Por: Redacción
Después de décadas de migración, las comunidades de migrantes mixtecas han transnacionalizado una de sus instituciones más importantes: la ciudadanía de pueblo, que es uno de los pilares que mantiene la dinámica colectiva y permite el ejercicio de obligaciones y derechos comunitarios pese a los distintos campos de poder que ejercen influencia sobre la vida transmigrante de estas comunidades, señala la maestra Daniela Oliver Ruvalcaba, doctorante del Posgrado en Ciencias Antropológicas de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
En su artículo Ser ciudadano y excluido. Estado, comunidad y poder en contextos trasnacionales, expone que la noción de ciudadanía de los mixtecos supone ser ciudadanos de su comunidad sin importar la región geográfica donde se encuentren y es también una forma de construir autonomía política y económica.
En el texto incluido en el número uno de la revista digital semestral Diarios del terruño. Reflexiones sobre migración y movilidad, Oliver Ruvalcaba describe la vida transmigrante de los mixtecos, originarios de Oaxaca, que viajan a Florida y California en los Estados Unidos, centrándose en los procesos políticos y de poder que experimentan al salir de sus comunidades.
La investigadora aporta una serie de datos históricos y etnográficos útiles para comprender la configuración de dicha comunidad trasnacional, y retoma el caso particular de los migrantes de San Juan Mixtepec.
La investigadora expone que este municipio se desterritorializa a partir de que en la década de 1960 cierra la mina productora de antimonio localizada en esa localidad, la cual empleaba a una gran cantidad de trabajadores no sólo de la comunidad, sino de la región mixteca. También por el fin de la contratación en el programa bracero en 1964 para trabajar en el agro y en el ferrocarril en Estados Unidos.
La maestra Daniela Oliver Ruvalcaba comenta que esta situación provocó la búsqueda de nuevos espacios para trabajar mediante las redes construidas en los movimientos migratorios precedentes y que lleva a los migrantes a situarse en otros estados dentro del país y de Estados Unidos, ampliando sus espacios sociogeográficos de vida y descentralizando la producción y circulación de los capitales económicos, políticos, sociales y culturales.
En la publicación editada por el Seminario en Estudios Multidisciplinarios sobre Migración Internacional (SEMMI) del Posgrado en Ciencias Sociales y Humanidades de la Unidad Cuajimalpa de la UAM, la especialista asevera que los espacios geográficos Sanjuanenses se pueden entender como conexiones entre varios lugares discontinuos, localizados fuera de la localidad de origen. La densidad de sus redes es lo que les permite mantener sus vínculos afectivos así como su capacidad de apropiarse de espacios sociales, agrega.
De este modo, Oliver Ruvalcaba identifica una ciudadanía “portable”, la cual – explica- reside en las personas que pertenecen a la comunidad y no en su territorio local, por lo que si alguno posee un cargo, ese derecho, es trasladado a donde el sujeto resida físicamente.
La doctorante destaca que son formas de organización social surgidas desde el seno de sus usos y costumbres, procesos hechos “desde abajo” a partir de las migraciones que estas personas se ven obligadas a efectuar por motivos laborales, siendo la ciudadanía trasnacional una herramienta para seguirlos sujetando a sus orígenes.
El consenso colectivo sobre este tipo de ciudadanía, la negociación y un amplio conocimiento de la comunidad en cada localidad, se hacen manifiestos mediante estos tipos de acuerdos muy bien delineados y que actualmente son vigentes.
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