Por: Redacción
Entre el 60 y el 70 por ciento de las denuncias ciudadanas en la capital —sobre todo de quienes radican en condominios— son por problemas de ruido, según la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial (PAOT) de la CDMX.
¿Qué materiales son los más adecuados para evitar esta discordancia y qué grado de confort acústico tienen los hogares en el país? Éstas son algunas preguntas que responderá el proyecto Estudio y evaluación del efecto de la contaminación por ruido en la vivienda de México, coordinado por Santiago Jesús Pérez Ruiz, investigador del Centro de Ciencias Aplicadas y Desarrollo Tecnológico (CCADET) de la UNAM.
Saber más sobre el confort acústico permitirá diseñar una estrategia de rescate y evitar desarrollos habitacionales similares. O quizá, señaló Pérez Ruiz, sea factible hacer recomendaciones de mitigación en condominios de la Ciudad de México.
Reglamento de construcción
En tres años, dijo el universitario, se pretende integrar un reglamento de construcción donde se especifique que las viviendas y espacios escolares deben lograr cierto aislamiento según su ubicación (por ejemplo, si están cerca de una carretera los muros serán más costosos). También se busca aportar a la información urbanística, pues tan sólo el trazo inteligente y cuidadoso de la zona puede reducir notablemente el impacto del ruido.
Esto se enlazaría con esfuerzos ecológicos y sustentables, ya que se quiere contribuir al desarrollo de materiales nuevos con elementos de desecho o no usados tradicionalmente. Así se busca una mejor absorción sonora con fibras textiles, de coco y caña, de bajo costo.
¿Hay alguna recomendación para lograr el confort acústico? Pérez Ruiz adelantó que se elaborará un manual a fin de orientar a los interesados en el tema, es decir, una guía de compra similar a la de otros países, en donde constructores, fabricantes, arquitectos y diseñadores sugieran qué utilizar y cómo para obtener un ambiente auditivo más favorable.
El objetivo es incidir en un problema nacional y hacer que un número creciente de mexicanos tenga viviendas que protejan de ese agente estresor y causante de daños no necesariamente auditivos: el ruido urbano.
Daños por el ruido
El asunto analizado es difícil de definir, pues es ubicuo y en ocasiones se debe a una interferencia comunicativa. “La Sinfonía no. 9 de Beethoven, que para el vecino es arte, a mí me resulta estridente si me desvela o no me deja escuchar en una plática de negocios”, planteó el investigador.
A cierto nivel y prolongadamente, estos sonidos inarticulados causan daños tanto auditivos como no audibles, porque son un agente estresor (provocan tensión). A largo plazo pueden generar problemas cardiovasculares e incluso infartos, como muestran estudios epidemiológicos realizados en ciudades de Europa y Estados Unidos.
En grandes concentraciones urbanas (donde prevalecen el hacinamiento, un creciente parque vehicular e inmuebles verticales de interiores reducidos cercanos a vías primarias de transporte) la contaminación sonora es un problema urgente de resolver.
Incluso no es mala inversión dotar a la gente de viviendas que protejan del ruido. Hay regulaciones en países avanzados que exigen aislamiento acústico, sobre todo porque los efectos derivan en una costosa sobrecarga en la demanda de servicios de salud especializada. Esto también impacta en la eficiencia laboral y en el rendimiento estudiantil.
En México se ignora cómo mitigarlo en espacios habitables, laborales y escolares, pero naciones más desarrolladas cuentan con una legislación de construcción estricta. Adoptar estrategias similares no debe verse como un impedimento, sino como algo benéfico, pues crear nuevos materiales abre un nicho de oportunidades de avance tecnológico y de negocios.
Labor universitaria
El proyecto de Pérez Ruiz —enfocado a generar información en varias vertientes para mejorar el confort en viviendas nuevas y, eventualmente, ayudar en la mitigación del ruido en las existentes— va en este sentido. Como parte de la iniciativa, en las cámaras del Laboratorio de Acústica y Vibraciones del CCADET, el universitario y sus colaboradores (con participación de empresas del ramo) analizan las propiedades de los recursos usados en la capital.
Por ejemplo, en la cámara reverberante se evalúa la capacidad de absorción sonora de paneles, plafones, alfombras y otros insumos de construcción y decoración a fin de lograr un entorno de bienestar. “Al diseñar interiores es preciso controlar este aspecto para obtener un rebote adecuado. Si esta reflexión es excesiva se perderá inteligibilidad, como sucede en una iglesia o en un salón de clases grande, donde el mensaje se escucha, pero sin claridad (en un colegio esto implica un bajo aprovechamiento del educando).
En edificaciones de varios pisos, una de las fuentes más molestas de ruido es el taconeo o el movimiento de muebles, por lo que debe preverse un aislamiento contra el impacto en las losas de entrepisos. Con ese fin, en la cámara de transmisión del laboratorio referido se evalúa la capacidad de resguardo sonoro de varios materiales (aunque también harán mediciones in situ).
Recién se empezó a recabar información directa con equipo ad hoc financiado por el Conacyt. Dos estudiantes de posgrado: Antonio Bautista Kuri y Diana Calixto López, bajo la dirección de Pérez Ruiz, recolectan datos de hogares típicos de México y espacios escolares, tanto en primarias, secundarias y áreas profesionales.
Con base en los resultados —y en colaboración con empresas locales del ramo— se realizará un catálogo de los insumos empleados en el país.
Con el Centro Nacional de Metrología, el investigador monitoreará el ruido del tránsito en la CDMX. Como esa medición es complicada, primero se realizará una a corto plazo, a fin de generar información básica, crear y validar varios modelos computacionales, pues la urbe no es uniforme. Después se correrán en el ordenador y se corroborará si las predicciones se ajustan a lo observado.
El proyecto incluye una encuesta en Internet para dilucidar la siguiente paradoja: pese a que existe una demanda fuerte de vivienda, ¿por qué hay entre cinco y siete millones de casas deshabitadas o abandonadas en territorio nacional? Quizá esto se deba a que están en zonas violentas, retiradas de fuentes de empleo o sin servicios de transporte eficientes, ¿pero, cuántas lo están porque no se puede descansar, intimar o trabajar?
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