia sobre las dificultades que enfrenta la población con discapacidad y los derechos legales para acceder a los sectores de salud, educativo, entre otros que ayuden a su desarrollo básico; persisten los impedimentos para ocupar un puesto laboral, integrarse a la educación y ser partícipes de actividades sociales y recreativas.
La ENADID informó que el 23. 1 por ciento de este sector con 15 años o más no cuenta con algún nivel de escolaridad; sólo el 39.1 por ciento es parte de actividades económicas y el 46.5 por ciento de 3 a 29 años asiste a la escuela.
En México son pocas las organizaciones que puedan otorgar apoyo por mucho tiempo a personas con discapacidad, pero un caso distinto es “Fundación Corazones de Cristal A. C.” la cual se encuentra en Jardines de Morelos, Ecatepec y atiende diariamente a un promedio de 40 personas con y sin discapacidad, desde niños hasta personas de la tercera edad.
Una de sus principales funciones en enseñar actividades ocupacionales para que los beneficiarios tengan la alternativa de aprender oficios y puedan trabajar por su cuenta una vez que dominen el trabajo.
Además de la fisioterapia, hidroterapia, estimulación temprana, psicomotricidad, esquema corporal, cursos de verano, medicina alternativa, acupuntura y lengua de señas mexicana que se otorgan a los beneficiarios.
Una fundación para todos
En entrevista para Mugs Noticias, Rosa María García Montes, fundadora de Corazones de Cristal expresó que fue hace 24 años cuando la falta de información y carente apoyo a personas discapacitadas en su comunidad hicieron de la necesidad su principal motivo para iniciar su preparación.
Ante este panorama, Rosa María logró reunir a quienes requerían los tratamientos y terapias para tener apoyo de la Asociación Pro Personas Con Parálisis Cerebral (APAC), la cual cuenta con unidades móviles que visitan los lugares lejanos donde la ayuda es escasa.
Hoy Fundación Corazones de Cristal tiene 15 años de experiencia y hace cinco logró constituirse legalmente, labora con sus propios fondos y algunas vinculaciones con otros centros que realizan trabajos similares.
Asimismo, ofrecen servicios que los caracterizan como es el apoyo a personas, principalmente con síndrome de Down, retardo en el lenguaje, parálisis cerebral y dislalia. De igual manera brindan su atención a personas sin discapacidad que sólo requieren asesoría psicológica ante problemas como hiperactividad y déficit de atención o en otros casos, terapias familiares y de pareja.
Corazones de Cristal sólo tiene dos filtros para afiliar a quienes buscan apoyo, el primero consiste en tener una cita psicológica para determinar la situación de la persona, la problemática que presenta y evaluar su entorno, pues en ocasiones una discapacidad, principalmente en niños, es confundida con problemas de conducta o familiar.
A veces los padres están confundidos porque el profesor con 40 niños ve a uno más activo y les dice ‘el niño está mal, llévelo a un psicólogo’, y en ocasiones no es el niño, es la familia. Por lo cual el psicólogo analiza si sólo se deben establecer normas y conductas, o es cuestión de alguna discapacidad, explica Rosa María García.
Una vez que el psicólogo determinó la situación, la fundadora explica que se encargan de canalizar al grupo que necesitan dependiendo la discapacidad o necesidad que presenten para iniciar su tratamiento.
Un poco más de su trabajo
El personal de la fundación encargado de impartir las terapias son tres psicólogos; una fisioterapeuta que se encarga de quienes tienen parálisis cerebral y espasticidad; una instructora de lengua de señas mexicana para personas hipoacusia o sordera; una persona para terapias de lenguaje; un encargado para regularización, apoyo psicológico y lento aprendizaje.
Además, cuentan con dos instructores del programa del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA) que son capacitadores para formación de primaria y secundaria para personas mayores, debido a la presencia de pobreza y analfabetismo en la zona.
Al ser “una fundación sin colores” como lo define Rosa María, que se sustenta con sus propios fondos, tienen vinculaciones que les permite colaborar con otras organizaciones para realizar eventos culturales, cursos y talleres que favorezcan a los beneficiarios.
Las principales vinculaciones son con el Programa Nacional de Prevención del Delito (PRONAPRED) para talleres que eviten la violencia; la Procuraduría Federal del Consumidor (PROFECO) mediante cursos de fomento al autoempleo y autoproducción; al igual que la Asociación Cultural Gnóstica A.C. para pláticas de ecología en el Club Guardianes de la Vida.
Actualmente una de las vinculaciones más activa es aquella que se tiene con 10 escuelas regulares de educación básica y algunas otras para capacidades especiales, porque a través de conferencias y pláticas con padres de familia, Corazones de Cristal busca detectar casos donde sea necesario el apoyo y brindar estrategias, técnicas, consejos y plan de trabajo para superar el problema.
Asimismo, los docentes también son preparados con temas como inteligencia emocional, gimnasia cerebral y diferentes trastornos evolutivos que pueden ser identificados en los niños.
De acuerdo con Rosa María, esto es para prevenir la violencia en las aulas, ya que cada vez son más frecuentes los casos de menores que disparan en las escuelas porque “a veces hay problema neurológico que no se ve” y que los padres ignoran.
El arte y la educación para una mejor vida
El tallerista Salvador Ramírez y la profesora de lengua de señas Frida Méndez trabajan de manera formal en la fundación desde hace cinco y dos años, respectivamente, ambos coinciden que su principal motivación es apoyar a quienes necesitan y poder transmitir sus conocimientos.
Para Frida Méndez enseñar el lenguaje de señas y ver como los beneficiarios y sus padres progresan para entenderse sin utilizar los signos, es una manera romper con los estereotipos y prejuicios de quienes aún utilizan el término “sordomudo”.
“Con los padres se trata de que se incluyan a un mundo donde el sonido no es parte de él. Y que el niño aprenda que el núcleo familiar no es su único espacio”, explica Méndez.
En Corazones de Cristal, que las personas discapacitadas al cumplir la mayoría de edad continúen recibiendo un tratamiento y apoyo es una de sus prioridades, así que generaron la alternativa de trabajos ocupacionales para que, por medio del arte y actividades manuales, logren aprender un oficio.
Bajo este objetivo, Salvador Ramírez enseña artes plásticas como la cartonería enfocado a la creación de alebrijes, con el propósito de utilizar materiales baratos, fáciles de conseguir que generen un ingreso que les permita laborar por ellos mismos y tener una mejor calidad de vida.
Una sociedad incluyente y preparada
A pesar de los obstáculos Corazones de Cristal cada vez tiene un mayor alcance, ya que recientemente han llegado personas de otros estados del país, por lo cual, Eleazar Coronel, encargada de gestión social, tiene el propósito de encontrar instalaciones más grandes.
Asimismo, un transporte es un medio que consideran necesario para llegar con mayor facilidad a las escuelas y las pláticas informativas a los padres de familia; además ayudaría a aquellos que por problemas de salud, edad o cansancio tienen dificultades para trasladar a sus hijos.
Algunos otros retos son conseguir mayores ingresos, tener una infraestructura mejor equipada y continuar el apoyo ocupacional.
Sin embargo, el principal objetivo de Corazones de Cristal es que mediante proyectos culturales donde participen las personas discapacitadas, puedan transmitir felicidad a pesar de sus impedimentos y demostrar a quienes no tiene algún problema que se pueden superar obstáculos, al igual que sensibilizar los valores de este sector.
Para la fundación esto generará conciencia la población para formar una sociedad incluyente y preparada donde las discapacidades no impedirán una integración a la salud, la educación, el trabajo y las actividades recreativas.
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