Por: Redacción/

La probabilidad de que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) concluya es cada vez mayor por la actitud proteccionista y de estrategia geopolítica de Donald Trump, quien desea que Estados Unidos obtenga los mayores beneficios comerciales, consideró la doctora Gabriela Correa López, profesora-investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Además, en este marco de presión hostil, pretender la prolongación implicará que México acepte imposiciones que lesionarán gravemente la economía nacional, pues las “condiciones que el vecino país del norte busca imponer significarán sacrificar las ganancias de muchos participantes nacionales en el TLCAN”.

Las “repercusiones económicas serán severas no sólo para el sector automotriz, sino para toda la cadena de proveedores, distribuidores, comerciantes y consumidores de la importación y exportación”. En un ámbito adverso y crítico también podrían verse involucrados los ramos de las exportaciones agropecuarias, de eléctricos, electrónica, textiles y calzado.

La administración del presidente Trump plantea disminuir el déficit comercial, incorporar comercio y finanzas digitales; aumentar el contenido regional en comercio; acrecentar su participación en las compras del gobierno mexicano; eliminar salvaguardas e investigaciones para socios, desaparecer el mecanismo de controversias para aplicar su legislación, incrementar las compras en Estados Unidos e incluir condiciones sobre manipulaciones de divisas.

La economista y doctora en Relaciones Internacionales del Departamento de Economía de la Unidad Iztapalapa de la UAM dijo que “el país carece de la libertad de imponer lo que le conviene” y todo apunta a que el gobierno “aceptará una modificación grave del acuerdo comercial”, con condiciones extremas, ante la vulnerabilidad económica acentuada por los recientes desastres naturales.

Por otra parte podría significar la oportunidad para repensar “lo que a mi juicio ha sido una liberalización extrema de la economía nacional”, pues hay que “reactivar el mercado interno e impulsar la reconversión económica a corto, mediano y largo plazos; mejorar los ingresos domésticos y rearmar las cadenas productivas nacionales y de estímulos a la producción y el consumo”.

Podría ser el momento de concluir la era de la liberalización, que “ha sido excesiva en lo comercial” e “imponer nuestro proteccionismo”, hay sectores que urgen de atención como el agropecuario, ya que “importar petróleo y maíz es “un escándalo conceptual, técnico, político y económico”.

En el Seminario Divisional La desigualdad social en México: Desafíos y acciones transformadoras, realizado en la Unidad Iztapalapa de la UAM, indicó que el TLCAN significó la consolidación de la planta industrial, las experiencias en el comercio, la producción, la innovación y la tecnología, así como la transformación de las exportaciones agropecuarias y petroleras a manufactureras y el desmantelamiento de actividades productivas por importaciones.

Surgieron corporaciones, subcontratistas, fuentes de trabajo en las ramas de la ingeniería, técnicos en procesos especializados y de aduanas; los consumidores estadounidenses obtuvieron ganancias por precios de productos más bajos y los mexicanos por variedad en el consumo, en un mercado donde cinco millones de empleos en cada país están relacionados con el TLCAN.

Pero el Tratado generó pérdida de empleos desplazados por la tecnología en Estados Unidos y salarios bajos en México, por el disminuido costo de la mano de obra y la disponibilidad de infraestructura nacional.

Al impartir la conferencia ¿Cómo se relacionan el comercio internacional y la desigualdad social? la economista sostuvo que el mandatario estadounidense cuenta con los elementos legales planteados en su legislación para finalizar el comercio con México.

La doctora Correa López consideró crítico que sólo 44 por ciento de las exportaciones no dependa del comercio con el vecino país del norte, por lo que será muy difícil colocar en China, las naciones del sureste asiático o Rusia 56 por ciento de los productos comercializados con Estados Unidos.

Es necesario cuestionarse “qué vamos a producir para vender y a quién, y en ese camino hay que mirar al interior, descubrir que compramos una gran cantidad de cosas que podrían elaborarse en México. Las mercancías domésticas significan empleos para los mexicanos y negocio para nuestras empresas, ya que no se podrá continuar con una gran producción automotriz como hasta hoy”.