Para combatir la corrupción no se requiere generar nuevas leyes y tampoco de promover más penas, sino un trabajo integral desde varios ámbitos, como la interiorización de la ética y los valores en el servicio público, contar con una ciudadanía virtuosa, eliminar mitos sobre este fenómeno y considerar a la educación como una herramienta fundamental.
Durante la Jornada de Trabajo “Corrupción versus ética en el Día Mundial contra la Corrupción”, organizado por la Unidad de Investigación —a cargo de Hugo Armando Pérez Albarrán—, del Órgano Superior de Fiscalización del Estado de México (OSFEM), especialistas en el tema coincidieron en que la ética se convierte en un elemento preventivo contra este fenómeno globalizado que no solo ocurre en el sector público, sino también en el privado, social y ciudadano.
En la apertura de las intervenciones, la Auditora Superior del OSFEM, Miroslava Carrillo Martínez sostuvo que quienes son parte de este órgano fiscalizador tienen el deber de ser ejemplo para la ciudadanía. Llamó además a que la indiferencia no se apodere del servicio público ya que su responsabilidad ante la sociedad no es menor por la labor que se ejerce.
Con el tema “El viejo problema de la corrupción”, Óscar Diego Bautista, académico universitario e investigador del Centro de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades (CICSyH) de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex), destacó que la corrupción data de hace más de 500 años en México “que no se quitan en una administración” y, con diversas modalidades, ha permeado a lo largo del tiempo. Destacó que hoy en día han llegado al servicio público mercaderes de la corrupción pero llamó a no tenerles miedo.
Zoila Monserrat Flores Suazo se refirió en su intervención “Mitos de la corrupción y mecanismos para su prevención” a 10 ideas que han permeado en el imaginario social y no son ciertas: que la corrupción es exclusiva del gobierno; que solo se da en países pobres que el aumento de sueldo acaba con ella; que a mayor grado de estudios, menos corrupción; que con más leyes y sanciones, se termina; que se soluciona con la aplicación de más transparencia o con mayor control presupuestal y rendición de cuentas o con la aplicación de más ciencia y tecnología.
Por su lado, Jaime Rodríguez Alba expuso el tema “Ecosistemas y prácticas de integridad” en el que habló de la psicología de la corrupción y como la ética se convierte en una herramienta de ayuda para trabajar a nivel educativo y cultural y, además, ayuda a evitar “incoherencias” personales y profesionales en el servicio público, sobre todo cuando se piensa que en algo que se ha actuado mal, no se pasará factura.
Exhortó a enlazar los códigos de ética —convertidos hoy en día en un amontonamiento de palabras—, con la medición del desempeño para evaluar a los servidores públicos.
Por último, Víctor Hugo Rodríguez Martínez, con su ponencia “La vigilancia ciudadana como mecanismo de prevención de la corrupción” cuestionó quién vigila a los que vigilan la aplicación de los recursos públicos y destacó que, en este caso, deben ser ciudadanos involucrados, virtuosos “no de los acarreados que están presentes en todos lados para ver qué obtienen”.
Indicó que para ser ejemplo en este entorno en el que permea la corrupción, se requiere valor entendida como la cualidad positiva digna de ser emulada por los demás.
“En el servicio público se requiere poseer valor porque aquí nadie sale siendo multimillonario”, dijo. En el evento estuvieron presentes titulares de unidades administrativas, así como servidores públicos de distintas áreas.
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