- La población trans padece diferentes formas de desigualdad y discriminación, alerta Helena López González de Orduña.
Por: Redacción/
Desde 2015 hasta la fecha, en el país se ha reconocido el cambio de nombre y el género que figura en los documentos de identidad, a casi cinco mil personas. Sin embargo, hay cuestiones que no se pueden cambiar solamente a “golpe de ley”.
Lo anterior de acuerdo con la académica del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM, Helena López González de Orduña, quien afirma que en este tema se requiere del convencimiento de la población de que es mejor para todes vivir en sociedades incluyentes y tolerantes.
Con motivo del Día Internacional de la Visibilidad Transgénero, la experta en estudios culturales, literatura, estudios de género y sexualidad, alerta que los problemas que enfrenta esa población son numerosos. Vive diferentes formas de desigualdad y discriminación, comenzando por la idea de que lo trans es una patología o enfermedad, una “diferencia incómoda”.
“No dejará de sorprenderme la estigmatización social, y el sufrimiento que ocasiona, algo en principio tan inocuo como que alguien decida expresarse con su cuerpo de cierta manera”, enfatiza.
Lo trans, detalla López González de Orduña, son las experiencias y expresiones de personas que en el momento del nacimiento son asignadas con un sexo y un género y que en el transcurso de sus vidas se desidentifican con esa atribución. “El término intenta comunicar esa multiplicidad de experiencias corporales y la resistencia al encasillamiento”.
Esta población también enfrenta varios tipos de violencias emocionales y físicas, las cuales se incrementan en los últimos años. La cifra del Observatorio de Personas Trans Asesinadas indica que en México, de 2008 a septiembre de 2021, se registraron 593 transfeminicidios, lo cual coloca a nuestro país en segundo lugar de las naciones donde más se comete ese delito, sólo después de Brasil.
La universitaria cuestiona en qué nos amenaza como sociedad el hecho de que alguien se exprese corporalmente como quiera. “Detrás de tanta violencia contra la diversidad y la disidencia sexo-genérica, lo que hay es un gran temor a contravenir la heteronormatividad”.
Aunado a lo anterior, recalca la integrante del CIEG, esa población padece violación de sus derechos humanos fundamentales: a la identidad, educación, salud, trabajo, entre otros. Por ejemplo, es discriminada e incomprendida en los centros sanitarios, por lo cual se requieren más iniciativas como la Unidad de Salud Integral para las Personas Trans de la Ciudad de México, inaugurada el 1 de octubre pasado, única en el país y de referencia en Latinoamérica.
Helena López recalca la importancia del Estado para garantizar el pleno ejercicio de sus garantías, mediante la elaboración y generación de políticas públicas, y reconoce los avances en materia de legislación:
La Ley de Identidad de Género ha sido aprobada por casi la mitad de las entidades federativas (Ciudad de México, Coahuila, Colima, Chihuahua, Estado de México, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Nayarit, Oaxaca, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sonora y Tlaxcala); gracias a ella se garantiza el derecho a la identidad de género sin recurrir a peritajes médicos.
Sin embargo, acota, únicamente es aplicable a personas mayores de edad (con la salvedad de cuatro entidades federativas), quienes con un trámite administrativo pueden cambiar su identidad de género y su nombre, con efecto en distinta documentación. Para los menores de edad, la capital de la República mexicana, por ejemplo, emitió en agosto pasado un decreto que permite a los adolescentes mayores de 12 años modificar la identidad de género en su acta de nacimiento, también mediante un proceso administrativo.
Aunque esas medidas representan avances, aún falta por hacer. Por ejemplo, se requieren leyes de cupo laboral, que en México no existen. “Hay una de referencia en el continente, en Argentina, donde una legislación fue aprobada hace poco tiempo para garantizar que en los espacios laborales públicos sean, al menos, en uno por ciento ocupados por personas trans”.
A partir de los ámbitos educativos hay que impartir materias, asignaturas y otras actividades formativas que sensibilizan a la gente más joven, como ocurre en la UNAM. Eso también debe suceder con las infancias. Educación y divulgación en medios de comunicación, redes sociales y espacios culturales permitirán fomentar el respeto y la tolerancia en la población universitaria y el resto de la sociedad, concluye la académica.
Sofi se graduó en la UNAM
Durante sus estudios en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH), Ana Sofía Rosas Pastrana, de 22 años, comenzó a reconocerse como mujer. Pero fue en 2021, cuando cursaba el octavo semestre de la carrera de Economía en la UNAM, que decidió cambiar su identidad de género.
En entrevista, comparte que hacer el trámite implica “algo” de trabajo porque no está bien difundido, pero que en cuanto encontró a las personas correctas fue muy rápido y sencillo. Afirma sentirse contenta porque ya no tenía que enviar correos electrónicos a los profesores explicándoles la situación, sino que a la hora de pasar lista ella escuchaba su nombre tal y como ella quería.
“Al momento de cambiar mi nombre en la Universidad, automáticamente también cambió en la preparatoria donde iba, en el CCH. Fue entonces cuando pude ingresar solicitudes de empleo y conseguir uno de medio tiempo en una cafetería; pero ya era: ‘Ana Sofía está trabajando’”, subraya.
A nivel mundial las personas transgénero son entre el 0.3 y 0.5 por ciento de la población total, según la Organización Mundial de la Salud. Pero en México, datos de la Organización de Estados Americanos publicados en 2020, desde el 2015 se ha reconocido la identidad de género de casi cinco mil personas, en su mayoría en la Ciudad de México.
En la UNAM este trámite se lleva a cabo a petición de parte, es decir, la alumna o alumno interesado debe solicitarlo y realizarlo con el acta de nacimiento y credencial con la nueva identidad y sexo. De acuerdo con datos de la Dirección General de Administración Escolar, de 2017 a 2022 se han realizado 205 trámites.
“En una fiesta de fin de año se me acercó un familiar y me pidió no saludarlo si nos veíamos en la calle, porque no quería que lo relacionaran con alguien como yo. Me dolió mucho porque es un ser muy querido, pero desde entonces no lo visito ni lo saludo”, comenta la universitaria.
Por ello, ella ha creído que lo más complicado es “quizás” la misma sociedad, porque la gente teme a lo desconocido y cuando está ante algo así puede generarle sentimientos como enojo o miedo; pero al final dice que lo más importante es ser uno mismo como persona, porque sólo uno mismo sabe cómo vive los distintos procesos en su vida.
“Con mi transición he recibido algunas agresiones por dos lados: una por la parte física, porque me han acosado por ser mujer al salir a la calle, aunque use pants; y en las redes sociodigitales también, por ser mujer transgénero y expresarme libremente me escriben mensajes con insultos. Entonces sí he sufrido discriminación, pero no por eso debo dejar de ser lo que soy y menos, lo que estoy construyendo”, destaca.
Sofía logró graduarse y actualmente está dedicada a su tesis que está relacionada con la automatización en la agroindustria. Sus planes son titularse y después especializarse en el área de Finanzas, porque asegura que le gustan las estadísticas y las bases de datos, ya que se autodefine como objetiva y directa.
De acuerdo con la Comisión Nacional de los Derechos Humanos ser trans es una manifestación más de la diversidad de la naturaleza humana, por tanto forman parte esencial de las comunidades y culturas. Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales han destacado la importancia de adoptar leyes, y políticas integrales y transparentes para reconocer la identidad de género autodefinida y brindar garantías legales y sociales.
Por ello, el 31 de marzo de cada año se conmemora el Día Internacional de la Visibilidad Trans (Travesiti, Trangenero, Transexual), con el fin de remarcar el valor de vida de manera abierta, sin prejuicios y además, sin dejar de reconocer la lucha que ha conllevado este sector.
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