Por: Redacción
En las últimas semanas, el Volcán de Fuego de Colima ha entrado en una intensa actividad por el rompimiento de un domo y la consecuente caída de material incandescente, el 30 de septiembre. Desde la UNAM, se vigila de forma permanente y detallada con una base de datos y la más alta tecnología de análisis y visualización científica, indicó Lucía Capra, investigadora del Centro de Geociencias (CGeo) de la UNAM, campus Juriquilla, Querétaro.
En conferencia de medios, la experta señaló que esa situación puede tener consecuencias importantes: intensa caída de ceniza que obstruya la visibilidad de los pobladores y dañe los sembradíos, así como afectaciones al tráfico aéreo.
“Lo vigilamos de manera permanente, especialmente en estas fechas que ha tenido gran actividad. Lanza muchos gases a la atmósfera, sobre todo dióxido de azufre que, al hidratarse con las precipitaciones, causa lluvia ácida y quema los cultivos”, alertó.
El de Colima es uno de los volcanes más activos del país, y podría intensificarse muy pronto, porque su más reciente erupción fue en 1913. Pero no se puede predecir un próximo evento, sólo hacer escenarios sobre el comportamiento del coloso, aclaró.
La información generada en el CGeo es relevante para auxiliar a las autoridades de protección civil en alertas a la población y desalojos de localidades cercanas a la zona de riesgo.
Para realizar su tarea, Capra y colaboradores cuentan con una base de datos que les permite plantear escenarios fundamentados en información científica. El análisis de la UNAM es útil, por ejemplo, para saber hacia dónde se dirigirá la ceniza, en qué ladera se formará un lahar (flujo de sedimento y agua) y cuáles son los efectos en épocas riesgosas, como las de lluvias.
Desde 2007 tienen una plataforma tecnológica con la que es factible intercambiar información del sitio, mapas y publicaciones especializadas.
Ahora, el volcán de Colima se estudia en el novedoso Laboratorio Nacional de Visualización Científica Avanzada, un conjunto de tres unidades de alta tecnología en donde se pueden analizar datos y verlos en dos y tres dimensiones.
A principios de 2017 en el volcán Tacaná (en la frontera de Chiapas y Guatemala) se instalará, con apoyo del Conacyt, una estación de monitoreo de lahares, con el objetivo de analizar el fenómeno eruptivo, enviar alertas a las poblaciones que se encuentran en las desembocaduras de los drenajes cercanos y evitar daños por inundaciones, informó Capra.
Los lahares, tan densos como el cemento fresco, son una mezcla de fragmentos sólidos del volcán y agua de lluvia. Pueden bajar de las laderas a velocidades de hasta 40 kilómetros por hora; en las desembocaduras de los drenajes pueden destruir puentes y erosionar carreteras, además de afectar a la población.
El Tacaná no tiene actividad evidente, aunque en 1980 tuvo una erupción de agua e hizo una pequeña explosión. Por ello, los investigadores de la UNAM, en colaboración con sus pares de Chiapas, comenzarán a hacer simulaciones y mapas de riesgos.
“Tratamos de reproducir escenarios útiles en caso de un evento natural para evitar desastres”, finalizó.
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