Por: Redacción/
Pedro Ponce Javana, Subdirector de Vinculación y Servicio de la Universidad Autónoma Chapingo, hizo un llamado a los cinco candidatos a la Presidencia de la República a que no solo vean el campo de manera electoral y sí acepten lo que les ofrece la UACh con sus programas institucionales para hacer productivos a los pequeños productores y comunidades indígenas que bien pueden ser política pública de rescate al medio rural.
Expuso el académico que la Universidad cuentan los resultados del Programa Universitario de Vinculación para Productores de Escasos Recursos denominado “Peso por Peso” el cual opera tanto con recursos de Chapingo como de los pequeños productores para hacerlos independientes y autosuficientes.
Sin embargo al trabajar con este programa, se detecta que en algunas regiones del país, sobre todo en comunidades indígenas que “están, de alguna manera, maleadas porque les llega el Procampo o el Progan, programas que los enferman porque nada más extienden la mano y cuando se busca la productiva no la hay”.
En el auditorio “Emiliano Zapata” de la UACh, ante productores de escasos recursos, investigadores y alumnos, el académico expuso que hasta el momento sólo se ha escuchado dar dinero a través de programas que no son productivos de ahí que la dependencia alimentaria del país haya crecido de manera exponencial a tal grado que México se ha convertido en el principal importador de maíz cuando este alimento es nativo de la República Mexicana.
Durante el encuentro donde se evaluaron los resultados de diez acciones del programa antes citado en su aparato “Peso por Peso”, se expuso como ejemplo de productores de escasos recursos en la comunidad de Tlanipatla, Guerrero en el que habitan mil 277 personas con un 98% de población indígena y donde la mayor parte se dedica al cultivo de básicos de sobrevivencia, explicó el investigador Juan Carlos Guzmán Salas.
Indicó que de manera natural, por las condiciones climáticas de la zona, donde la lluvia es de 600 mililitros al año se da el cultivo de maguey agavero para producir mezcal.
Sin embargo, agregó, por la falta de capacitación los habitantes han devastado la zona y la producción de piñas agaveras va a la baja, pues mientras hace dos años sacaban más de 300 toneladas al año, en 2017 la producción fue de 280 y para 2018 se estiman en 250 toneladas y va en declive, “es una realidad”.
Además para el proceso de destilación de 250 toneladas de piñas de agave se requieren 70 toneladas de leña de encino, entonces la presión sobre los recursos naturales es dramático, alertó.
Pero destacó que con el programa de la UACh ahora se generan empleos en esa zona marginal de a 200 o 300 pesos el jornal además del el rescate de la zona en reforestación y producción de piñas.
“El problema es que no hay una cultura de protección ni cuidado mínimo de los recursos naturales entonces pusimos un plan de manejo básico y podemos repoblar de forma natural”, precisó.
Otro proceso de producción alimentario es el huitlacoche, un alimento que la mayoría de los mexicanos desconoce, con una producción escasa pues sólo se produce de agosto a noviembre, en Puebla, estado de México y Morelos.
Ahora con la aplicación del Programa Universitario de Vinculación para Productores de Escasos Recursos denominado “Peso por Peso” el precio del maíz está en 3 pesos el kilo y el del huitlacoche está a 10 pesos el kilo y se ofrece su consumo en antojerías y restaurantes, principalmente.
La encargada del programa, la investigadora Adriana Barrera explicó que en el proyecto participan mil 200 productores que se ubican en la zona sur de la Sierra Norte de Puebla y se aplica la siembra escalonada mente a fin de producir maíz y huitlacoche todo el año.
Lo anterior porque el precio de huitlacoche en temporada es de 10 pesos el kilo pero fuera de los meses productivos alcanza los 45 pesos hasta 60 pesos.
Ante estos ejemplos, Pedro Ponce Javana, Subdirector de Vinculación y Servicio de la Universidad Autónoma Chapingo, argumentó que si Chapingo de manera paternalista les da todo gratuito: la asistencia, la capacitación, la investigación, la infraestructura productiva, estaríamos generando una dependencia y se pierde el sentido de la producción.
De ahí que este programa debería de ser aplicado por el Gobierno Federal entrante, el que gane el proceso electoral, debería de ser una política de Estado para que esto se institucionalice.
“Yo tengo la esperanza de que con estas experiencias que hemos tenido de la dependencia alimentaria de nuestro país hacia el exterior sobre todo en productos básicos, se genere una discusión, un análisis y una propuesta de programa que se convierta en política pública para los productores más pobres del país”.
En el próximo sexenio este tipo de programas deben ser tomados en cuenta por el Gobierno que quede, esta universidad está en la posibilidad de aportar lo que le corresponde, finalizó.
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