Por: Redacción
En México, 44 millones de personas padecen sobrepeso y obesidad. En este escenario, hasta una pequeña disminución del peso corporal (cinco por ciento) previene el desarrollo de la diabetes mellitus, aminora la prevalencia de componentes del síndrome metabólico y mejora el perfil general del paciente.
“Ello reduce la probabilidad de enfermedades cardiovasculares”, subrayó Paola Vázquez Cárdenas, académica de la Facultad de Medicina de la UNAM.
Al impartir la charla Implicaciones clínicas y nutricionales del tratamiento quirúrgico de la obesidad severa. Retos y oportunidades en investigación y aplicaciones tecnológicas, en el Centro de Ciencias Aplicadas y Desarrollo Tecnológico, la especialista explicó que la condición referida es descrita como una acumulación anormal excesiva de tejido adiposo.
Esto representa un riesgo crónico para la salud y suele achacarse a un balance energético positivo, es decir, cuando la ingesta supera el gasto en este renglón.
No obstante, añadió la experta, por años esto ha sido cuestionado pues no necesariamente un paciente excedido de kilos es desmesurado al alimentarse o tiene una actividad física mermada; en ello intervienen diferentes factores.
En cualquier caso, el exceso crónico de energía —calidad calórica de lo consumido, la dieta y el aporte de azúcares simples de grasas— lleva al organismo a una acumulación de triglicéridos, los cuales se almacenan en el adipocito que conforma el tejido adiposo, expuso la también investigadora en ciencias médicas de la Clínica de Obesidad del Hospital Manuel Gea González.
Clínicamente, existen pocos elementos para diagnosticar y definir a la obesidad. Sólo tenemos el índice de masa corporal y la relación peso/estatura, que describen de forma indirecta el grado de adiposidad de cada individuo, refirió la universitaria.
“La ingesta de energía está asociada a una mayor susceptibilidad en el renglón”, dijo.
La alimentación es un fenómeno complejo que involucra elementos culturales y sociales, además de estar determinada por factores psicológicos y conductuales que llevan al individuo a realizar ciertas elecciones de comestibles. Asimismo, existen componentes biológicos favorecedores del sobrepeso, como edad, sexo (las mujeres son más propensas) o etnicidad (ser mestizo mexicano también predispone).
En la Clínica de la Obesidad se trata el peso de los pacientes a fin de que éstos sean más saludables y tengan menos riesgo de comorbilidad y enfermedades metabólicas, detalló Vázquez Cárdenas.
Sin embargo, no todos los individuos responden igual a las diferentes estrategias terapéuticas, pues en su efectividad inciden varios factores metabólicos, tipos de dieta, particularidades conductuales, mecanismos de hambre y saciedad, predisposición al cambio y regulación del sistema nervioso central, entre otros aspectos.
“Por esta razón, hoy el modelo propuesto para el manejo de la obesidad es multidisciplinario y se centra en las necesidades de cada quien. Así, nutriólogos clínicos, cirujanos, endocrinólogos, psicólogos, psiquiatras y médicos especialistas en deportes colaboran para adaptar rutinas que incrementen el gasto energético y determinar candidatos a una cirugía de bypass (que disminuye y restringe la absorción alimentaria)”, concluyó.
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