Por: Rogelio Badillo y Carolina Carrasco
La indignación se desbordó en las calles, aunque según las autoridades no fueron más de 18 mil personas las que protestaron del Auditorio Nacional al Zócalo. La demanda central fue la aparición con vida de los 43 normalistas desaparecidos, sin embargo, hubo grupos que pidieron rechazo a la reforma educativa, transformación de la política económica, la renuncia del presidente Peña y hasta “no más sangre” de animales. Fue una marcha pacífica en la que los anarquistas no tuvieron cabida en la columna principal y los policías sólo fueron testigos que dirigieron el tráfico de la ciudad.
Sábado 26 de septiembre de 2015. Cerca de las 10:30 de la mañana, en las escalinatas del Auditorio Nacional, poco a poco se congregaron los contingentes que participarían en la marcha por el Día de la Indignación, manifestación que exigió justicia y la presentación con vida de los 43 normalistas desaparecidos de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, de Tixtla, Guerrero, justamente hace un año.
Pequeños grupos extendieron lonas y pancartas que demostraban su solidaridad con los padres de los normalistas desaparecidos y que exigían justicia por los hechos ocurridos. Estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), de la Universidad Iberoamericana, y diversas organizaciones sociales, desplegaron grandes pancartas, para que medios de comunicación tomaran fotografías.
Los observadores de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, vestidos con chalecos blancos, se reunieron poco a poco. Mientras, los contingentes de sindicatos, organizaciones civiles, y de derechos humanos, arribaron a Paseo de la Reforma.
Vendedores ambulantes comercializaban banderas en apoyo a los normalistas a 10 pesos; capas de plástico para no mojarse, también por 10 “del águila”. “¡Llévele, llévele, que se acaban!”, se escuchaba en las calles. Otros hicieron la venta del día con chicles y cigarros; los más astutos, iniciaron la venta de baterías externas para celular, audífonos o memorias.
Minutos antes del mediodía, desde el autobús que abriría el paso a los manifestantes, se organizó el orden de los contingentes. A la vanguardia irían los padres de familia de los normalistas, seguidos de los estudiantes de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, inmediatamente la Federación de Estudiantes Campesinos y Socialistas (FECSU), la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), sindicatos, organizaciones sociales, estudiantes de las principales universidades (IPN, UNAM,UACM, UAM), organizaciones de Derechos Humanos y sociedad civil.
Justo a las 12 del día, la vanguardia organizó su salida en Avenida Paseo de la Reforma, madres de familia portaban lonas impresas con la imagen de cada estudiante, algunos padres también, el contingente iba resguardado por la Brigada Humanitaria de Paz Marabunta, y observadores de la CNDH. El clima nublado advertía un día lluvioso; aún así, la marcha inició en a la hora acordada.
Sobre Paseo de la Reforma, policías de tránsito capitalinos, resguardaron la manifestación, algunos demostraron hartazgo, despreocupación e indiferencia. Otros contingentes tuvieron que esperar para integrarse a los bloques correspondientes. Hombres y mujeres portaron carteles de apoyo al movimiento de los normalistas, gritaron consignas e hicieron el pase de lista de los 43 normalistas, tanto por nombre como por número.
Cuando la vanguardia se encontró a la altura de la Casa del Lago del Bosque de Chapultepec, el último bloque conformado por Amnistía Internacional aún se encontraba en las escalinatas de Auditorio Nacional. Algunos grupos contaban con muchos manifestantes; en otros, eran pocas las personas que habían logrado convocar; sin embargo, en la gran mayoría se notaba cierta apatía, cansancio. Hoy se escuchó más alto un micrófono que las miles de voces que se reunieron.
La organización tuvo carencias, algunos grupos no respetaron el orden establecido, se filtraban, no permitieron que los padres de familia fueran la vanguardia. En el cruce de Reforma y Avenida Juárez, el grupo detuvo su marcha. Contingentes no respetaron el alto y siguieron su marcha hacia el Zócalo capitalino.
Grupos autodenominados Anarquistas también hicieron presencia. A la altura del Museo de Antropología e Historia, intentaron formar parte de los contingentes, pero fueron rechazados. Se sabría después que causaron destrozos en Paseo de la Reforma e hicieron algunas pintas.
La vanguardia tardó aproximadamente dos horas para llegar al primer cuadro de la ciudad.
El clima no perdonó, la lluvia que se anunciaba desde horas antes empezó a caer a las 14:00 horas. Los manifestantes empezaron a comprar las capas de plástico que los vendedores ofrecían entre los participantes de la marcha. Cuando los contingentes principales llegaron a Eje Central, la lluvia se intensificó.
El bloque principal arribó al Zócalo de la Ciudad de México, aproximadamente a las 16:20 de la tarde. Su paso sobre 5 de Mayo fue entre edificios en los que no había gente; apenas uno se asomó, tímidamente, por una ventana. La marcha fue un tanto desangelada. Las arengas apenas y eran repetidas, cada quién gritaba la suya a un ritmo descoordinado con los oradores que viajaban en un camión que transportaba también el equipo de sonido.
No faltó quién se echara un churro a lo largo de estas calles y otros que pedían a muchos que aceleraran el paso y abrieran la calle para la vanguardia, que en realidad parecía un contingente más.
Vendría el acto central en la Plancha del Zócalo; sin embargo, debido a la lluvia, cientos se resguardaron en los techos aledaños. A momentos, la vista desde el templete sólo permitía ver plásticos multicolores y paraguas en lo alto; antes de que acabara el mitin al menos la tercera parte de los asistentes abandonó la Plaza de la Constitución; mientras, en el templete, padres de los desaparecidos aseguraban que su lucha va a continuar, que no aceptarán la “verdad histórica” del gobierno y que seguirán su demanda de la presentación con vida de sus hijos.
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