Por: Redacción/
Con emprendedores sociales que generen nuevas ideas para resolver problemas reales y no para hacerse ricos, es posible afrontar asuntos emergentes del mundo y lograr que haya cero pobreza, cero desempleo y cero emisiones de carbono, afirmó Muhammad Yunus (Bangladesh, 1940), Premio Nobel de la Paz 2006.
En la Facultad de Contaduría y Administración (FCA) de la UNAM, Yunus dictó la conferencia magistral “Un mundo de tres ceros y la importancia de la juventud”.
Previo a la conferencia, el coordinador de la Investigación Científica, William Lee Alardín, quien fungió como anfitrión, señaló que este evento está acorde con los objetivos del desarrollo sostenible, que pasan por ejes como el medio ambiente, la salud, la equidad, bienestar de la población y desarrollo.
“Y eso es imposible de lograr si no se tiene mayor equidad en las condiciones de acceso de la población a lo que puede derivar en su bienestar”.
Destacó que es el eje del trabajo de Yunus, quien ha creado un modelo de microcréditos basado en el retorno del capital y en el apoyo a los más pobres, especialmente a las mujeres.
Microcréditos, retorno y soluciones
En su conferencia, el llamado “banquero de los pobres” explicó, ante un colmado auditorio Carlos Pérez del Toro, sus ideas sobre los microcréditos, que consisten en prestar dinero a los más pobres para cubrir necesidades básicas como comprar un excusado o iniciar un modesto negocio de venta de verduras.
Estos microcréditos tienen como objetivo resolver un problema real, ya sea una necesidad alimentaria o sanitaria, así que se basan en prestar dinero a las personas sin recursos, quienes retornan el capital, que sirve no para enriquecerse sino para seguir ayudando a otros.
Yunus narró que comenzó a desarrollar esta idea en su natal Bangladesh, no dentro de las aulas donde era profesor de economía, sino en los pueblos cercanos, repletos de gente tan pobre que sobrevivía en hambruna.
Dispuesto a ayudar a una sola de esas personas, decidió prestarle dinero, siempre considerando el retorno del capital. Pronto se corrió la voz de que prestaba dinero en condiciones accesibles para los pobres, a quienes alejó de préstamos tradicionales que sólo los empobrecían más.
“Pensé en alejarlos de esos tiburones y en ayudarlos con microcréditos para iniciar, por ejemplo, un modesto puesto de alimentos. Poco a poco gané su confianza y el modelo se comenzó a enriquecer, pues había un retorno del dinero, la solución del problema inicial y el capital para prestar más a otras personas”, narró.
Cuando su modelo demostró tener éxito, formó con sus alumnos un pequeño banco al que llamó Grameen (banco del pueblo), el cual se ha convertido con su modelo inédito en un banco nacional y popular que ayuda a los que menos tienen y que le ha valido el Premio Nobel de la Paz en 2006.
“Esto es un negocio, pero hay negocios egoístas y éste es altruista, donde el centro está en la resolución de problemas y no en las ganancias económicas para el que presta”, reiteró.
En su participación en la mesa, el director de la FCA, Tomás Humberto Rubio Pérez, señaló que en 2012 se creó en esa entidad una escuela de emprendedores sociales, para formar dentro de sus instalaciones emprendedores, asesores o directivos de empresas sociales capaces de generar iniciativas empresariales innovadoras y sustentables.
Desde entonces han pasado por la FCA nueve generaciones con 279 alumnos inscritos, y en 2018 se creó una incubadora de proyectos sociales para brindar asesoría, capacitación y acompañamiento a los estudiantes de toda la Universidad.
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