Por Omar Marroquín

El periodismo de investigación, disciplina que brilla por su ausencia en la mayoría de los medios de comunicación mexicanos, se llevó una de las dos estatuillas más codiciadas de los premios de la Academia de este año.

Contra los pronósticos más críticos de publicaciones como The New York Times, The New Yorker, The Washington Post y Rolling Stone, anoche Spotlight sorpresivamente soslayó a The Revenant como la ganadora a la categoría de mejor película en la 88 entrega de los Oscar.

La película desempolvó la exhaustiva investigación de cuatro periodistas del Boston Globe, un periódico regional que en enero de 2002 publicó el reportaje titulado “La Iglesia permitió el abuso por sacerdotes durante años”; una bomba informativa que cimbró una de las instituciones más antiguas del mundo: la Iglesia Católica, acusada de encubrir sistemáticamente durante 30 años la pederastia de 89 sacerdotes en Boston, Massachusetts.

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En 2001 los católicos lectores del diario (dirigido por el editor en jefe Marty Baron) representaban el 53% del total de sus suscriptores. El riesgo de perder a sus clientes era alto, pero el ex director del Miami Herald estaba decidido a transformar el Boston Globe en “un periódico indispensable para sus lectores”.

Aunque Spotlight resucita en la pantalla grande el reportaje ganador del Pulitzer del 2003 que motivó a miles de víctimas a denunciar públicamente los crímenes pederastas de representantes católicos alrededor del mundo, la trama de la película no se concentra en los abusos sexuales infantiles.

Padre John Geoghan, el principio del escándalo encubierto por la Arquidiócesis de Boston. Fuente: Spotlight, corruption, scandal and accountability (ebook).

Padre John Geoghan, el principio del escándalo encubierto por la Arquidiócesis de Boston. Fuente: Spotlight, corruption, scandal and accountability (ebook).

 

En ninguna escena se recrean los hórridos y enfermizos detalles del sexo forzado al que fueron sometidos cientos de niños, los daños colaterales de sus familiares ni la reubicación de los sacerdotes en diferentes ciudades como castigo.

En cambio, en sólo dos horas y ocho minutos Spotlight resume seis meses de seguimiento de miles de noticias sobre pederastia antes de la era de internet, decenas de entrevistas con víctimas que guardaron silencio durante décadas (la empatía de Sasha Pfiffer es la llave que abre su confianza), revisión de demandas públicas y privadas (obtenidas gracias a la tenacidad del reportero Mike Reséndiz) y la opinión de un psiquiatra experto en sacerdotes pederastas que les brinda al equipo la pista sobre la cantidad de sacerdotes que abusaron de niños en la ciudad.

En otras palabras, Spotlight es en realidad una apología al periodismo de investigación; una disciplina que reconstruye fidedignamente historias con protagonistas y antagonistas, confronta voces, contrasta datos estadísticos y brinda al lector un panorama general sobre un tema.

El triunfo de Spotlight en los Oscars (fue el primer ganador de la noche al llevarse la estatuilla por mejor guion original) se convierte en un recordatorio para la prensa escrita sobre lo que lamentablemente no hace.

La mayoría de medios de comunicación mexicanos, lo cuales estuvieron especialmente atentos a la entrega de este año por las victorias de Alejandro Iñárritu (mejor director 2015 y 2016) y Emmanuel Lubezki (primer ganador consecutivo de tres Oscars por mejor fotografía), no realizan investigación periodística.

John McCarthy y Josh Singer sosteniendo sus estatuillas por Mejor Guion Original.

John McCarthy y Josh Singer sosteniendo sus estatuillas por Mejor Guion Original.

De acuerdo con un análisis hecho por Artículo 19 y Data 4, más de la mitad del espacio de las portadas de seis diarios nacionales durante el año 2013 “se dedicó a notas que basadas exclusivamente en declaraciones de una sola persona, institución u organización; sin un solo elemento informativo adicional que dé contexto o pondere la declaración.”

En el caso de los periódicos locales, la falta de investigaciones y declaracionitis (término aludido por María Amparo Casar) son lastres aún más graves relacionados a la inyección de publicidad gubernamental que, en algunos casos, representa el 50% de sus ingresos, según el análisis “El gasto en Publicidad Oficial del Gobierno Federal en 2014” de FUNDAR, Centro de Análisis e Investigación.

El poco o nulo uso del acceso a la información pública (uno de los pilares de la investigación periodística) se suma a los vicios de la prensa escrita: la declaracionitis como principal producto informativo y la publicidad gubernamental como fuente de ingreso indispensable en algunos medios locales.

En un caso concreto, el Instituto de Transparencia y Acceso a la Información de Guerrero (Itaig) en su informe de labores de 2013 detalló que del total de solicitudes de información, sólo 2.51% correspondieron a peticiones hechas por medios de comunicación.

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En este panorama desalentador para lectores y/o espectadores ávidos por investigaciones periodísticas que critiquen las instituciones que rigen nuestras vidas, la victoria de Spotlight en la noche de la Academia ilumina una lección que los periódicos mexicanos (especialmente los locales) deben repasar con detenimiento para reintegrarse como los guardianes del cuarto poder que el Boston Globe encarnó en varias ocasiones.