- Monreal Ramírez presenta estudios sobre los entrecruzamientos entre prácticas artísticas multimedia, electrónicas digitales, políticas institucionales y elaboraciones teóricas y discursivas entre los años 1985 y 2005.
Por: Redacción/
El poder situar o insertar prácticas artísticas –multimedia o digitales– en la historia del arte han contribuido a la genealogía y la configuración de lo que en México se entiende como arte contemporáneo, planteó el doctor Jesús Fernando Monreal Ramírez, docente de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
En el libro Máquinas para descomponer la mirada: estudio sobre las artes electrónicas en México, –publicado por el Departamento de Artes y Humanidades de la Unidad Lerma de la Casa abierta al tiempo– expone que esta constelación de prácticas heterogéneas a veces difíciles de distinguir de otras mucho más establecidas, habían sido estudiadas desde acercamientos “más bien curatoriales”.
Si bien no las aborda plenamente en el texto, porque su investigación concluye en el año 2000 cuando se da un fuerte posicionamiento de las artes digitales en nuestro país a partir del llamado Festival Transition, el autor reconoció que a él le “interesaba más entender un poco la genealogía, la arqueología, de dónde provenían estas relaciones y el tratamiento dado en otras obras”.
Desde la mitología que el autor denomina “arqueología de los medios”, el libro está planteado en una “especie de arqueología de los discursos pues el interés era dar voz a los artistas desde los discursos, así como a los agentes y a la gente que estaba en el Centro Multimedia pero que no era artista”.
Este tipo de prácticas –llamadas artes electrónicas y digitales por el autor– abordan la necesidad, presente ya desde la década de 1990, de construir otros relatos, otras maneras de erigir la historia del arte que no estuviera basada en los estilos o de disciplinas artísticas, comentó durante la presentación virtual de su obra.
“Me interesa que estas prácticas se sitúen como parte de la genealogía de las artes contemporáneas y no como se les llegó a identificar en algún momento, como prácticas resultado de una fascinación por el uso de las herramientas tecnológicas o de la computadora en las artes visuales o en las artes plásticas, que nos llevan a preguntarnos si se configuró o no una clase cultural o una de artistas a partir de que el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) aceptó las categorías de video y multimedia en las artes en la última década del siglo XX”.
La doctora Blanca Gutiérrez Galindo, profesora titular de la Facultad de Arte y Diseño de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), sostuvo que una de las virtudes del libro es que incluye también el entramado de las políticas públicas en materia de las artes plásticas.
Académicos, curadores, críticos y otros agentes del mundo del arte se han dado a la tarea de analizar los factores que hicieron posible la aparición de modos de quehacer artísticos distanciados de las disciplinas plásticas que entrando el siglo XX terminarían por dominar la escena artística nacional y llevaron a Fernando Monreal a investigar el papel de una vertiente escasamente atendida en los estudios sobre el arte contemporáneo en México: la que articula arte y tecnología.
Monreal Ramírez presenta estudios sobre los entrecruzamientos entre prácticas artísticas multimedia, electrónicas digitales, políticas institucionales y elaboraciones teóricas y discursivas entre los años 1985 y 2005, periodo decisivo para la conformación de esas vertientes del arte contemporáneo en México.
Destaca el papel desempeñado por el Centro Multimedia –espacio creado en 1994– que actúa como bisagra entre dos momentos diferenciados de ese proceso en el cual los críticos, teóricos, filósofos, pero también los mismos artistas y miembros de la burocracia cultural intentaron dar nombre y significado a esas experiencias en el marco del llamado arte culto, que basaba su identidad en un conjunto de dicotomías y exclusiones que incluía a las máquinas.
En este sentido, el texto se apoya en un riguroso y exhaustivo análisis de obras y programas artísticos y de fuentes primarias, entre los que destacan los archivos multimedia del Centro Nacional de las Artes, la recuperación hemerográfica y las entrevistas a figuras importantes de esta historia como Andrea Di Castro, Tania Aedo, Jorge Morales y Adriana Casas.
Máquinas para descomponer la mirada: estudio sobre las artes electrónicas en México está conformado por nueve estudios ordenados en tres partes: Fragmento para un discurso de las artes electrónicas y digitales; Breve historia institucional de las artes electrónicas y digitales en México y Máquinas para navegar, interactividad y realidad virtual en la configuración de las artes digitales.
Su estructura es una constelación que traza las relaciones entre objetos, prácticas y discursos en un entramado que de manera importante incluye las políticas culturales oficiales, para cerrar con un epílogo que muestra que la “historia reconstruida a lo largo del libro no ha concluido y que sus coordenadas pueden ser modificadas con sus subsiguientes investigaciones como las que señala el propio autor”, puntualizó la académica.
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