Por: Redacción/
Anualmente 19 millones de árboles son derribados por campesinos e indígenas para consumo de leña a fin de cocinar sus alimentos y calentar agua para bañarse con lo que reducen la compra de gas LP cuyo costo por tanques de 30 kilos durante un año representa 7 mil 32 pesos, por familia, recurso que difícilmente tienen, advirtieron los investigadores de la Universidad Autónoma Chapingo, Gerardo Noriega Altamirano y Takuo Hozumi.
Por lo anterior, en apoyo de comunidades de alta marginación en zonas rurales del país, la Universidad Autónoma Chapingo promueve la instalación de biodigestores rústicos cuya bondad es que los residuos orgánicos de animales de corral dejan de ser una fuente de contaminación al suelo y a las corrientes de agua; la presión a las familias rurales sobre el área arbolada se reduce y su economía se fortalece al no desembolsar 7 mil 32 pesos anuales en la compra de tanques de gas LP de 30 kilos durante los 12 meses del año.
Precisaron ambos académicos de la UACh, que hasta el momento se han instalado 211 módulos con esta tecnología apropiada en 10 estados del país como son: Guerrero, Puebla, Oaxaca, Hidalgo, Veracruz, Michoacán, Tlaxcala, Chiapas, estado de México y Morelos.
Explicaron que un biodigestor rústico puede atender la necesidad de combustible en un hogar, para ello se requiere un espacio de 2 metros de ancho a 8 metros de largo; ahí se instala este dispositivo que utiliza geomembrana para que ocurra la digestión anaeróbica y se aproveche por una parte el biogás y por otra los efluentes o bioles, los cuales pueden aplicarse a las parcelas agrícolas para mejorar la fertilidad del suelo.
Los bioles o efluentes que se generan en el biodigestor son tratados para suprimir microorganismos patógenos y enriquecerlos con bacterias que realizan la función de biofertilizantes, detalló Gerardo Noriega Altamirano, profesor-investigador en Chapingo, quien señaló que estas acciones permiten reparar el daño ambiental que producen los animales del traspatio como los cerdos.
Noriega Altamirano, comentó que estas acciones son una medida de mitigación al cambio climático al reducir las emisiones de dióxido de carbono mediante el aprovechamiento energético que generan los biodigestores en esta estrategia de energía renovable.
Además de un esfuerzo por restaurar y conservar el suelo agrícola, frenar la deforestación, así como la promoción de la plantación de árboles mediante el esquema de cercas vivas, cuya madera puede aportar leña para atender parcialmente y de manera ocasional la necesidad de combustible.
Por su parte, Takuo Hozumi, detalló que alrededor de 19 millones de campesinos mexicanos consumen leña como fuente única para cocinar, lo que se traduce en un consumo de 12 a 20 metros cúbicos de leña anualmente, lo que significa un volumen total de entre 228 a 380 millones de metros cúbicos por año.
Esta realidad es una presión a la superficie arbolada, es decir, se deforestan zonas boscosas, por ello pueden plantearse objetivos claros y alcanzables haciendo uso de la ciencia y la tecnología, donde los biodigestores son una alternativa, garantizó.
Takuo Hozumi precisó que el duro trabajo que realizan, predominantemente las mujeres, para recolectar leña y que dedican de una hora a dos horas al día, lo que equivale a 45 a 90 jornales al año es otra de las causas por lo cual se han instalado los biodigestores rústicos.
De esta manera, Chapingo promueve el uso de energía alternativa que sustituye a la leña como combustible y de manera simultánea promueve la ecointensificación agrícola en la agricultura mexicana para restaurar la fertilidad del suelo y contribuir a reducir la escasez de alimentos en las comunidades rurales marginadas.
Ante el cambio climático hay que construir medidas de mitigación para lograr la sustentabilidad en la producción agrícola, en la restauración y conservación de los recursos naturales, señalaro los investigadores de la UACh.
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